LA RECUPERACIÓN DEL ESPÍRITU
Al seguir la evolución de las almas de algunas personas aquejadas de cáncer, a menudo he observado que, en su infancia, una persona importante para ellas —el
padre, la madre o un maestro— les dijo algo así como «nunca harás nada bueno», o
«siempre serás una nulidad». Quizás ese comentario no duró más de tres segundos,
pero esos tres segundos dominaron el resto de la vida de esa persona. Si alguien
puede estar dominado por un comentario de tres segundos, ¿cree usted que será capaz de crear su propia realidad? Yo no. Es esa negatividad la que crea su realidad, y el desafío que tiene ante sí es serlo suficientemente fuerte para recuperar su espíritu.
Cuando lea las páginas siguientes y realice el ejercicio que indico a continuación, tenga presente que es realmente usted quien crea su realidad.
Imagine un gran círculo ante sí, y luego visualice su prana, su fuerza vital o su
gracia, penetrando por la parte superior de su cabeza. Ahora elija: ¿cómo desea
distribuir su prana? Tal como lo distribuya, regresará a usted. Usted le dice a su
espíritu: «Regresa a ese acontecimiento tan amargo que me ocurrió en el pasado y
mantenlo vivo para mí, y luego tráeme sus frutos.» Y con esos frutos usted alimenta
su tejido celular.
Ejercicio: Recuperar su espíritu
No es sencillo recuperar el espíritu que perdimos hace tiempo, no sólo debido al auténtico dolor que experimentamos en su momento, sino también a que el hecho de permanecer en recuerdos llenos de ira o amargura puede convertirse en un hábito. Es tan fácil que nuestro espíritu regrese a donde hemos enterrado nuestro pasado que la conciencia no capta su energía y al final simplemente nos advierte de que nuestro espíritu se ha instalado en el pasado. Así, al cabo de un tiempo, ni siquiera tenemos que activar de forma consciente nuestro pasado traumático; se activa automáticamente.
El proceso para devolver esta energía al presente empieza por realizar algunas modificaciones en nuestra conciencia y nuestro vocabulario; dicho de otro modo, debemos ser más listos que nuestro pasado. Aprenda a tomar conciencia, con tanta frecuencia como sea posible, de lo que está pensando y dónde invierte su energía.
Cuando se percate de que ha vuelto a sumirse en un recuerdo oscuro, ordene a su energía que regrese al momento presente diciendo:
—Me niego a seguir avanzando en esa dirección. Abandono ese camino de una vez por todas. No es necesario que se ponga a gritar de rabia ni a aporrearlos cojines del
sofá. Puede desprenderse de esos recuerdos con un toque de humor, con frases
como:
— ¡Otra vez tú! ¡Largo de aquí! No tengo tiempo ni ganas de seguir pensando
en ti.
Anímese y no deje que su pasado le intimide. Deje de otorgarle poder aferrándose a la idea de que las cosas debieron y pudieron haber sido distintas. Eso no tiene ningún sentido.
Cuando adquiera un mayor control sobre sus pensamientos, trate de modificar su vocabulario. Al referirse a su vida, procure utilizar el tiempo presente. Ello no
significa que no deba evocar su pasado, pero acostúmbrese a recordar sólo los momentos felices. Cuando alguien le pregunte cómo está, responda de modo positivo; ese debe ser su punto de partida. Si está tratando de resolver una crisis que ha experimentado recientemente, compártala con otra persona, pero no se recree en ella. Si el incidente le recuerda «las numerosas ocasiones en que me ocurrió esto», puede evocar esos momentos si y sólo si está dispuesto a tratar de descifrar el esquema que persiste en su interior y que desencadena esos recuerdos, y romperlo.Si, después de su peregrinaje por los recuerdos de su pasado, emerge sintiéndose una víctima, diciendo «es inútil, haga lo que haga estoy condenado al fracaso», eso significa que no ha comprendido el significado de recuperar su espíritu.
Si desea resolver los traumas de su pasado debe «viajar por el tiempo» con el
sincero propósito de localizar y romper esos esquemas reiterativos, y percatarse de
lo que debe aprender en esta vida.
LOS CINCO MITOS SOBRE LA SANACIÓN
La relación entre conciencia y enfermedad es actualmente objeto de numerosos debates y estudios científicos. Ciertamente, el tomar conciencia de las convicciones negativas y sus efectos sobre nosotros puede ayudarnos a adoptar decisiones positivas y a mejorar nuestra vida. Yo creo, junto a muchos otros maestros e investigadores, que una toma de conciencia del innato vínculo de nuestro cuerpo-mente con nuestro espíritu puede propiciar el proceso de curación.
Con todo, incluso las mejores personas enferman.Algunas personas extraordinariamente sanas han contraído enfermedades corrientes y vulgares, incluso cánceres dolorosos. Oirás quizá supieran de antemano cómo iban a morir.
Pero pese a sus desgracias físicas, esos santos y sabios se esforzaron en comprenderse, en mostrarse compasivos con los demás y en entrar en contacto con la energía divina que dirigía sus vidas. Aunque no lograran curar su enfermedad física —o ni siquiera trataran de hacerlo—, sanaron su espíritu al aceptar la voluntad divina y el sublime propósito al que estaban destinados.
Debemos comprender que, en algunos casos, es voluntad divina que no nos curemos físicamente, sino que aprendamos, por medio de una enfermedad crónica o terminal, ciertas lecciones necesarias para nuestra alma. En otros casos, debemos asimilar virtudes espirituales que sólo la enfermedad pone a nuestro alcance, y, al asimilarlas, servir de inspiración a otros. La transformación mediante la enfermedad
es un tema espiritual que se repite desde hace siglos, y la fe en lo Divino puede
enseñarnos lecciones muy valiosas y sanarnos.
Un hombre llamado Simón ayudó durante un trecho a Jesús a cargar con la cruz, en el camino hacia la crucifixión. Ese episodio, simbólicamente tan poderoso, merece más atención de la que le prestamos.Nos dice que, en nuestro viaje hacia el conocimiento de nosotros mismos y la realización de nuestro destino, también debemos ayudar a quien no tiene suficiente fuerza a transportar su carga; en ocasiones, esa carga es negativa.
Una vez, en Londres, tuve una sesión con un hombre exquisito que poseía el rostro de alguien que ha sido bendecido por la mano divina. Después de la sesión, el hombre me dijo:
—Soy una buena persona, pero no comprendo por qué tengo tantos problemas con mis superiores. Trabajaba para British Telecom. Yo le miré y sólo vi bondad en su aura. Cerré los ojos y pedí a lo Divino que me guiara. AI cabo de unos instantes, tuve la
sensación muy intensa de que ese hombre era una especie de ángel de la guarda y
que absorbía una gran cantidad de energía negativa. Buena parte de esa energía
negativa era racista, porque él procedía de la India. Muchos otros indios que él
conocía experimentaban también ese racismo pero no eran lo bastante fuertes para
encajarlo, de modo que ese hombre absorbía la negatividad que iba dirigida hacia
ellos. Yo traté de explicárselo:
—-No sé si eso le ayudará, pero es la iónica sensación que he tenido.
—Si no es más que eso —repuso mi cliente—, puedo vivir con ello.
Oí una historia aún más sorprendente sobre un reputado maestro hindu que padecía un cáncer terminal que afectaba a numerosos órganos de su cuerpo. A medida que progresaba el cáncer, él se iba debilitando, hasta que su cuerpo empezó a mostrar los estragos causados por su enfermedad. Un día uno de sus alumnos, que sentía veneración por él, se le acercó y le preguntó por qué no se curaba o si no podía sanarse. El maestro espiritual lo miró y se echó a reír.
— ¿Quieres ver cómo curo mi cuerpo? —preguntó—. Observa.
Tras estas palabras, el maestro curó su cuerpo, que al instante recuperó su aspecto saludable habitual. El alumno se quedó perplejo.
—No lo comprendo —dijo éste—. Si posees tanta luz en tu interior, ¿qué causa esta oscuridad malsana?
—Esta oscuridad no me pertenece —contestó el maestro espiritual—. Es tuya y de mis otros alumnos. Yo cargo con ella hasta que seáis lo bastante fuertes para acarrearla vosotros mismos. Yo no la siento.
Aceptar la voluntad divina constituye la clave para alcanzar la madurez espiritual, y para resolver los problemas físicos y emocionales. Al margen de que una enfermedad sea una crisis espiritual o haya sido causada por nuestra negatividad, la naturaleza humana está preparada para buscar el medio de sanar.
Pero mis numerosas experiencias con personas aquejadas de enfermedades graves me han convencido de que, con frecuencia, la gente no se cura porque, consciente o inconscientemente, tiene más fe en unas creencias muy potentes que interfieren su
curación que en su capacidad de sanar.
Existen cinco mitos fundamentales sobre la curación, que consumen la energía mental y emocional de una persona hasta el punto de impedirle sanar. Cada uno de esos mitos sirve para apoyar la actitud de la heridalogía, que debilita al cuerpo en lugar de sanarlo. Esas creencias son tan fuertes que, en ocasiones, superan a nuestras creencias optimistas sobre la posibilidad de curarnos. Ello se debe a que las creencias basadas en la esperanza y el optimismo se refieren al futuro, a posibilidades, mientras que la enfermedad es una realidad y los mitos que la sustentan hablan en tiempo presente. La curación es intangible, pero sentimos y
vemos nuestra enfermedad.
El medio más eficaz de destruir el poder de un mito es reconocer que se cree en él, y que por mucho que se comparta esa creencia con otras personas, no por ello deja de ser una creencia para convertirse en un hecho. A continuación, hay que hacer un esfuerzo consciente para librarse de su influjo. Cuando lea las descripciones de estos cinco mitos, pregúntese: « ¿Creo en él?» Si la respuesta es afirmativa, yo le mostraré la forma —por medio de la oración y otros ritos— de apartarlo de su mente. Ningún mito permite que la psique se libere de él sin plantar batalla, pero si usted tiene realmente la intención de sanar debe librar esa batalla y, a continuación, desarrollar unos esquemas mentales destinados a suplantar esos mitos y a potenciar su salud.
EL PRIMER MITO: Mi VIDA ESTÁ DEFINIDA POR MI HERIDA
Es prácticamente imposible no estar influido por un pasado de heridas emocionales psíquicas. Tanto literal como simbólicamente, las heridas impregnan nuestra sangre y nuestro cuerpo. Nuestra biografía es en buena parte biología. Las heridas son como unos canales que desvían agua y espíritu del río de nuestra vida.
Cuantas más heridas tenemos, mayor es el esfuerzo que debemos hacer para recuperar
nuestra energía, frenar la pérdida energética y afanarnos en sanar.
Independientemente del número y la profundidad de esos canales, para curarnos debemos recuperar nuestra fuerza vital.
Muchas personas están convencidas de que sus vidas no son sino una acumulación de heridas psíquicas que ellos mismos no pueden sanar. Cuando les digo que pueden librarse de sus heridas, la mayoría responde: —Usted no lo comprende. No he vuelto a ser la misma persona desde esa experiencia. ¿Cómo puedo cambiar eso ahora?
Después de pasar por una experiencia traumática o trágica, esas personas tienden a contemplar cada nueva experiencia a través de la lente de la herida que padecen. Proyectan su experiencia anterior sobre todo cuanto forma parte de su vida actual. Inician toda relación sospechando que será igual que la anterior. Incluso advierten a la persona con la que entablan una relación que jamás podrán confiar en él o ella plenamente debido a su experiencia pasada. Y describen su vida como una serie de desastres personales y profesionales que no pueden tener fin porque su pasado herido les ha arrebatado coda oportunidad de ser felices.
Aunque este estado anímico es triste, limitador y derrotista, algunas personas
derivan un gran poder de su continuidad porque les autoriza a llevar una vida de nulas expectativas y escasa responsabilidad. Les permite apoyarse en otros, explotando sus sentimientos de culpabilidad para seguir beneficiándose de esa ayuda. Se expresan con tristeza o amargura sobre las metas creativas que jamás lograrán alcanzar debido a su historial de traumas físicos o emocionales. Buscan un sistema de apoyo que les conceda un espacio social en el que se sientan cómodos, donde puedan desarrollar libremente su heridalogía sin que les critiquen por ello.
Dado que no se espera nada de una personalidad herida, no pueden fracasar.
Con el paso de los años, a medida que esas personas se acostumbran a este poder y a esta autoprotección, cada vez les cuesta más cambiar. A medida que nos hacemos mayores, nos resulta muy difícil abandonar nuestras heridas y modificar nuestros criterios. Pero lo cierto es que el hecho de conceder tanta importancia a sus heridas puede dañar su psique tanto como las mismas heridas. El recrearse en una herida equivale a herirnos a nosotros mismos, constituye una auto flagelación,
mantiene nuestra conciencia siempre centrada en la debilidad y nunca en la recuperación.
Además, una psique convencida de su vulnerabilidad emocional y psicológica sólo puede producir un cuerpo físico que refleje esa condición. Si la fuerza y la independencia le producen temor, le resultará muy difícil conservar o recuperar la salud.
En uno de mis talleres, conocí a un hombre llamado Frank que estaba absolutamente convencido de que sus heridas habían creado unas limitaciones inamovibles con respecto a lo que podía conseguir en la vida. Frank se quejaba continuamente de que podría haber sido un científico o un médico, pero, como algunos de sus profesores en la escuela le criticaban constantemente, se vio obligado a dedicarse a trabajos que requerían un menor nivel educativo y así evitarse más humillaciones.
Durante el taller, cada vez que la discusión se centraba en los diversos tratamientos médicos, Frank se apresura ha a aportar su opinión, que siempre era negativa. Los médicos no saben cómo tratar una enfermedad, decía, porque la mayoría de ellos no saben lo que es el sufrimiento. En cierto momento, un hombre objetó que muchos médicos tienen un pasado complicado, y que eligen la profesión médica precisamente para ayudar a los demás. El mismo era médico, dijo. Frank despachó esa objeción aduciendo que el hombre se limitaba a reprimir su dolor y que, como médico, era incapaz de entrar en contacto con sus emociones. A medida que la discusión se prolongaba, cuatro personas más relataron sus crisis personales, que habían conseguido resolver. Pero Frank interpretó esos comentarios positivos como una ofensa. Se levantó y declaró que nadie había padecido unas heridas emocionales tan profundas como él. Tras lo cual se marchó y abandonó el grupo de apoyo.
Pese a la actitud de Frank, a menudo me he sentido inspirada por las maravillosas historias de curación que otras personas de este grupo relataron, y por muchas otras que he oído en otros talleres. Esas personas habían superado unas experiencias atroces y habían logrado no sólo construir una vida productiva, sino dichosa.
En un taller conocí a una mujer llamada Alison que había padecido cáncer de mama y se había curado. Poco después de cumplir treinta años, se descubrió un bulto en el pecho que resultó ser maligno. En esa época, Alison mantenía una relación con un hombre llamado Sam y habían empezado a hablar de matrimonio.
Cuando Alison contó a Sam que tenía cáncer, él respondió que «lucharían juntos
contra eso» y luego se dedicarían a disfrutar de la vida. Pero no fue así, porque,
según explicó Alison, «Sam necesitaba que yo dependiera de él. Mi dependencia le
hacía sentirse seguro: le daba la sensación de que controlaba nuestra relación».
Mientras Alison se esforzaba en sanar, también curó su personalidad, y comprendió que, aunque amaba a Sam, su dependencia de él le impedía progresar.
Dependía de él hasta el punto de pretender que fuera él quien consiguiera curarla. Al
mismo tiempo, Alison temía ser fuerte porque asociaba la fortaleza con la independencia.
—Yo era incapaz, de relacionarme con otras personas sin proporcionarles una lista de mis puntos débiles —dijo—. Yo sabía cómo ser incompleta, y siempre me había parecido el medio de sentirme unida a alguien. Con Sam dio resultado, al igual que con otros hombres con los que había tenido una relación. Pero comprendí que debía convertirme en una persona distinta, una persona fuerte y capaz de afrontar sola el cáncer.
Incluso la idea de curarse por sí sola asustaba a Alison, porque temía que Sam
pensara que había hecho algo sin su participación.
—Me atormentaba tanto el temor de curarme como el de no curarme —nos explicó Alison—. Comprendí que, si me curaba, tendría que analizar esas facetas de mi personalidad que había utilizado para comunicarme con la gente, en particular con Sam. Una noche me di cuenta de que debía tomar mía decisión, y dije a Sam que necesitaba un poco de espacio para reorganizar mis pensamientos. El lo interpretó como un rechazo, y nuestra relación terminó.
La doctora de Alison le proporcionó una perspectiva bien distinta. Le aseguró
que ser una persona fuerte no significaba vivir sola, sino gozar de una vida más
satisfactoria, porque la independencia implica poder elegir. La fuerza le permitiría no tener que «conformarse con lo primero que se presentara»-, sino poder decidir con
qué hombre deseaba compartir su vida.
—Al principio no la creí —dijo Alison—, pero me gustó lo que decía.
Alison recordaba esas palabras cada vez que experimentaba temor ante la soledad, especialmente ahora que vivía sola-
—Me dije que sola o con otra persona, deseaba disfrutar de una vida sana y placentera —dijo—. Lo que me pareció más interesante de esa decisión es que una
vez que me dije eso, empecé a creer que era capaz de controlar mi vida yo misma.
Pero, al mismo tiempo, sabía que no estaría sola.
Después de nuestra conversación, experimenté una sensación muy positiva con respecto a la situación de Alison. Vi en ella todos los elementos de responsabilidad y firmeza de carácter que necesita una persona cuando se enfrenta a una enfermedad grave. Pero más que eso, vi que ella estaba convencida de lo que decía. Al cabo de un tiempo, recibí una carta de Alison comunicándome que su cáncer había remitido y que confiaba en que lograría sanar por completo.
No subestimo la dificultad de renunciar a la creencia de que tu vida está y siempre estará definida por tus heridas. Es muy difícil abandonar este mito porque resulta muy útil: nos permite pensar que cualquier fracaso o falta de logros por nuestra parte es culpa de otra persona. La única forma de librarse del dominio que este mito ejerce sobre la psique es asumir una mayor responsabilidad por la calidad de nuestra vida, como hizo Alisen. En lugar de lamentarse de no haber ido a la universidad, vaya a la universidad. Empiece por apuntarse sólo a una asignatura por año, por correspondencia si es necesario. En lugar de lamentarse de no pesar veinte kilos menos, modifique su dieta, camine más, aunque sólo sea un par de kilómetros al día, y reduzca grasas. Cuando sienta la tentación de decir u pensar «yo pude haber conseguido..., pero mis heridas pasadas me lo impidieron», tome las medidas necesarias para cumplir esa meta «inalcanzable»-.
Preguntas para un auto-examen
· ¿Busca siempre algún pretexto para no hacer cosas más positivas en su vida?
· ¿Compara su historial de heridas con el de otras personas? En caso afirmativo, ¿por qué?
· Si se siente más herido que otras personas, ¿hace eso que se sienta más poderoso?
EL SEGUNDO MITO: ESTAR SANO SIGNIFICA ESTAR SOLO
Con frecuencia se dice que para recobrar la salud es preciso «aprender a valerse por uno mismo», es decir, cuidar de uno mismo, ser independiente. Para algunas personas psíquicamente heridas, recobrar la salud y alcanzar la independencia significa soledad y vulnerabilidad. Para muchos, este temor a una independencia heroica —y, por ende, soledad— constituye la raíz de su incapacidad para curarse. Por otra parte, creen que una vez se hayan curado estarán siempre sanos, y que, con la recuperación fr la salud, se evaporará la necesidad de apoyo emocional y psicológico. Esta es otra variante del mito arcaico de que una vez que alcancemos la Tierra Prometida, habremos llegado al término de nuestro viaje. Pero las personas que se están curando o que están curadas necesitan la compañía y la amistad de otros al igual que el resto del mundo. Creamos salud iodos los días y en todo momento, y debernos ser conscientes de ello. Al igual que la iluminación no es un estado permanente tan sólo al alcance de superhombres espirituales, la salud no se consigue fuera de una comunidad, sino que requiere un vínculo consciente entre la mente, el cuerpo y el espíritu; un vínculo entre el individuo, las demás personas y el universo.
Sanar, al igual que la espiritualidad, es un proceso continuo, tal como indican
numerosas historias de la tradición oriental. En una historia relatada por Jack Kornfield, psicólogo y profesor de Meditación Perceptiva, un monje asciende por una
montaña decidido a hallar la iluminación o morir. Durante el camino, se encuentra
con un viejo sabio que porta un enorme fardo y le pregunta si ha oído hablar de la
iluminación. El anciano, que es Bodhisattva el Sabio, deposita el fardo en el suelo.
En aquel instante el monje alcanza la iluminación.
— ¿Es así de sencillo? —Pregunta—. ¿Basta con dejarlo todo y no aferrarse a nada? —El monje mira al anciano y añade—: ¿Y ahora qué?
El anciano se agacha, recoge el fardo y echa a andar hacia la aldea. Es decir, después de alcanzar la iluminación nos aguardan los mismos placeres y las mismas
tareas. Aun después de curarnos, debemos seguir trabajando para conservar la salud. La curación es un proceso sin final.
En la sociedad norteamericana, la idea más extendida es que una persona sana es una persona que se ha recuperado por completo de una herida o una enfermedad y sigue adelante con su vida, inmune a cualquier otro problema de salud. Pero la verdad es que tanto si estamos curados o en vías de curación, siempre necesitamos una comunidad de amigos y familiares que nos quiera, una comunidad basada no sólo en las heridas y la dependencia sino en unos intereses compartidos y un apoyo emocional. La curación no representa el fin de las necesidades del corazón, sino una puerta que nos permite abrir nuestros corazones.
A los norteamericanos les encanta el mito del tipo individualista, fuerte y duro.
El problema es que muy pocos de nosotros podemos identificarnos con esa imagen porque somos esencialmente seres sociales. En tanto creamos que la auténtica curación requiere un esfuerzo heroico e individual, tendremos una excusa muy conveniente para no intentarlo siquiera. Incluso adoptar las medidas más modestas
para sanar, como aprender meditación y yoga o modificar nuestra dieta, nos parece
imposible sin la colaboración de un compañero o compañera, aunque muchas personas han conseguido realizar esos cambios en su vida sin ayuda de nadie.
En uno de mis talleres, una mujer llamada Beth me contó que cuando le diagnosticaron un cáncer decidió tratar de curarse a través de la medicina complementaria. Modificó su dieta, y dejó de fumar y de beber alcohol. A continuación, se inscribió en un grupo de apoyo para enfermos de cáncer, buscó la ayuda de un terapeuta y empezó a practicar yoga. Su novio, Matt, que era un fumador empedernido, se sintió amenazado por esas iniciativas, en particular cuando Beth le dijo que ya no podía fumar en casa. Beth y Matt se peleaban continuamente, no sólo por lo del tabaco sino porque
Beth pasaba mucho tiempo fuera de casa. Al darse cuenta de que cada vez, tenía
menos en común con Beth, Matt le pidió que se marchara de casa. Ella me confesó que ése era el cambio que más temía, no sólo porque carecía de recursos económicos para hallar una nueva residencia y costear sus gastos médicos, sino porque llevaba mucho tiempo con Matt y no concebía su vida sin él.
Beth propuso un pacto: Matt podía fumar en la casa y comer lo que quisiera, y ella acudiría a las reuniones de su grupo de apoyo sólo cada quince días. A cambio, él dejaría de criticarla por su nueva dieta y por asistir a clases de yoga.
Cuando pregunté a Beth si ese plan había dado resultado, respondió: —Hago la mayor parte de lo que debería hacer, de modo que en ese aspecto me siento satisfecha. Pero echo de menos las sesiones semanales con mi grupo de apoyo, porque Matt no tiene ni idea de lo que significa padecer un cáncer. Esas personas sí lo saben, y me aceptan sin reservas. Compartimos la misma meta, nos apoyamos mutuamente. Es una sensación muy agradable. Matt dice que, a esas personas, yo les importo un comino, que sólo les importa lo que puedan sacar de mí.
Yo no lo creo, pero no puedo demostrárselo porque Matt se niega a conocerlas. En
cualquier caso, Matt me ha prometido permanecer a mi lado, y eso es lo que cuenta.
No sé si Beth logró curarse, pero confío en que se percatara de que su dilema
estaba agotando sus reservas de energía. No obstante, cuando pienso en ella, veo a
una persona cuya principal preocupación no era curarse, sino quedarse sola, y que
ese temor a la sociedad probablemente agravaría su enfermedad.
En otra ocasión, conocí a un joven simpático y alegre llamado Bart a quien los
médicos habían diagnosticado leucemia. Dos días después de recibir el diagnóstico,
Bart comenzó a leer todo cuanto pudo sobre los métodos de curación basados en la
conexión entre la mente y el cuerpo. Cambió todos los aspectos de su vida, hasta el
extremo de pintar de nuevo su apartamento de unos colores que, para él, inducían la
paz de espíritu. Sólo uno de sus amigos se mostró respetuoso con las iniciativas
emprendidas por Bart. Los otros le tomaban el pelo, sobre todo cuando decidió comer sólo productos naturales e inició una práctica espiritual. Al cabo de un tiempo,
Bart cortó todo contacto con su viejo círculo de amigos y, aunque al principio los
echaba de menos, lo supeditó todo a su afán de recuperar la salud. En caso necesario,
estaba dispuesto a vivir en un mundo de absoluto aislamiento y silencio.
Su nuevo estilo de vida implicaba una cierta soledad. Pero ésta se convirtió para él en una reconfortante compañera. Bart empezó a apreciar y respetar a la persona en la que se estaba convirtiendo. Le gustaba sentirse fuerte y capaz de controlar su vida, aunque en ocasiones añoraba a sus viejos amigos. En los momentos en que se sentía solo, Bart se consolaba visualizando su futuro con unas imágenes positivas de una vida nueva, no de soledad sino de esperanza, rodeado por amigos. Al cabo de dos años, su enfermedad remitió por completo.
Posteriormente una persona allegada a Bart me dijo que éste se había casado y tenía un nuevo círculo de amigos que compartían su acción por los productos naturales y las prácticas espirituales.
Las condiciones para alcanzar la curación son duras, sobre todo cuando nos exigen renunciar a nuestros amigos íntimos. Aunque no todo el mundo se ve obligado a cambiar drásticamente de vida, en caso necesario, no queda más remedio que hacerlo. Si tiene usted que renunciar a sus viejas amistades, tenga presente la naturaleza cíclica de la vida. Después del invierno viene la primavera.
Tanto la soledad como la amistad desempeñan determinados papeles en distintos momentos durante el proceso de curación. La curación no requiere soledad, al igual
que el misticismo no requiere cilicios ni una dieta de saltamontes.
Preguntas para un auto examen
· ¿Teme usted que si se cura su grupo dé apoyo le abandonará o se mostrará menos comprensivo con usted?
· Cuando se visualiza curado, ¿está solo en la habitación?
· ¿Cree usted que las heridas emocionales constituyen un medio de establecer un vínculo con otra persona y que, si se cura, tendrá que separarse de esa persona?
EL TERCER MITO:
Sentir dolor significa ser destruido por él. En muchos casos, el dolor indica la presencia de una enfermedad, ya sea emocional o física, y es normal creer que todo dolor es negativo. Pero el dolor es también un maestro, un mensajero que nos hace prestar atención a nuestro cuerpo o alejarnos de conductas y situaciones en las que nos mostramos débiles para adoptar un estilo de vida que potencie nuestra fuerza e integridad.
Nuestra sociedad, con su culto a las drogas, sostiene que la mayoría de trastornos dolorosos, físicos y psíquicos, deben curarse con fármacos. Los anuncios de televisión fomentan el uso de analgésicos contra el dolor de cabeza, el dolor de
espalda y cualquier otro síntoma imaginable. Ciertamente, un dolor crónico nos
impide llevar una vida normal y satisfactoria. Pero el dolor emocional o psíquico
puede ser también una señal que nos obligue a prestar atención. Puede ser un maestro, tanto si se origina en nuestras emociones como en nuestro cuerpo. Dirige
nuestra atención hacia esa área física o emocional que debemos restaurar. Eliminar
prematuramente un dolor con fármacos es un error, ya que puede inducirnos a creer
que nos hemos curado cuando no es así. En lugar de medicarnos al primer síntoma,
debemos analizar la situación y averiguar por qué experimentamos un dolor localizado, o una serie de molestias y dolores difusos. Los anuncios de televisión
que más detesto son los que ofrecen unos remedios contra trastornos digestivos que
deben tomarse antes de comer, para que usted pueda ingerir una serie de alimentos
grasos, picantes o lácteos sin sentir el dolor de estómago que trata de advertirle que su cuerpo no puede digerir ese tipo de comida.
Aunque la utilización de drogas para calmar el dolor puede ser esencial en alguna etapa del proceso de sanación, debemos preguntarnos si esas drogas son
siempre necesarias o si impiden que el dolor nos advierta de que algo no funciona
en nuestra vida. Padecer dolor es una experiencia horrorosa, pero también lo es la
drogo-dependencia. Las drogas empeoran la situación porque al tomarlas usted no
se percata de lo que ocurre en su cuerpo y puede creer que Ia ausencia de dolor
significa que se ha curado. Y no es así. No tema sentir dolor y utilizarlo como un
aliado para que le ayude a sanar su cuerpo. Posiblemente sea el único lenguaje que
logre atraer su atención.
Si usted se da cuenta de que tiene dependencia de una determinada droga, establezca un programa de deshabituación paulatina y acuda a un grupo de apoyo que le ayude a superar esta difícil tarea. Sin embargo, antes de iniciar el tratamiento, le recomiendo que acuda a un terapeuta que le pueda llevar de la mano —y de la mente, por así decir-— paso a paso hacia una renovada toma de contacto consigo mismo. Aprenda métodos alternativos de control mental y corporal, por ejemplo cómo utilizar su respiración para comunicarse con su cuerpo.
Si está dispuesto a abordar la tarea de adentrarse en su dolor, necesitará ayuda, pues probablemente no sabe ni cómo ni dónde empezar. Una forma de comenzar es estudiarse a sí mismo. Preste atención a los pensamientos o actitudes que tiene a lo largo del día y que le producen dolor. Anótelos para hacerlos tangibles, y reconozca ios daños físicos que causan a su cuerpo. Quizá reconozca que se recrea con unas imágenes dolorosas de usted mismo o con unas creencias repletas de dolor sobre su vida. Quizá comprenda que, en el fondo, es usted un pesimista que ve sólo lo negativo y no repara en lo positivo. O quizá reconozca que el dolor que soporta no es el suyo, sino el dolor de otros a quienes desea proteger. Hasta es posible que usted llegue a considerar el dolor como un desafío espiritual que ha aparecido en su vida a fin de fortalecer su psique hasta extremos inimaginables.
Un hombre llamado Fred, que asistió a uno de mis talleres, me confesó que había empezado a tomar analgésicos cuando sintió dolores de espalda. Aunque al principio la medicación le aliviaba el dolor, al cabo de un tiempo Fred comprobó que necesitaba aumentar la dosis. Un año más tarde le dijo a su médico que la medicación ya no le aliviaba los dolores y le pidió que le recetara un remedio más potente. Su médico le recomendó que hiciera ejercicio para reforzar la espalda. Fred siguió su consejo, pero los ejercicios no bastaban. Entonces acudió a otro médico que le recetó un fármaco más potente, que un tiempo después también dejó de ser eficaz.
Cuando pregunté a Fred por qué no había analizado el motivo por el cual su espalda le causaba tantos problemas, respondió:
—Francamente, no me molesté en hacerlo porque me hubiera tomado tiempo y yo quería algo que aliviara mis dolores inmediatamente. Yo le pregunté qué otros factores, aparte del dolor de espalda y su dilema con los fármacos, le causaban estrés.
Fred me explicó que tenía un historial de inversiones financieras desastrosas y
negocios fracasados porque siempre andaba buscando maneras fáciles y rápidas de
ganar mucho dinero. Cuantos mayores eran sus fracasos, más le dolía la espalda.
Le pregunté cómo no se había percatado de la relación entre su mala situación
financiera y sus dolores de espalda. Fred reconoció que sabía que esos dos problemas estaban conectados, pero se decía que en cuanto consiguiera ganar una cantidad importante de dinero, la espalda dejaría de dolerle. Estaba convencido de ello y empeñado en conseguir su propósito.
Cuando le pregunté qué le había inducido a asistir a uno de mis talleres, en
vista de su actitud, Fred me confesó que quería aprender a utilizar «el poder mental»
y la intuición para tomar decisiones financieras más acertadas. Yo le sugerí que
quizá los fármacos que tomaba influyeran negativamente en su juicio, pero Fred
insistió en que la única forma en que podía funcionar era tomando analgésicos que
eliminaran el dolor. Nuestra conversación concluyó con esa nota tan poco optimista.
Sinceramente, yo no tenía muchas esperanzas de que Fred consiguiera curarse.
Una historia más positiva es la de Lester, quien había padecido unos dolores atroces debido a un tumor en la pierna y a la intervención quirúrgica que le habían
practicado para extirpar los tejidos cancerosos. Durante su convalecencia, los
médicos le recetaron unos analgésicos, que Lester aseguró que necesitaba porque
era incapaz de soportar aquel dolor. Mientras Lester se esforzaba por recobrar las
fuerzas en su pierna, el dolor se intensificó; persistía incluso cuando Lester no
caminaba ni hacía ejercicios de rehabilitación.
Lester continuó tomando la medicación porque el dolor le impedía conciliar el sueño por las noches, por cansado que se sintiera. Una noche, mientras yacía en la
cama preguntándose si lograría alguna vez curarse y dejar de sentir dolor, se le
ocurrió tratar de adentrarse en su dolor. Se imaginó penetrando en su pierna para
observar lo que ocurría deba]o de la piel.
Lester puso música de fondo para que le ayudara a relajarse, y se imaginó reparando el tejido celular de su pierna y transmitiendo el mensaje de que todas las células cancerosas debían ser destruidas de inmediato. Lester repitió ese ejercicio cada día, y fue notando que su confianza aumentaba. Al mismo tiempo fue reduciendo la dosis de analgésicos hasta que, finalmente, dejó de tomarlos, aunque todavía sentía cieto dolor. Lester me contó que había comenzado a considerar su dolor como una «luz guía» que, durante cada sesión de meditación, le indicaba dónde debía centrar su atención.
—Gracias a este ejercicio que practicaba cada día, o mejor dicho, cada hora —
concluyó Lester—, llegué a convencerme de que lograría sanar mi cuerpo. Día tras
día, sentía que mi mente iba adquiriendo renovado vigor y que mi cuerpo se restauraba.
Yo no tenía dudas de que Lester conseguiría sanar, y él tampoco.
Preguntas para un auto-examen
· ¿Considera siempre el dolor como un enemigo?
· ¿Ha aprendido algo del dolor físico? En caso afirmativo, ¿qué?
· Para combatir el dolor, ¿suele tomar medicamentos químicos o utiliza la meditación u otra disciplina interior?
· ¿Ha sido adieto a los analgésicos o a las pastillas para dormir?
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EL CUARTO MITO: TODA ENFERMEDAD ES CONSECUENCIA DE LA NEGATIVIDAD Y ESTAMOS DAÑADOS EN LO MÁS PROFUNDO DE NUESTRO SER
Nuestros pensamientos influyen decisivamente en la salud de nuestra mente y de nuestro cuerpo, y para sanar debemos explorar las regiones más recónditas de nuestro ser. Pero la raíz de una enfermedad no es siempre un patrón negativo, y no siempre debemos achacar la culpa de no lograr curarnos a unas experiencias negativas o a las creencias negativas que anidan en nuestro inconsciente. Muchas personas me cuentan que han explorado denudadamente su pasado en busca de esa experiencia negativa que les causó la enfermedad, pero no han logrado hallarla.
¿Qué deben hacer, me preguntan, para desenterrar esa pieza de su psique que les
falta?
En algunos casos la enfermedad es el resultado de una serie de causas y es inútil tratar de atribuir la causa a un solo factor. La vida no es tan sencilla. Algunas
enfermedades se desarrollan debido al elevado grado de toxicidad de nuestro medio
y al contacto con gérmenes, bacterias y virus. Otras se deben al contacto con agua
contaminada o parásitos. Otras son consecuencia de la genética, y es imposible
vencerlas. Y algunas, como he dicho antes, pueden ser una forma de guía espiritual.
En nuestro afán de ser física y espiritualmente fuertes, olvidamos que nuestro viaje
emocional es relativamente nuevo y que nuestro cuerpo físico sigue sometido al
poderoso influjo de nuestro medio y los cambiantes esquemas de nuestra sociedad.
Sería más fácil curarnos de una enfermedad si investigáramos nuestro pasado en busca de patrones positivos además de negativos. Por más que exploremos nuestra psique en busca de todo cuanto pueda haber contribuido a debilitarnos, no debemos pasar por alto las facetas fuertes y resistentes de nuestra personalidad.
Cuando nos preocupamos sólo en buscar los patrones negativos, todo lo bueno que hay en nuestra vida suele eclipsarse.
Una voluntad firme y bien orientada, esencial a la hora de reparar el tejido dañado, constituye una cualidad rara. Solemos utilizar nuestra fuerza de voluntad más para controlar a los demás que para controlarnos a nosotros mismos. Y cuando tratamos de desarrollar una mayor fuerza de voluntad, por lo general lo hacemos motivados por el deseo de romper una adicción o de practicar unos ejercicios diarios más que por el afán de controlar nuestros pensamientos negativos.
Los programas de apoyo no sólo ayudan a las personas a recuperarse de sus heridas, sino a celebrar su fuerza. El espíritu humano no se duerme dentro de nosotros debido a nuestros patrones vitales negativos, ni la vida de la mayoría de la gente consiste en un largo rosario de tragedias. El desenterrar lo positivo es un proceso tan terapéutico como el eliminar las partes negativas de nuestro pasado.
Cuando le diagnosticaron un cáncer de mama, Sheila inició de inmediato un tratamiento médico y se inscribió en un grupo de apoyo para mujeres con esa enfermedad. La comprensión que halló en el grupo ayudó a Sheila a librarse del
dolor provocado por su reciente divorcio, que ella no había deseado. Su afán por
salvar su matrimonio había «minado sus fuerzas», según dijo, tanto simbólica como
físicamente.
Aunque el grupo de apoyo ayudó a Sheila a superar su desesperación, su cáncer seguía progresando. Varios miembros del grupo estaban convencidos de que ella seguía aferrándose a su matrimonio, o a otra parte negativa de su pasado.
Sheila no sabía lo que era, de modo que acudió a mi taller para hallar la forma de
descubrir las emociones negativas que la estaban perjudicando.
Hasta que su matrimonio empezó a zozobrar, Sheila había sido una mujer relativamente feliz.
—Como es lógico, tuve problemas con mis hijos y algunas otras cosas — reconoció—, pero todo se resolvió. Mis hijos ya son mayores y mantenemos una relación de profundo cariño. Nunca he tenido problemas económicos, y, aunque he perdido a mi padre y a mi madre, murieron porque había llegado su hora. Les lloré durante un tiempo, pero luego me recuperé.
Mientras Sheila describía su pasado, le pregunté qué opinión tenía de sí misma. Supuse que enumeraría una larga lista de síntomas de escasa autoestima, pero me sorprendió. Me dijo que siempre se había considerado una persona bondadosa, comprensiva con los demás, inteligente y sociable.
—Ahora —comentó—, me pregunto si me engañaba. Quizá nunca tuve ninguna de esas cualidades.
Su autoestima era perfecta, como un soplo de aire fresco. Pero mientras seguía conversando con ella, empecé a notar que se estaba desintegrando ante mis ojos. Finalmente, resultó que Sheila ya no tenía tan buena opinión de sí misma, sino
que desde hacía poco se había convencido de que la positiva imagen que tenía de
sí era Fruto de su vanidad, la cual la había creado para evitar enfrentarse a su
auténtica personalidad. Incluso llegó a sugerir que su vanidad podría haber sido el
auténtico motivo de su fracaso matrimonial.
Por lo que deduje, la crisis de salud de Sheila, su creencia en un doloroso
pasado que no conseguía descifrar y la deterioración de su imagen personal le
habían creado un dilema mayor que el fracaso de su matrimonio. Sin embargo,
estaba resucitando el dolor que le producía su divorcio, en lugar de aceptar que su
marido la había abandonado por sus propias razones. Es posible que, al supeditar
sus problemas de salud a su búsqueda de unas experiencias pasadas negativas y al
dolor de su divorcio, Sheila hubiera permitido que su cáncer de mama se agravara, y
se deteriorara la imagen que tenía de sí misma.
Lo que podría haber hecho Sheila, al igual que muchas otras personas, era desterrar el mito de que uno controla todos los aspectos de su vida.
Preguntas para un auto examen
· ¿Busca usted constantemente lo que hizo para merecer la enfermedad que padece?
· ¿Cree usted que no logrará sanar hasta que descubra la falta que cometió?
· ¿Suele recrearse en las experiencias negativas del pasado, convencido de que, al hacerlo, estimula su curación?
EL QUINTO HITO: ES IMPOSIBLE LOGRAR UN VERDADERO CAMBIO
Este último mito es muy pernicioso porque ejerce un gran poder sobre la psique, independientemente de que uno esté enfermo o no. Creemos que es imposible cambiar por una razón bien simple: a nadie le gusta el cambio, y a nadie le gusta cambiar. Nos gusta que todo siga igual, incluso, paradójicamente, en situaciones adversas. Creemos que «más vale malo conocido que bueno por conocer», y así es como la mayoría de nosotros consideramos el proceso de cambio.
Aunque el cambio es constante e inevitable, preferimos dedicar nuestros esfuerzos a impedir que se produzcan cambios en nuestra vida. Pedir a las personas que inicien un cambio e invoquen al viento para que impulse su embarcación más allá de las protegidas aguas del puerto y hacia el ancho mar, es como pedirles que se sienten sobre carbón ardiente. Pero lo cierto es que la curación y el cambio son la misma cosa. Se componen de la misma energía. No podemos pretender curar una enfermedad sin antes examinar qué patrones de conducta y actitudes debemos modificar en nuestra vida. Una vez que los hayamos identificado, debemos hacer algo con ellos. Esto requiere pasar a la acción, y la acción propicia el cambio.
Muchas personas se convencen de que basta con abandonar una adicción o iniciar un programa de ejercicios para curarse. Ciertamente, esos cambios ayudan a la curación pero contribuyen muy poco a eliminar los problemas que nos impiden sanar. La curación requiere un cambio interno y externo. Requiere que nos formulemos preguntas como: «¿Me satisface la vida que llevo? ¿Presto la debida atención a mis necesidades personales o tan sólo me ocupo de las necesidades de los demás?» Esas preguntas no sólo dirigen nuestra atención hacia nuestra persona sino que nos obligan a cambiar la trayectoria de nuestra vida e incluso a modificar nuestra naturaleza. Llegados a este punto, generalmente empezamos a discutir con nosotros mismos, diciéndonos una y otra vez, que no podemos cambiar nuestra naturaleza. «Así ha sido siempre —decimos—, porque yo soy así.»
El mito de que es imposible lograr un verdadero cambio está profundamente enraizado en nuestro ADN. Todo y todos parecen sustentarlo porque no queremos cambiar nosotros mismos, ni creemos que los otros puedan cambiar. Incluso cuando confiamos en que una persona cambie sus características negativas, solemos dudar de que sea capaz, de esa transformación.
Para conseguir que se produzca un cambio en lo más profundo de nuestra naturaleza, debemos hacer frente a esas características personales que tratamos de rehuir. A menudo no nos percatamos de ciertas partes de nuestra personalidad, bien porque no queremos reconocerlas o porque no prestamos mucha atención a nuestro lado oscuro. Sea cual fuere el motivo, debemos afrontarlas de una vez por todas. No es tarea fácil. No nos gusta bucear en nuestro lado oscuro, ni nos gusta analizar nuestros temores y nuestros rasgos negativos.
En uno de mis talleres, una mujer de 41 años llamada Louisa nos explicó cómo había reaccionado al averiguar que padecía un cáncer de ovarios. Había acudido a un terapeuta especializado en hipnosis. Al principio, la hipnosis no había surtido
efecto, principalmente porque Louisa era incapaz de relajarse lo suficiente para
desconectar su mente. Un día su terapeuta le propuso que antes de la siguiente
sesión Louisa fuera a hacerse un masaje. Louisa siguió su consejo, y llegó a la
consulta de su terapeuta lo bastante relajada para dejarse hipnotizar. Durante la
sesión de hipnosis, Louisa empezó a hablar de su temor a envejecer. Creía que la
vejez representaba la pérdida de su belleza, su atractivo sexual y, por ende, su
poder como mujer. Consideraba el proceso de envejecimiento como una enfermedad
incurable y afirmó que cada célula de su ser prefería morir a vivir como una anciana
que contemplaría con envidia los rostros de otras mujeres más jóvenes y atractivas.
Cuando Louisa se despertó del trance y su terapeuta le contó lo que había dicho durante la hipnosis, Louisa lo negó.
— ¿Cómo voy a temer envejecer? A fin de cuentas, forma parte de la vida. Todo el mundo envejece.
Durante la siguiente sesión su terapeuta mostró a Louisa unas revistas de moda llenas de fotografías de mujeres guapísimas y le pidió que comentara las fotos. A
medida que volvía las páginas, Louisa empezó a ponerse muy nerviosa y comentó que debajo de aquella tonelada de maquillaje eran unas mujeres de lo más corriente. Su tensión aumentó cuando su terapeuta le pidió que imaginara cómo era la vida de una de aquellas mujeres tan extraordinariamente atractivas. Louisa dijo que no tenía ni remota idea. Cuando su terapeuta le preguntó si creía que esas mujeres temían envejecer, Louisa respondió:
—Pues claro. Lo basan todo en su belleza, y cuando ésta desaparece, su carrera y su vida personal llegan a su fin. Ningún hombre se siente atraído por una vieja.
—Estás hablando de ti misma —respondió su terapeuta—, y es necesario que lo reconozcas. El temor está tan arraigado en ti que estás destruyendo tus órganos
femeninos, porque odias el proceso de envejecimiento que se produce dentro de tu
cuerpo femenino.
Louisa insistió en que no existía la menor relación entre su enfermedad y ese
absurdo temor a envejecer. Desde su punto de vista, su cáncer era el resultado del
estrés que le causaba su trabajo, o quizá simple mala suerte. Louisa era incapaz de
considerar siquiera !a posibilidad de otra interpretación. En su caso, un cambio de
actitud era imposible, pues sólo estaba dispuesta a cambiar su vida mientras ese
cambio no modificara la imagen que ella tenía de sí misma.
Otras personas, sin embargo, consideran el cambio no sólo posible sino como una aventura, sobre todo cuando lo abordan con sentido del humor. Linda, una mujer que padecía cáncer de piel, era una persona encantadora, simpática y con un gran sentido del humor. Decidió plantearse su curación como una aventura.
—Siempre deseé ser una exploradora —comentó—, pero nunca imaginé que tendría que explorar dentro de mi cuerpo.
Linda estaba dispuesta a probar cualquier tipo de tratamiento que hallara en el
mercado. Después de investigar diversas posibilidades terapéuticas, conoció a un
hombre que era a la vez terapeuta y profesor de meditación. Se reunían dos veces a
la semana, y según me comentó Linda:
—Cuando no estábamos en el exterior, estábamos en el interior.
Como parte del tratamiento, él le recomendó que Linda se sumiera en un estado de meditación y respondiera a sus preguntas, A fin de colaborar con el plenamente, Linda compuso un poema que solía repetir unas cuantas veces antes de relajarse y sumirse en un estado de meditación: «Entro para restaurar mi ser, y salgo curada.»
—Como sabía que era necesario —me explicó Linda—, pensé que era mejor hacerlo de buen grado que resistirme. Yo no sabía que tenía miedo a establecer una relación estrecha con la gente, pero así era. Y también descubrí que tenía verdadera fobia a los espacios cerrados, miedo a no poder salir de ahí. Sospecho que ése es el motivo de que pasase tanto tiempo al aire libre, y todo ese sol posiblemente me hizo daño. Mi terapeuta me dijo que esos dos temores estaban relacionados. Ahora, cuando me encuentro en una habitación cerrada, me digo que ya no tengo miedo.
De paso me digo que si tengo algún otro temor oculto en mi interior, que salga y dé
la cara. Ahora estoy preparada para afrontar cualquier cosa.
No es frecuente que consideremos cambiar nuestra forma de ser como una aventura, pero ¿por qué no puede serlo? La enfermedad está tan estrechamente relacionada con nuestros temores y patrones negativos que la perspectiva de curarnos nos infunde tanto miedo como ía propia enfermedad. Saber que debemos realizar unos cambios profundos nos espanta. La admirable actitud de Linda muestra la positiva opción de abordar la curación con confianza y alegría, por improbable y difícil que parezca.
Cuando Larry padecía migrañas, tensión arterial elevada y una úlcera, llegó al extremo de negarse a seguir viviendo «en un cuerpo en ruinas», según me dijo.
Tenía la impresión de haberse convertido en «un basurero físico», y que era «el
terrateniente de un sistema feudal que exigía modernizarse».
Larry preparó un programa terapéutico que cubría todos los aspectos: físico, mental, emocional y espiritual. Pero básicamente se centró en sus problemas emocionales, que, según él, constituían el núcleo de su toxicidad. Fue una experiencia muy grata conocer a Larry, uno de los pocos hombres con que me he encontrado que se propuso renovarse por completo, como hacen algunas mujeres.
Con el fin de comprender las debilidades y lagunas de su naturaleza emocional, Larry se reunió con muchas amigas y antiguas novias para preguntarles la opinión que tenían de él y de la forma de expresar sus emociones.
Luego acudio a una terapeuta y le entregó una lista fr los defectos que, con sinceridad, sus amigas le habían revelado. Entre éstos se hallaba un carácter egocéntrico, falta de comprensión hacia los demás, mal genio y cierta tendencia a
exagerar las cosas para convertirse en centro de atención. Una vez que salió de
su estupor al averiguar lo que sus amigas opinaban de él, Larry, con ayuda de su
terapeuta, comenzó la tarea de transformarse.
—Al principio —dijo Larry—, me sentí como si tratara de escalar una montaña que no tenía cima y seguía trepando sin cesar, o como si cavara un pozo insondable. Debo reconocer que me disgustó lo que esas mujeres dijeron sobre mí.
Si volviera a repetir el experimento les pediría que añadieran también alguna virtud,
para suavizar el impacto. En cualquier caso, mi terapeuta me dirigió para que pensara en mi infancia y tratara de hallar en ella la razón de mi egocentrismo.
Entonces me di cuenta de que siempre había reclamado la atención de mis padres,
y que aunque ellos me habían dado mucho cariño y atención, nunca me había parecido suficiente. Siempre deseaba más, y esa necesidad persistió durante mis años adultos. En cierto momento le confesé a mi terapeuta que empezaba a sentirme como un gusano, pero ella se echó a reír y dijo que eso indicaba que iba por buen camino. No sé lo que quiso decir con esa observación, pero seguí trabajando con ella.
Gracias a su entusiasmo y a su afan por explorar su naturaleza, Larry se percató de que su cuerpo comenzaba a eliminar la tensión que había acumulado a lo largo de los años. Sus migrañas persistieron durante un tiempo, pero su tensión arterial se normalizó y su úlcera empezó a remitir. Para ayudarle a resolver el problema de las migrañas, su terapeuta le enseñó la técnica del “biofeedback”, un método que resulta efectivo con las migrañas puesto que ayuda a una persona a centrar su atención en enviar calor a sus manos, lo cual hace que disminuya la tensión en el cerebro.
—Simultáneamente a este trabajo terapéutico —continuó Larry—, deseaba convertirme en una persona distinta, cuando menos para conservar la salud.
Supongo que era una decisión egocéntrica, pero qué más da. Me esforcé en cambiar. Cuando salía con una chica o con un amigo, procuraba no hablar tan sólo de mí mismo. Me interesaba por sus cosas, les escuchaba con atención. Al principio traté de impresionarles con mi nueva personalidad, pero al poco tiempo comprendí que realmente me interesaba lo que les ocurría a los demás. Y ante todo, me gustaba la persona en la que me estaba convirtiendo.
Gracias a esa actitud positiva, Larry se curó muy pronto de sus migrañas y sus
otras dolencias.
La creencia de que estamos profunda e inevitablemente dañados suele ir acompañada por la convicción de que no merecemos ningún tipo de ayuda, ni humana ni divina, y que tampoco merecemos aceptar la ayuda que nos ofrezcan.
Librarse de esa carga emocional requiere un esfuerzo tremendo, pero no sobre
humano. Tal como demuestra el caso de Larry, requiere fuerza de voluntad. Admiro
mucho la forma en que Larry pugnó por cambiar su personalidad. Su interior no le
infundía miedo, hasta el extremo de que pidió a sus amigos y amigas que le suministraran datos sobre sí mismo, lo cual muchos de nosotros no habríamos sido capaces de hacer por temor. Pero ningún obstáculo era demasiado grande para impedir que Larry alcanzara su meta. Y aunque curar unas migrañas es una minucia comparado
con curar un cáncer, creo que, en caso de haber contraído esa enfermedad, Larry
hubiera tratado de vencerla aplicando el mismo tesón y la misma actitud positiva.
Preguntas para un auto examen
· ¿Piensa en la necesidad de cambiar pero no hace nada para conseguirlo?
· ¿Supone que el cambio le perturbará y deprimirá en lugar de considerarlo una aventura emocionante?
· ¿Considera el cambio como una experiencia caótica que le hará perder el control sobre su vida?
Rara vez he conocido a una persona que no creyera por lo menos en uno de esos mitos. Debido a su difusión, librarse de ellos y de las formas de pensamientos que los acompañan en una tarea ímproba. Sin embargo, puede parecerle reconfortante saber que no será el único en ese camino. El sendero está más concurrido de lo que pueda imaginar, y la mayoría de sus compañeros lo encuentran tan duro como usted.
Como punto de partida para curarse, pruebe alguno de los métodos positivos
que he descrito en este capítulo. Añada cualquier método que usted crea que puede
ayudarle a llevar a cabo los cambios internos que estimularán su curación.
No tema el desespero ni el agotamiento que inevitablemente experimentará.
Nadie puede mantener una actitud positiva y firme todo el tiempo, ni siquiera en las
circunstancias más favorables. En ocasiones las técnicas de curación descritas en
los libros le parecerán absurdas: cambie su mentalidad, adopte una actitud positiva,
haga ejercicio, coma bien y se curará. ¡Ojalá fuera tan simple! Pero no lo es. Una y
otra vez, deberá explorar en su interior, enfrentarse a los mitos en los que cree y
eliminar sus temores y patrones negativos. Debe seguir haciendo esos ejercicios
incluso después de haber sanado. Aunque usted no sea culpable de su enfermedad,
debe penetrar en ella para aprender a hacerle frente, hallar su significado, vivir con ella y vencerla. ¿Hacia dónde sino debemos dirigir nuestra mirada? Podemos
contemplar las estrellas, pero, en última instancia, vivimos en nuestro cuerpo. Nos
preguntamos sobre nuestro lugar en el mundo, sobre la naturaleza de Dios, sobre
cuántos años viviremos. ¿Acaso son esas preguntas distintas de las que nos formulamos cuando llevamos a cabo la tarea de explorar nuestro interior, cuando buscamos nuestra negatividad, o esas partes de nosotros que bemos descuidado durante tantos años? Lo cierto es que no tenemos más remedio que aproximarnos a nosotros mismos: la única forma de salir, por así decir, es entrar.
Consuélese pensando que la enfermedad no es el único medio de que disponemos para localizar y eliminar los temores que se ocultan bajo esos cinco mitos, pero es la más poderosa. La vida es un peregrinaje a través de esos mitos, y en diversos momentos a lo largo del camino deberemos enfrentarnos a esos temores, ya sea durante una crisis profesional, un divorcio, la muerte de una persona querida o el éxito repentino, que puede hacernos temer que nuestros amigos nos envidien y acaben abandonándonos. Cada experiencia en la vida nos acerca a nosotros mismos, pues ya se trate del éxito o del fracaso, nos preguntamos si estamos mejorando o empeorando, y qué parte de nuestro ser ha experimentado un mayor impacto o cambio. La enfermedad nos exige explorar nuestro interior y tomar conciencia de nuestro ser.
EN EL PROXIMO CAPITULO TRATAREMOS DE LOS CHAKRAS
LINK DONDE SE PUEDEN VER EN QUE LUGAR SE ESTÁN PRODUCIENDO SISMOS
domingo, 14 de diciembre de 2008
CONTINUACIÓN DEL LIBRO LA MEDICINA DE LA ENERGÍA
INTUICIÓN
DAR
DAR
ES SENTIR LA PLENITUD,
DEMOS LO BUENO DE NOSOTROS,
SIN ESPERAR GRATITUD.
NADA SE PIERDE EN EL MUNDO
NI UNA MIRADA DE AMOR,
TODO VUELVE A NOSOTROS,
CON EL MISMO CALOR.
UNOS DAN AMOR SINCERO,
OTROS ALGO MATERIAL.
AMBAS COSAS SON NECESARIAS
PUES VIENEN DEL MANANTIAL.
DESPRENDERSE DEL EGOÍSMO
DE TENERLO TODO ASÍ,
AYUDEMOS A LOS OTROS,
AYUDÉMOSLE AQUÍ.
¿PARA QUE TENERLO TODO?
SIN PODERLO COMPARTIR
DIOS NOS DIO A TODOS ALGO
PARA PODER CONTRIBUIR.
AYUDEMOS AL QUE PIDE,
PUES LE DAMOS SALVACIÓN
DIOS TAMBIÉN NOS OYE SIEMPRE
Y NOS DA LA SOLUCIÓN.
AUTOR: VLADIMIR BURDMAN
¿QUE PASA EN NUESTRO MUNDO?
¡¡¡CELEBRA LA VIDA!!!
ELIMINA TODOS LOS MIEDOS "SI ...........
Es el vivir en el pasado o tratar de penetrar en el futuro y temer lo que imaginas que puedes ver. ¡Que gran tontería! ¡Que completa pérdida de tiempo! Todo lo que YO le pido a cada uno de vosotros es que viva plenamente en el AHORA, en este preciso momento, tanto así como para que toda su vida sea un gran ahora sin pensar en el ayer, en el hoy o en el mañana, sino simplemente en este momento inmediato. Esta es la única manera de vivir, porque ningún hombre sabe lo que le puede traer el mañana.
Sé como un niño pequeño, disfrutando cada momento y la vida se volverá algo gozoso. No tiene que preocuparte de dónde vendrá el próximo aliento. Acéptalo y sé agradecido por él a cada momento. Porque vivir completamente en el momento es uno de MIS regalos más grandes y ¡que pocos de MIS hijos están deseosos de aceptar!
Elimina todos los miedos "Si....... Vive en el ahora, haciendo lo que es necesario hacer y disfrutándolo por completo y quiero decir "por completo". Vive, Hijo Mío, como si este momento fuera el único momento de tu vida y disfrútalo plenamente.
YO estoy contigo siempre, aún hasta el final de los tiempos.
NO ESTAS DEPRIMIDO, ESTAS DISTRAIDO
TRATAMIENTO CON LA LLAMA VIOLETA
YO SOY invocando la ley del perdón y del olvido y a la llama
Violeta consumidora, transmutadora, y liberadora
Para que consuma, transmute y libere,
Toda energía invisible o visible, propia y ajena, consciente o inconsciente,
En el pasado, presente o en el futuro en su verdadera causa, efecto, record y memoria
La condición de:
Todo concepto de: rabia, escasez .tristeza enfermedad , fealdad, desaprobación, angustia, desesperación, incomprensión, pereza, discordia ,discusión.
Para que sea reemplazada por:
Amor, abundancia, opulencia, alegría, perfecta salud, belleza, autoestima,
Fe. Confianza, sabiduría divina, voluntad, poder divino, paz y armonía
¡Gracias Padre porque así es!
ABRIENDO PUERTAS
LOS DONES DEL ESPIRITU
Lo que es del Espíritu es Mío, así como el honor y la gloria. Aquellos que son usados para atraerlos no son sino instrumentos y como tales deben permanecer.
Mantente siempre sencillamente como un niño. Déjame usarte más y más de acuerdo a Mi voluntad, sin reservas ni restricciones. No rehúses nada: da todo y recibe todo. Es así de simple. Mantenlo así. Deja que todas las puertas se abran de par en par. Elévate a los mas altos reinos con el gozo más puro. No escondas nada. Deja que brille la luz de la Verdad. No hay nada que esconder cuando caminas Conmigo de la mano.
Sabed que la oscuridad no puede soportar la luz de la Verdad. No hay lugar para la oscuridad cuando la Luz resplandece. Otra vez os digo a cada uno de vosotros: "Encuentra tu camino verdadero y camina por él con serenidad y confianza".
Dejad que Mi paz y Mi amor os penetre y envuelva y que vuestras vidas se llenen de alabanza y agradecimiento.
EL PODER DEL PENSAMIENTO
Tienes un poder magnético en tu interior que es más fuerte que ninguna otra cosa de este mundo.
Un poder magnético insondable que se emite a través de tus pensamientos.
Puedes cambiar tu vida y puedes cambiar el mundo.
¿Te imaginas que pasaría si todos los seres humanos nos propusiéramos a un mismo tiempo emitir pensamientos positivos aunque sólo fuera cinco minutos al día?
Hazlo. Propóntelo cada día. Propónselo incluso a tus amistades y familiares y observad qué sucede en esos minutos del día en que todos pensáis en positivo a la vez.
Verás como aumenta tu sentido de poder personal.
MEDITACION Y EXPLICACION CHACRAS
MADRE UNIVERSAL
DESPIERTA A LA VIDA
VIDA
LA VIDA
Uno de los aspectos de Dios, o de “aquello que llamamos Dios”, es vida. Dios es vida; entre tantas otras cosas, Dios es nuestra vida y la de todo lo que existe
La vida toda es una sola, la tuya, la mía, la de las plantas, el insecto, el ave, etc. No nos pertenece individualmente. Es una inmensa vida en la cual estamos nosotros flotando.
Somos cada uno una esponja en un océano de vida.
Estamos acostumbrados a pensar que cada uno aisladamente posee una cantidad de vida, y que esta, como el agua en un pozo, rodeado de tierra, se va evaporando y secando, y que le puede caer algo sucio o algo que le infecte y la contamine. No. A ella, a ese manantial inmenso, inagotable e indestructible, no le puede ocurrir absolutamente nada.
Ella no puede morir. Es un manantial de energía que fluye a través de nosotros, que nos penetra y que por lo tanto, nos mantiene vivientes; o sea que nosotros somos seres vivientes porque estamos en ella.
Como la raza íntegra cree que el ser humano es un pozo de vida separado y aislado, que es susceptible a la enfermedad, al desgaste por los años, y a la muerte, toda la raza manifiesta esa creencia; pero cuando se borre esa opinión, a fuerza de negarla y afirmar la verdad, dejarán de enfermarse, de envejecer y de morir. Mientras más se piense y medite la verdad, más pronto se librará el ser humano de esas falsas creencias, porque la verdad es acumulativa. “Conocer la verdad y ella os hará libres”, dijo Jesús; y también: “El reino de los cielos es semejante a la levadura, que una mujer tomó y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue fermentado”. Más claro no puede estar. El reino de los cielos no es aquello que nos han ofrecido para otro plano si nos portamos bien. (Es el estado de dicha, armonía y adelanto que estamos buscando aquí). Esta meditación que les está aclarando algo que ustedes no conocían; que les está removiendo células que estaban dormidas, es la levadura a la que Jesús se refiere.
Esta verdad que escuchan hoy continuará trabajando en ustedes, hasta que un día de pronto se les ilumine la idea como un todo. Porque habrá fermentado toda la masa.
Estamos habituados y tan endurecidos por la costumbre, a vernos los unos a los otros, que no nos asombra el milagro que representa un personaje que, habla, piensa, se mueve, oye y vive sólo por si mismo, sin ningún cable que lo conecte a una corriente eléctrica; sin que esté sembrando en la tierra; ¿y ese otro milagro que ocurre a cada minuto?, un niño que al ser separado de la madre que le comunica su vida, continua viviendo. Y nada de esto nos llama la atención. Cuando todo esto nos debería provocar constante asombro y contemplación. ¿Qué es eso?, ¿Cómo es eso?, ¿O es que ustedes creen que esa maravilla, ese milagro lo hace la taza de café con leche?. La comida y el comer son resabios que nos quedan del reino animal, son instintos animales.
Como estos no piensan ni reaccionan aún, no tienen intuición sino instinto. Aún los rige la célula aquella primitiva que era un estómago, o deseo rudimentario. Ellos obedecen ciegamente al principio de generación y a la ley de evolución que ordena la combinación de los elementos y la alteración paulatina de vibraciones.
El hombre ya es pensante, racional e intuitivo. Sus vibraciones se intensifican al pensar en las más altas. Al escuchar, comprender y aceptar la verdad de todas las cosas, acelera su frecuencia y por supuesto se eleva de plano.
La meditación, como es pensar profunda y determinadamente en estos altos conceptos, adelanta al ser rápidamente.
Por eso los estoy haciendo meditar.
Nosotros somos hijos de Dios, hechos de su propia sustancia. Somos esponjas en un océano de vida. No necesitamos alimento exterior. Cuando nos compenetramos bien de esta verdad y la realizamos, nos encontramos comiendo menos y menos, automáticamente sin hacer ningún esfuerzo ni sacrificio. La levadura de la verdad habrá penetrado toda la masa; las células del cuerpo estarán vibrando a altas frecuencias. La vida es ella misma alimento. Ella es salud, energía, belleza. Es vida.
RECOMENZAR
LAS RESPUESTAS ESTÁN EN TU INTERIOR
YO SOY dentro de ti y que YO SOY todo conocimiento, toda sabiduría y toda comprensión, dejarás de malgastar tu tiempo.
Considera que tienes una incesante fuente de vida que bulle dentro de ti. Todo conocimiento, toda sabiduría y comprensión, todo el Amor están allí en la fuente de ese manantial, esperando salir, esperando manifestarse cuando tú lo reconozcas y lo aceptes. No necesitas ningún maestro ni gurú. Todo lo que necesitas es una expansión de tu conciencia para que puedas aceptar estas verdades. Están ahí para que toda la humanidad las acepte cuando esté lista para ello.
Busca siempre la respuesta dentro de ti. No te dejes influenciar por aquellos que te rodean, ni por sus pensamientos, ni por sus palabras.
¡Que fácil es ser como un barco en un mar tormentoso, siendo agitado por una idea y luego por otra hasta que estás completamente desconcertado y perdido! No permitas que esto te suceda. Quédate muy tranquilo; entra al lugar más secreto dentro del centro mismo de tu conciencia. Allí encontrarás perfecta paz, la paz perfecta que sobrepasa toda comprensión.
Cada uno de vosotros tiene un trabajo específico que hacer.
No hay nada vago acerca de Mi plan para cada uno de vosotros. Búscalo, encuentralo y aférrate a él así sea profunda o superficialmente, de golpe o lentamente. Así que, sé como un diamante y observa esas diferentes facetas.
Tu trabajo espiritual es más importante que cualquier otra cosa. Es el latido mismo de tu corazón, tu propia sangre.
Cuando tu relación Conmigo no es la relación adecuada, nada es adecuado. "Busca primero el Reino de Dios"; ése es tu pan de vida, el latido de tu corazón, tu vida misma.
Busca dentro de ti y siempre encontrarás la Verdad. Eleva tu conciencia y mantente en calma. Serena todo tu ser, tu corazón, tu mente y tu alma. En esa calma encontrarás que tu conciencia se expande. Permítele que se expanda y no le pongas restricciones. Vive por el Espíritu, que está en el centro mismo de tu ser. Tú eres el único que tiene la llave, solamente tú puedes darle vuelta a esa llave, abrir la puerta y entrar. Si pierdes la llave, la puerta permanecerá cerrada hasta que la hayas encontrado. Nadie más puede hacer esto por ti.
YO SOY dentro de ti. Aquél que tiene un corazón puro me conoce y camina Conmigo. Que tu corazón se llene de Amor y Alegría.
TEMORES
¿PORQUE ES QUE DIOS A VECES PARECE ATENDERNOS Y OTRAS NO?
AMOR
LOS TRES MANDAMIENTOS PARA LA NUEVA ERA
HABLA AMOR
SE AMOR
VE LUZ
ENVÍA LUZ
SE LUZ
VE VERDAD
HABLA VERDAD
SE VERDAD
Estos tres Mandamientos para la Nueva Era han sido concebidos en esta época específica, para ayudar a todos aquellos que buscan en el sendero que aspira a lo alto.
Contempla la perfección en su gran maravilla y gloria.
DIOS ES EL BIEN Y SOLO GENERA EL BIEN
DIOS ES EL BIEN Y SOLO GENERA EL BIEN
Todo lo que te ha pasado, te pasa y pasará en tu vida y la de los demás, está originado por cuatro factores:
1.- LA MENTE
2.- EL KARMA
3.- EL PERDÓN
4.- EL PLAN DIVINO
LA MENTE
Es la facultad de pensar y nos permite darnos cuenta que somos. Es lo que pone en acción la facultad de ser "YO SOY". La mente en nosotros es la que nos permite parecernos a Dios porque es creadora como EL.
Con la mente el ser humano ha creado grandes culturas y sistemas filosóficos, inmensas ciudades y fantásticos inventos, pero no se ha dado cuenta que también ha creado su mundo personal con sus felicidades e infelicidades, bienestar y malestar.
Desde el Centro Corazón de la Creación que se conoce con el nombre de "Sol Espiritual Central" desciende hacía todo ser humano la energía que le permite sostener su cuerpo físico, sentir y pensar.
Esta energía viene cristalina, sin calificación de ningún tipo, ni en bien ni en mal, poder o debilidad, sabiduría o ignorancia, ni siquiera en amor u odio.
La mente es el poder capaz de crear las cosas en las que se piensa. Si tú piensas en hacer una casa, la puedes manifestar. Igualmente si piensas en que todo el mundo te ama, el Planeto entero te amará. Como dice el axioma hermético
"TODO ES MENTE"
Este proceso de calificación de la energía sucede en la mente humana en tres niveles diferentes:
- Mente supraconsciente
- Mente consciente
- Mente subconsciente
EL CONSCIENTE
La Mente Consciente es aquella que se da cuenta de las cosas que están con nosotros en todo lo que vemos conscientemente.
Esta mente vive calificando todo lo que ve como bien o mal.
El odio, miseria, negligencia, fealdad, enfermedad que puedas ver en tu mundo o en el de otros no es otra cosa que la calificación mental tuya, de los demás o de todo el conglomerado manifestándose. Todas esas condiciones se pueden cambiar pensando y calificando lo contrario. Esto se logra a través del decreto.
EL DECRETO es una afirmación verbal o mental sentida de tal forma que es capaz de producir el efecto de lo dicho. Esto es, que si en algún lugar alguien está peleando, tú puedes decretar "YO SOY AQUÍ EL AMOR" y esto transforma la situación de inmediato en reconciliación.
Si vas a visitar a un enfermo puedes decretar "YO SOY LA SALUD" y traer a la manifestación la salud porque así lo estás calificando.
EL SUBCONSCIENTE
El Subconsciente es aquella parte de la mente donde pasan las imágenes mentales después que se han fijado muy poderosamente en la conciencia. En el subconsciente tenemos grabado todo lo que creemos que somos; nuestro estado de seguridad, inteligencia o incapacidad, amor u odio, belleza o fealdad, salud o enfermedad, riqueza o pobreza, perdón o rencor.
La manera de ir limpiando el subconsciente de todo lo que no deseamos en nuestra vida es, primeramente, rechazando lo negativo, diciéndole "LE QUITO PODER" y afirmando lo positivo para calificar en perfección todas las imágenes del subconsciente y del consciente.
LA SUPRACONSCIENCIA
La Supraconsciencia es aquello que vive en el estado de no calificación. Se conoce con el nombre del "Yo Superior". Se manifiesta en nuestras vidas cuando el consciente y subconsciente aprenden la lección de sólo grabar y proyectar perfección hacía cada partícula de vida. Cuando vivimos en la mente supraconsciente sólo manifestamos armonía, belleza, sabiduría y perfección en todos los sentidos.
GEA
En la historia de la creación de los antiguos Griegos, el Caos precedió a todo. El Caos estaba hecho de Vacío, Masa, Obscuridad y Confusión.
Entonces surgió la Tierra, en la forma de GEA. De la Madre Tierra brotó el cielo estrellado, con la forma del dios del cielo Urano. De GEA también surgieron las montañas, los llanos, los mares y los ríos que constituyen la Tierra como la conocemos hoy.
GEA o Madre Tierra, era la más antigua de todos los dioses de los antiguos Griegos. Ella era conocida como la diosa suprema tanto por los humanos como los dioses. Ella presidía sobre los matrimonios y los juramentos y era honrada como una profetisa.
AUTOESTIMA
Os propongo que éste sea un año de autoestima, que es lo mismo que proponer un año de Amor, pero de Amor bien entendido. Propongo un año de ser conscientes de cada uno de nuestros actos y de las verdaderas razones que nos conducen a realizarlos. Uno de los grandes males de nuestros tiempos es que cada vez hay más personas que padecen falta de autoestima. Esto se debe por una parte, a que nuestra sociedad está muy estereotipada y obliga a sus individuos a ceñirse a unas normas de estética, de conducta, de pensamiento, etc., y cuando te sales de ellas ya no eres bien visto; entonces, o eres una persona transgresora por naturaleza o puedes sentirte mal por no "dar la talla". Por otra, también se nos ha enseñado a que no seamos "egoístas", porque "pensar en uno mismo" no está bien. No nos engañemos; nadie puede dar de un cesto vacío. Cuando te das a ti misma, estás dando a los demás, porque tú formas parte de ese "demás".
La Vida está llena de magia, de amor, de felicidad, pero la Vida eres tú. Cada día creas tu propia vida con tus pensamientos positivos y negativos. Acostúmbrate a pensar en positivo; es sólo una cuestión de costumbre y toda costumbre se adquiere a través de la constancia.
Tienes un pensamiento negativo respecto a ti misma: cámbialo por uno positivo. Alguien dice algo desagradable de ti: reflexiona para descubrir si hay algo de verdad en ello y lo puedes mejorar, luego cámbialo a positivo o sencillamente olvídalo si estás segura de que no es cierto. Tómatelo como una disciplina.
Los resultados serán sorprendentes. La Vida se te pondrá de cara; dejarás de nadar a contracorriente. Si tú te quieres, los demás te quieren y te respetan, y si no es así, desaparecen de tu vida. No es que debas creerlo porque te lo digo yo, sino por la Ley de la Atracción, la ley de que lo semejante atrae a lo semejante. Esta ley como todas las leyes, es infalible, como la ley de la gravedad.
Vive feliz y en paz contigo misma, independientemente de tus circunstancias. Actúa con sinceridad con los demás y sobre todo contigo misma. Obra de manera que si te fueras a morir hoy mismo pudieras hacerlo sin lamentar nada, sin dejar nada por hacer. No esperes los resultados: el fruto de tus acciones lo cosechas dentro, no fuera. Pero recuerda que lo que se cosecha dentro, siempre acaba manifestándose fuera.
Vive el Amor que hay en ti, entrégate ese amor y cuando sea tuyo podrás darlo a los demás.
Louis L. Hay
LA ORBITA MICROSCÓSMICA
LA ORBITA MICROSCÓSMICA
De hecho son los Nadis, IDA y PINGALA. IDA es femenino y circula hacía abajo; PINGALA es masculino y circula hacía arriba. Ambos están entrelazados alrededor de la columna vertebral o Sushumna que va del chacra Raíz (1) al Chacra Corona (7).
Al quedar comunicados los dos meridianos se cierra el circuito de circulación de energía y se forma la Órbita Microcósmica. Al principio realizaremos ciclos de 10 ó 12 respiraciones. Más adelante podemos alcanzar 20 ó mas ciclos.
UNIVERSOS PARALELOS
GLORIOSA PRIMAVERA
UNA GLORIOSA TOTALIDAD
Es como si hubieras dormido y ahora hubieras despertado para encontrar un mundo nuevo. Todo luce diferente y hermoso, como si hubieras ido a dormir en invierno cuando todo yace dormido y hubieras despertado en una gloriosa primavera. Los mismos árboles, el mismo jardín están allí, pero vibrantes con vida, crecimiento, color y belleza, porque todo es nuevo y tú te sientes nuevo en el proceso. Nuevos pensamientos, nuevos sentimientos, nueva comprensión -un Amor nuevo más profundo y más glorioso- están vibrando a través de todo tu ser. Regocíjate Hijo mio, regocijate. Anda delicadamente, alerta, de manera que no pierdas nada. Ve aún al insecto más pequeño en una nueva luz. Porque has elegido abrir los ojos, todo es sin duda nuevo.
Has dividido la vida, pero ahora es un Todo glorioso. La totalidad calma tu corazón, lo agranda, eleva tu conciencia. Esta innovación tiene que comenzar desde adentro y luego expandirse hacia afuera más y más. No hay límites para esta expansión; puede continuar para siempre
FUERZA ATRACCIÓN
FUERZA DE ATRACCION DEL PENSAMIENTO
Es la Ley del Amor. Esta Ley del Amor nada tiene que ver con el instinto que lleva a un apuesto joven hacia una bella muchacha y recíprocamente (aunque forma parte, cuando el sentimiento es intenso y la atracción física es magnificada por afinidades profundas). Se puede definir así: “Las vibraciones idénticas se atraen, se unen y se fortalecen mutuamente”.
La ciencia reconoce que todo es vibración en el Universo. Comprende por lo tanto “cómo” tu atraes todo lo que deseas manteniendo tu pensamiento al mismo nivel de vibraciones que deseas obtener.
No en vano se dice de un ideal, de un sentimiento, que son “elevados” o “bajos”, el lenguaje traduce exactamente la verdad. Un pensamiento de esperanza, de amor despojado de todo egoísmo, la admiración, la generosidad, crean en nosotros vibraciones altas, rápidas, que juntándose a todas las vibraciones análogas forman con ellos una poderosa emisión.
¿Nos sentimos “deprimidos”? (también aquí el lenguaje es de lo más exacto). Es porque nuestras vibraciones bajan, se aminoran, y nada que sea feliz, armonioso, beneficioso, tiene cabida en nuestro campo de atracción.
Y así se escapan nuestras más caras esperanzas. Somos semejantes a imanes súbitamente desimantados. Nos es preciso un esfuerzo consciente para elevar nuevamente nuestras vibraciones al nivel de las hermosas realizaciones.
Los creyentes tienen una forma soberana de levantar las vibraciones desfallecientes: la oración, el llamamiento a un
Dios de bondad, el abandono a Su Voluntad, que es gozo y abundancia. El Padre-nuestro pensando y pronunciando las palabras, pone de acuerdo varias veces al día las vibraciones del creyente con aquellas que implican tanto el pan cotidiano como la iluminación espiritual. Los que no posean “una fe” deberán tener “una fe”, fe en un ideal que los supere y hacia el cual dirigirán todas sus fuerzas.
Aplicación: Observa cómo, cada vez que tú te sientes desanimado, es en desmedro de tu vitalidad, mientras que la esperanza parece elevarte y redoblar tus fuerzas.
Hoy, tiende hacia la esperanza y sentirás cómo sube el nivel de tus vibraciones. En tales momentos nada enojoso habrá de sucederte: tú atraes la dicha así como el imán atrae al hierro.
Para recordar:
Un pensador vive siempre en el mundo de su propia creación consciente.
MI AMADO AMIGO JESÚS
MAESTRO JESÚS
UBICACION CHACRAS
CHACRAS
Están ubicados a lo largo de la columbra vertebral y son siete los principales. Cuando se abren los Chacras, poco a poco la Energía entra y equilibra el organismo, liberando bloqueos y toxinas que en definitiva son las causas de las enfermedades.
UBICACIÓN DE LOS CHACRAS
CHACRA 7 Situado en la parte superior de la cabeza, coronilla
CHACRA 6 En el centro de la frente, 2 cm. encima cejas
CHACRA 5 En la séptima vertebra cérvical, a nivel hombros
CHACRA 4 En la vert4ebra dorsal, a nivel corazón
CHACRA 3 En la columna, a nivel cadera, detrás del ombligo
CHACRA 2 En el coxis
CHACRA 1 En la base del espinazo
ORGANOS QUE CORRESPONDEN A CADA CHACRA Y ENFERMEDADES QUE SE PUEDEN TRATAR
CHACRA 6: Gobierna el cerebro. Sirve para curar los vértigos y estimula la concentración y la memoria. No sobrepasar el tratamiento por más de seis días consecutivos.
CHACRA 5: Gobierna el aparato respiratorio (laringe, tráquea, bronquios, pulmones) órganos de los sentidos (ojos, oídos, nariz, boca) toda la piel y glándula tiroides. Se utiliza para tratar problemas de alergia, asma, resfríos, otitis, glaucoma, psoriaris, etc.
CHACRA 4: Este chacra se relaciona directamente con las emociones. Gobierna además el aparato circulatorio, el corazón, los vasos sanguíneos y los vasos linfáticos. Se utiliza para tratar problemas de colesterol, trombosis, presión alta o baja, ansiedad, depresiones, angustia, etc.
CHACRA 3: Gobierna el aparato digestivo (esófago, higado, páncreas, intestinos), el aparato urinario (riñones y vejiga) y se relaciona con la producción de glóbulos blancos. Se utiliza para tratar la diabetes, gastritis, infección urinaria, lupus, etc. Este chacra tiene que ver con la reserva de energía.
CHACRA 2: Gobierna los órganos sexuales en el hombre y en la mujer y se relaciona con la producción de glóbulos rojos. Se utiliza para tratar infecciones, impotencia, frigidez, problemas al útero, a los ovarios, anemia, etc.
SER INTERNO
EL SER
Esto significa que puedes acceder al Ser ahora mismo, porque es tu yo profundo, tu verdadera naturaleza. Pero no trates de asirlo con la mente, no intentes entenderlo. Solo puedes conocerlo cuando la mente se aquieta, cuando estás plena e intensamente presente en el Ahora.
Recuperar la conciencia de Ser y permanecer en ese estado de "sensación-realización" es lo que es la Iluminación.
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