viernes, 12 de diciembre de 2008
LA MEDICINA DE LA ENERGIA - CAROLINE MYSS
¿En qué consiste la medicina energética?
Mi intención al escribir este libro es ofrecer al lector una nueva perspectiva
sobre la salud, específicamente: por qué no nos curamos y cómo podemos
conseguirlo. Quizá dé la impresión de que abordo el tema de la curación como si
fuera secundario, puesto que dedico una gran parte del libro a los motivos que nos
impiden sanar, pero creo que muchos de nosotros sentimos casi tanto miedo a sanar
como a estar enfermos. Confío en que el lector, al percatarse de que el temor y otras
emociones nos impiden sanar, identifique con más facilidad la forma en que dificulta,
consciente o inconscientemente, el proceso de su curación.
Dar por sentado que todo el mundo desea curarse es a la vez erróneo y
peligroso. Por ejemplo, la enfermedad puede convertirse en un potente instrumento
para reclamar atención; como forma de influir en los demás, la enfermedad hasta
puede resultar atractiva. Por otra parte, la enfermedad puede transmitir el mensaje
de que la forma de vida debe modificarse drásticamente. Puesto que el cambio
constituye uno de los aspectos más aterradores de la vida, quizás el temor al cambio
sea mayor que el miedo a la propia enfermedad y, como consecuencia, los cambios
necesarios son aplazados continuamente.
Uno de los errores de la cultura holista de hoy en día consiste en la creencia
de que la enfermedad es el resultado de una actitud personal negativa, ya sea
debida a trágicas experiencias pasadas que contaminan nuestras mentes y nuestros
cuerpos, o al mal karma de una vida anterior.
Pero la actitud negativa no es la única fuente de enfermedad. Esta también
puede ser la respuesta a una plegaria; y guiarnos físicamente hacia un camino de
percepción y conocimiento que de otro modo nunca habríamos recorrido. La
enfermedad puede convertirse en un catalizador que nos impulse a ampliar nuestra
conciencia psíquica y comprender el profundo significado de la vida.
A pesar de ser aterradora, la enfermedad constituye, al mismo tiempo, una
invitación a penetrar en la naturaleza del misterio. La vida está llena de misterios que tenemos que explorar pero que no debemos esperar resolver. Debemos vivir con las
preguntas que nos formulamos sobre nuestra vida, incluso considerarlas nuestras
compañeras y permitir que nos guíen hacia las regiones más recónditas de nuestro
ser, donde descubrimos lo sagrado. Confío en que este libro le ayude a hallar
nuevas formas de abordar el significado de la enfermedad y otros desafíos que se
plantean en la vida, a profundizar en los misterios de su ser y a avanzar en el
camino personal que conduce a las regiones de lo espiritual.
Si bien la enfermedad puede ayudarle a hallar su esencia sagrada, su unión
con Dios, con la humanidad y con todas las criaturas, no es preciso que enferme
para entrar en contacto con su espíritu y sanar su vida. He comprobado que las
personas empiezan a comprender la naturaleza sagrada de su ser al investigar lo
que yo llamo medicina energética. Existen siete centros de energía en nuestro
cuerpo que, según el sistema hindú, se denominan chakras. Cada chakra
corresponde, más o menos, a una zona de nuestro cuerpo. Yo concibo esos chakras
como unos discos informáticos o unos bancos de datos «energéticos» en los que se
almacena todo tipo de información. En el curso de mi trabajo, he constatado que
esos siete centros de energía se corresponden con los diversos problemas y desafíos
que nos plantea la vida, los mismos que los siete sacramentos del cristianismo y los diez sefirot del Árbol de la Vida de la tradición cabalística judía también nos ayudan a resolver.
Nuestro espíritu alcanza la madurez y comprensión de nosotros mismos en
siete estadios de desarrollo espiritual. A medida que superamos esas etapas
adquirimos distintas formas de poder interior. Los chakras —y sus homólogos en los
sacramentos y el Árbol de la Vida— marcan una senda de evolución interior.
Constituyen los hitos de nuestro camino personal, que nos conduce hacia una conciencia psíquica superior. Aprender el lenguaje de los chakras y fomentar estas
cualidades espirituales refuerza nuestro cuerpo físico al mismo tiempo que nos
ayuda a sanar o a conservar la salud.
Un hombre llamado Ben, que asistió a uno de mis talleres terapéuticos mientras seguía un tratamiento contra un cáncer de próstata, reaccionó de inmediato
cuando le expliqué la correspondencia entre los chakras, los sacramentos y el Árbol
de la Vida. Para él, constituían un nuevo lenguaje de curación. Ben comenzó a usar
el lenguaje simbólico que enseño en mis talleres —y que explico en este libro— para
su curación. Cada vez que iba a visitar a su médico para recibir tratamiento,
pronunciaba antes una oración o mantra, mediante la cual invocaba el poder de los
chakras, los sacramentos y el Árbol de la Vida a fin de «activar» su cuerpo. Al cabo
de seis meses su cáncer remitió.
Como «intuitiva» médica, describo a las personas la naturaleza de sus enfermedades físicas y las distinciones energéticas que presentan en su cuerpo. A partir de la observación de los campos de energía que impregnan y rodean el cuerpo, obtengo información sobre experiencias importantes de la infancia, comportamiento y supersticiones, todo lo cual incide de forma decisiva en la salud física de la persona. Basándome en la información que percibo intuitivamente en sus campos energéticos, inclusive los chakras, les recomiendo la forma de tratar su dolencia tanto física como espiritualmente.
El propósito de utilizar la medicina energética es tratar simultáneamente el
cuerpo y el espíritu. A medida que usted se adentre en el lenguaje de los chakras,
aprenderá a identificar los factores emocionales, psicológicos y espirituales
estresantes que afectan a su salud de un modo negativo y que se corresponden con
sus síntomas físicos. Asimismo, en su salud incide su grado de autoestima y su
relación con los demás, su respuesta a experiencias o recuerdos traumáticos y la
forma en que administra su energía en las situaciones cotidianas.
La medicina energética es una ciencia muy antigua; sus principios y sus técnicas eran conocidos por los antiguos hindúes, los chinos y los sanadores chamanes. Lo que representa una novedad es la correlación que he establecido entre las ideas espirituales orientales de los chakras y la ética y las verdades espirituales occidentales, afín de crear un nuevo lenguaje de la energía. La palabra energía ha asumido recientemente distintos significados, pero yo la utilizo para referirme tanto a la energía física como espiritual. La metafísica oriental y la teosofía
occidental han descrito una serie de envoltorios o capas energéticas que rodean e
interactúan en el cuerpo. Cuando los místicos nos dicen que somos infinitamente
más vastos de lo que nos imaginamos, en parte se refieren a este campo energético. Todos lo poseemos y en él se halla valiosa información sobre nuestras circunstancias y necesidades físicas, psicológicas y espirituales.
En mi realidad de intuitiva, interpreto este campo y veo la relación entre, pongamos por caso, una pérdida de energía en el páncreas y la aparición de diabetes o hipoglucemia. Asimismo, puedo observar la evolución de determinados aspectos de la vida de una persona, por ejemplo, el estrés debido al exceso de responsabilidad o al temor a ésta. Al aprender el lenguaje de los chakras, usted podrá darse cuenta de la interacción entre la energía física y la energía espiritual, y utilizar esa percepción para prevenir o curar una enfermedad realizando ciertos cambios en su vida.
Asimismo, puede aprender a utilizar la visión simbólica a fin de interpretar
intuitivamente los símbolos de poder en su vida, averiguar en qué ha invertido su
energía personal, descubrir el auténtico significado de los desafíos que se plantean
en su vida, al margen de los hechos tangibles y comprender de qué forma incide
todo ello en su salud.
Este libro le ofrece una guía del lenguaje de los chakras, más breve que mi libro anterior, Anatomía del Espíritu, a fin de que se familiarice con el lenguaje de la
energía y emprenda su propio proceso de curación. Si ha leído Anatomía del Espíritu
o The Creation af Health, puede utilizar esta revisión de los chakras para refrescar la memoria.
Los chakras están alineados verticalmente desde la base de la columna hasta la coronilla, para indicar que ascendemos hacia lo Divino a medida que aprendemos a dominar el influjo seductor del mundo material. En cada estadio, adquirimos una
mayor comprensión de nuestro poder personal y espiritual, puesto que cada chakra
representa una lección espiritual o un desafío común a todos los seres humanos.
Aunque el sistema de chakras se desarrolló en Oriente y constituyó la base para
ciertas enseñanzas hindúes, budistas y racistas, los tipos de energía que describen
se corresponden con la energía definida por los sefirot cabalísticos y por los
sacramentos cristianos.
Al principio del libro, y de forma más exhaustiva al final, reviso el lenguaje de
los chakras. Describo diversas formas de utilizar su energía para sanar, y técnicas
para el desarrollo de la visión simbólica. Asimismo, presento un contexto simbólico
más amplio orientado a la curación. Aunque no he escrito antes sobre este concepto,
lo utilizo desde hace tiempo en mis talleres. Dicho en pocas palabras: veo la historia de nuestra evolución espiritual como una sucesión de culturas de poder (o energía) que se corresponden aproximadamente con diferentes eras astrológicas. Una era astrológica dura unos dos mil años, durante los cuales la conciencia humana se
desarrolla de nuevas formas. En cada una de esas eras existió un determinado tipo
de energía dominante, la cual influía en la vida, la salud y la espiritualidad de las
personas. Cada era ha aportado al conocimiento humano determinadas concepciones
sobre la naturaleza de la realidad y el poder del espíritu, unas concepciones que
aún hoy influyen en nuestra salud y en nuestra alma. A fin de ayudar al lector a
comprender el tipo de poder o energía característico de cada una de esas eras,
recurro al simbolismo de la astrología.
La era de Aries se extendió aproximadamente desde el 2000 a. C. hasta el nacimiento de Jesús, que inició la era de Piscis. Y como cualquiera que conozca la obra musical Huirl sabe, estamos entrando en la era de Acuario. Aries, un signo de fuego, representa el fuego que se enciende, la creación inicial, el comienzo del zodíaco y, a mi entender, el despertar de numerosas culturas y civilizaciones. Durante
la era de Aries se inició una unidad tribal de culturas, pensamiento y leyes que
reemplazó al tribalismo más primitivo de la precedente era de Tauro. La de Aries fue
la era del dominio del medio físico por parte del hombre, de las leyes —desde el
Código de Hammurabí hasta las tablas de Moisés—, de la colocación de los
cimientos sociales y culturales sobre los que se basó el desarrollo emocional,
psicológico y espiritual de la siguiente era.
La era de Piscis fue una época de dualismo en que la conciencia humana se polarizó radicalmente entre la cultura occidental y la oriental, la iglesia y el estado, el
cuerpo y el espíritu (en una división que tuvo en el maniqueísmo su máximo
exponente), la ciencia del magnetismo, incluso la polaridad entre la izquierda y la
derecha. Al mismo tiempo, nos alejamos de la mentalidad tribal para desarrollar un
claro sentido del yo: el Renacimiento ensalzaba al individuo, los artistas y los
compositores comenzaron a firmar sus obras y la gente empezó a escribir diarios. El
concepto de ley pasó de basarse en códigos tribales a basarse en los derechos del
individuo, representados por la Carta Magna, la Constitución norteamericana y otras
leyes más recientes destinadas a suavizar las restricciones sociales y religiosas.
Mientras entramos en la era de Acuario, a finales del siglo XX, nos estamos
alejando de eras astrológicas representadas por peces y animales, y avanzamos
hacia una era representada por un ser humano: el aguador. Si el tema de Piscis era
la división, el tema de Acuario es la integridad, en la cual aspiramos a descubrir una unidad espiritual. Las religiones del mundo han comenzado a tratar de adaptarse
unas a otras en formas sin precedente, y hemos desarrollado un mercado global,
una tecnología global, y una conciencia global de la justicia social y de la necesidad de preservar el medio ambiente, pese a las evidentes violaciones de ambos. El cántico que se dejó oír por primera vez en la convención democrática de Chicago en
1968: « ¡Todo el mundo nos observa!», se ha convertido en un canto tan profético
como la descripción de Marshall McLuhan de la cultura mundial emergente como
una «aldea global». Esta nueva unidad tribal mundial suplantará el tribalismo, mucho
más limitado, de la era de Aries. Con cada era astrológica, la conciencia espiritual ha madurado y se ha producido una mayor toma de conciencia de nosotros mismos, del
espíritu inherente a otra vida y del gran poder que nos rodea. Es preciso que examinemos el papel que cada una de esas eras ha desempeñado a fin de comprender
cómo hemos asimilado sus actitudes y criterios y de qué manera éstos están
obstaculizando nuestros esfuerzos para curarnos individual, física y espiritualmente.
Con el paso de las diferentes eras astrológicas, se han sucedido diversas mentalidades y distintos tipos de poder físico y espiritual. A estas actitudes y poderes, yo los he denominado tribal, individual y simbólica. La comprensión de las
características del poder propio de cada era astrológica nos permite reconocer que
poseemos múltiples capacidades de percepción: la percepción tribal es sensorial, la
individual abarca interpretaciones emocionales y psicológicas, y la simbólica penetra
en los dominios impersonales de la visión arquetípica.El poder tribal, característico
de la era de Aries, es esencialmente una conciencia de grupo, la cual tiene su
manifestación más importante en la pertenencia a una familia, grupo étnico, religión
y nación. Los puntos fuertes del poder tribal: seguridad, orden, lealtad, sentido de la identidad, se convierten fácilmente en sus debilidades; rigidez, conformismo,
patriarcalismo, xenofobia. La conciencia tribal se centra en los elementos externos
con exclusión de numerosos imperativos individuales y espirituales internos, y, por
tanto, es un sistema de percepción esencialmente sensorial.
El poder individual, por el contrario, está relacionado con nuestra identidad
emocional y psicológica, simbolizada por la era de Piscis, durante la cual la ciencia y las artes florecieron, y el valor del genio individual aumentó. Los puntos débiles del poder individual son un foco excesivo en el yo, el narcisismo y la tendencia a polarizar el bien y el mal, lo masculino y lo femenino, Oriente y Occidente, el conocimiento y la intuición, el hemisferio cerebral izquierdo y el derecho.
Por ultimo, el poder simbólico nos permite ver las cosas en términos impersonales; contemplar la historia y nuestras vidas bajo la visión global y unificadora característica de la era de Acuario, la cual nos impulsa a descubrir el poder interior de la conciencia. La energía de esta era astrológica emergente nos
conduce hacia la creación de una cultura en la que el espíritu y la energía ocupan un
lugar prioritario frente a la materia y el cuerpo, y a la comprensión de que la energía que anida en nuestra mente, cuerpo y espíritu es la misma que la energía de Dios o de una divinidad superior. Sin embargo, mientras entramos en la era de Acuario, mantenemos la conexión con la energía evolutiva contenida en todas las eras
anteriores.
La capacidad de entender el poder y la energía de esas tres formas nos facilita
una nueva percepción de las elecciones que hacemos a lo largo de nuestra vida,
comprender cómo éstas influyen en nuestro espíritu y nuestra salud, y cómo podemos ayudamos a recobrar la salud y a recuperar nuestro espíritu.
En el desarrollo de la historia vemos un reflejo de nuestra propia evolución espiritual y nuestra necesidad de adaptarnos al cambio. Las dificultades y la
enfermedad forman una parte integrante de nuestro desarrollo espiritual. De igual
forma que, al analizar la historia del mundo, creamos un significado a partir de unos
hechos aparentemente inconexos, también podemos crear un significado a partir de
los problemas y los desafíos de nuestra vida cotidiana.
Mi intención, y esperanza, es que toda esta información procure al lector un
medio a través del cual abordar la enfermedad sin temor y afrontar los cambios con
coraje. Espero que este libro le ofrezca unos métodos novedosos y útiles de verse
asimismo, los factores que amenazan su salud y su capacidad de sanar. Mi deseo
es que se vea a sí mismo en el contesto de la cultura actual, a fin de desarrollar la
visión simbólica. De este modo, confío en que logre encender el fuego sanador que
reside en lo más profundo del espíritu humano, el cual le guiará a lo largo del camino de su curación.
El fuego sanador, que se ha apoderado de nosotros como individuos, se halla
también presente en todos los rincones del planeta; una fuerza mucho más poderosa que nosotros nos impulsa a curarnos a nosotros mismos, a nuestra cultura y a
nuestro entorno; a convertirnos, en definitiva, en una especie consciente. Por este
motivo muchos de nosotros deseamos estar sanos y tener plena conciencia propia, y
no sentirnos frustrados por nuestra incapacidad de alcanzar esa meta. Quizás al
comprender la dinámica de esta nueva cultura de la que formamos parte seamos capaces
de convertirnos en unos seres humanos más sanos y empezar a cumplir nuestro destino.
Mientras enseño a las personas que asisten a mis talleres con el afán de sanar
el lenguaje simbólico de los chakras, los sacramentos, el Árbol de la Vida y el
contexto cultural que conduce a la curación personal, veo cómo ese lenguaje
refuerza la creencia en la guía divina. Aprender a manejar esos símbolos metafísicos
les ayuda a ponerse en contacto con la energía sanadora inherente a su espíritu.
Conocí a Ellie hace cuatro años en un taller terapéutico en Europa, durante
una época en que yo estaba concentrándome en las similitudes entre los sacramentos, el Árbol de la Vida y el sistema de chakras. No sabía que Ellie sería la primera persona con la que compartiría esta información. Durante una conversación privada, Ellie me contó que desde hacía ocho años había tenido reiteradas experiencias con el cáncer. El primer tumor había aparecido en su pierna izquierda.
Era un tumor pequeño y maligno, pero después de extirpárselo los médicos le
aseguraron que habían frenado su desarrollo. Cuatro años más tarde, Ellie
descubrió otro tumor en su brazo. Fue operada de nuevo y los médicos le dijeron
que habían logrado frenar el desarrollo de ese tumor, al igual que el primero, pero su médico personal le recomendó que vigilara muy de cerca cualquier síntoma anómalo
en su cuerpo. En la época en que nos conocimos, Ellie estaba recibiendo tratamiento
para curar un tercer tumor, que había aparecido otra vez en su pierna, tres años después del segundo. Ellie sabía que este tumor también era maligno y se sentía
aterrorizada puesto que, por más que procurara llevar una vida sana, no lograba
evitar que se le reprodujeran los tumores cancerosos. Además, Ellie estaba
obsesionada por el temor de que cada pequeño dolor, al margen de dónde estuviera
localizado, pudiera ser un síntoma de otro tumor.
Ellie estaba profundamente confusa, porque sabía que hacía cuanto debía hacer para mantener limpio su organismo. Si la dieta, el ejercicio, la terapia, el yoga
y diversos tratamientos holistas no daban resultado, ¿qué le quedaba por hacer?
¿Existía un Dios que realmente nos escuchara? Y de ser así, ¿dónde estaba ese Dios en su vida?
Ha habido varios momentos en mi trabajo que no he sabido encontrar las palabras adecuadas, y éste fue uno de ellos. Como no sabía qué decir, expliqué a Ellie que yo también me había hecho a menudo esas preguntas y nunca había recibido la respuesta de la manera en que la esperaba. Le dije que mientras trabajaba con mis clientes, utilizando el sistema de chakras como mi único punto de referencia, con frecuencia había pensado que el modelo, aunque antiguo y sagrado, era incompleto. Entonces un día, cuando impartía clase a un grupo de alumnos, contemplé el modelo de siete círculos que había dibujado en la pizarra y en lugar de ver el sistema de chakras, me puse a pensar en los siete sacramentos cristianos. Poco después tuve una intuición parecida sobre el Árbol de la Vida según aparece descrito en la cabala judía. Me maravilló la unión de esas tres tradiciones sagradas y el hecho de que la voz de lo Divino me mostrara el caudal de energía sagrada que pasa a través del cuerpo.
Describí a Ellie la unión de esas tres tradiciones espirituales y añadí que, para
beneficiarse de su poder, debía contemplar su unión a través de una lente simbólica.
Le pedí que interpretara el bautismo, el primer sacramento, como la representación,
de su capacidad de contemplar su vida y las personas que formaban parte de ella,
junto a su relación con la tierra, como un don que le había pedido que aceptara. Le
propuse que añadiera no sólo el significado de Shekhinah, que representa una unión
con la comunidad de la humanidad, sino la energía de Gaia, la fuerza vital de la
naturaleza. Mientras yo hablaba Ellie cerró los ojos, y comprendí que escuchaba mis
palabras con gran atención. Le pedí que sintiera esta conexión con la tierra y con su
vida, y que la dirigiera hacia su primer chakra, con la imagen de que se estaba
reconectando totalmente al sistema vital.
Continué esta descripción a través de los chakras restantes, y cuando terminé,
Ellie se había sumido en un profundo estado de meditación. Al cabo de media hora
abrió los ojos y dijo con calma:
—No me había percatado de que mis experiencias con el cáncer estaban destruyendo más que mi cuerpo. No era consciente de que había perdido todo contacto con la energía vital, y que ninguna dieta podía sustituir ese déficit. Debo restablecer mi conexión con la vida, no sólo preocuparme de sanar mi cáncer.
Ellie repitió esa visualización constantemente. Permaneció en contacto conmigo y, cada vez que me llamaba, me informaba de que sentía que su sistema físico se iba regenerando. Me explico que había dado una estructura a sus visualizaciones en la que pretendía incorporar el significado de las lecciones inherentes a cada chakra, sacramento y Sefirá del Árbol de la Vida. Me dijo que había decidido aplazar su intervención quirúrgica porque deseaba comprobar si su labor interna era capaz de producir un cambio en su cuerpo. En caso afirmativo, significaría que había conseguido romper el ciclo de tumores cancerosos.
Al cabo de un mes, el tumor empezó a dar muestras de disminuir; la señal que Ellie aguardaba. Se lo hizo extirpar, totalmente convencida de que el cáncer no volvería a reproducirse.
Aunque la de Ellie es una historia particularmente impresionante de la curación
de una enfermedad física, se pueden curar muchas dolencias, tanto emocionales y
espirituales como físicas. Las historias que relato en este libro abarcan episodios
cotidianos y casos excepcionales con numerosos grados intermedios; es posible que
el lector vea reflejada, en alguno de ellos, su situación personal o su crisis vital.
Deseo asegurarle que aquí hallará algo que le facilite la curación.
Una de las principales convicciones que deseo que usted adopte, a fin de sanar su vida o su dolencia, es la importancia del perdón. El perdón libera la energía necesaria para sanar. Le ofrezco varias formas de perdonar el pasado, o dejar de aferrarse a él, y le propongo nuevos ritos e invocaciones que le ayudarán a
contemplar su vida actual simbólicamente, a potenciar su energía personal, a tomar
contacto con la energía divina y a sanar.
Si bien la primera parte de este libro está dedicada a abordar en profundidad los motivos que impiden sanar, en la segunda parte muestro detalladamente la forma
de conseguirlo. Empezaremos hablando del principal obstáculo de nuestra cultura
que impide sanar a la gente.
TEXTO EXTRAIDO DEL LIBRO DE CAROLINE MYSS - LA MEDICINA DE LA ENERGÍA.
ENCUENTRO TAN INTERESANTE E INSTRUCTIVO ESTE LIBRO, QUE SEGUIRE REPRODUCIENDO EL MISMO PARA GENERAL CONOCIMIENTO DE TODOS.
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