Es una cuestión de perspectiva el que tengamos que hacer o acabara ocurriendo de todos modos la antigua modalidad de conciencia. Hacer y dejar ocurrir son, de hecho, un solo proceso; como eres uno con la totalidad de la conciencia no puedes separarlos. Pero el éxito humano no está absolutamente garantizado. El proceso no es inevitable ni automático. Tu cooperación es parte esencial del mismo. Lo mires como lo mires, es un salto cuántico en la evolución de la conciencia y también es nuestra única posibilidad de sobrevivir como especie.
Para notar si te has dejado atrapar por el tiempo psicológico puedes usar un criterio muy simple. Basta con preguntarse ¿Hay alegría, fluidez y ligereza en lo que estoy haciendo? Si no la hay, el tiempo encubre el momento presente y percibimos la vida como una carga o como un esfuerzo.
Si no hay alegría, fluidez o ligereza en lo que haces, eso no significa necesariamente que tengas que cambiar "lo" que haces. A veces basta con cambiar la manera de hacerlo. El "cómo" siempre es más importante que el "que". Trata de conceder mucha más atención a lo que "haces" que al resultado que esperas obtener. Concede toda tu atención a lo que es el momento presente. Esto implica aceptar plenamente lo que "es", porque no puedes conceder toda tu atención a algo y al mismo tiempo resistirse a ello.
En cuanto honras el momento presente, toda infelicidad y esfuerzo se disuelven y la vida empieza a fluir con alegría y suavidad. Si tus actos surgen de la conciencia del momento presente, cualquier cosa que hagas, hasta la acción más simple, quedará impregnada de calidad, cuidado y amor.
Por tanto no te preocupes por el fruto de tus acciones: mantente atento a la acción misma. El fruto ya vendrá cuando corresponda. Ésta es una práctica espiritual muy poderosa.
Cuando cesa el esfuerzo compulsivo por alejarse del ahora, la alegría del Ser fluye en todo lo que haces. En cuanto tu atención se orienta hacía el ahora, sientes una presencia, una quietud, una paz. Ya no dependes del futuro para conseguir la satisfacción o la realización; no buscas en él la salvación. Por lo tanto, no te apegas a los resultados. Ni el éxito ni el fracaso pueden cambiar el estado de tu Ser interno.
Estando liberado del tiempo psicológico ya no persigues tus objetivos con sombría determinación, impulsado por el miedo, la ira, el descontento o la necesidad de convertirte en alguien. Tampoco te paraliza el miedo al fracaso que para el ego implica una pérdida de identidad.
Respetas y honras todas las cosas, pero ninguna importa demasiado. Las formas nacen y muren, pero tú eres consciente de lo eterno que está detrás de las formas.
Cuando este es tu estado de Ser ¿cómo puedes fracasar? Ya has triunfado
Para notar si te has dejado atrapar por el tiempo psicológico puedes usar un criterio muy simple. Basta con preguntarse ¿Hay alegría, fluidez y ligereza en lo que estoy haciendo? Si no la hay, el tiempo encubre el momento presente y percibimos la vida como una carga o como un esfuerzo.
Si no hay alegría, fluidez o ligereza en lo que haces, eso no significa necesariamente que tengas que cambiar "lo" que haces. A veces basta con cambiar la manera de hacerlo. El "cómo" siempre es más importante que el "que". Trata de conceder mucha más atención a lo que "haces" que al resultado que esperas obtener. Concede toda tu atención a lo que es el momento presente. Esto implica aceptar plenamente lo que "es", porque no puedes conceder toda tu atención a algo y al mismo tiempo resistirse a ello.
En cuanto honras el momento presente, toda infelicidad y esfuerzo se disuelven y la vida empieza a fluir con alegría y suavidad. Si tus actos surgen de la conciencia del momento presente, cualquier cosa que hagas, hasta la acción más simple, quedará impregnada de calidad, cuidado y amor.
Por tanto no te preocupes por el fruto de tus acciones: mantente atento a la acción misma. El fruto ya vendrá cuando corresponda. Ésta es una práctica espiritual muy poderosa.
Cuando cesa el esfuerzo compulsivo por alejarse del ahora, la alegría del Ser fluye en todo lo que haces. En cuanto tu atención se orienta hacía el ahora, sientes una presencia, una quietud, una paz. Ya no dependes del futuro para conseguir la satisfacción o la realización; no buscas en él la salvación. Por lo tanto, no te apegas a los resultados. Ni el éxito ni el fracaso pueden cambiar el estado de tu Ser interno.
Estando liberado del tiempo psicológico ya no persigues tus objetivos con sombría determinación, impulsado por el miedo, la ira, el descontento o la necesidad de convertirte en alguien. Tampoco te paraliza el miedo al fracaso que para el ego implica una pérdida de identidad.
Respetas y honras todas las cosas, pero ninguna importa demasiado. Las formas nacen y muren, pero tú eres consciente de lo eterno que está detrás de las formas.
Cuando este es tu estado de Ser ¿cómo puedes fracasar? Ya has triunfado
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