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sábado, 13 de diciembre de 2008

CONTINUACIÓN DEL LIBRO LA MEDICINA DE LA ENERGÍA


POR QUÉ LAS PERSONAS NO SANAN…
La «heridalogía» y el fuego sanador
A fines de la primavera de 1988, llegué a la comunidad de Findhorn, en el
nordeste de Escocia, para dirigir un taller sobre curación. En aquel momento de mi
carrera, la mayoría de personas que asistían a mis talleres venía en busca de una
curación personal. Esperaban que yo, como intuitiva médica, les facilitara su curación directamente, asignándoles una lectura particular y estableciendo un tratamiento adecuado. (Hoy en día, mis talleres están llenos de personas seguras de sí mismas que desean ser más intuitivas por medio del lenguaje de los chakras, y así poder sanar sus dolencias y su vida, o bien de profesionales que desean aprender cómo
sanar a otras personas).
Aunque yo no soy una sanadora, estaba encantada de atenderles, por supuesto, y procuraba ayudarles en la medida de lo posible. Con frecuencia, mis lecturas sirvieron para confirmar las sospechas y las intuiciones que esas personas tenían sobre sí mismas y los cambios que debían realizar en su vida. A veces esas lecturas propiciaban un proceso interno de curación física y espiritual. No obstante, en aquella época, tanto la gente que participaba en mis talleres como yo misma estábamos convencidos de seguir el camino adecuado. A fin de cuentas, la curación
y la salud se habían convertido en el núcleo de la cultura holista o de concienciación psíquica y en el centro de mi vida. Prácticamente todas las personas con las que traté, tanto profesional como personalmente, me dijeron que deseaban convertirse en sanadoras o que necesitaban a un sanador, que habían decidido acudir a un nuevo sanador o que creían estar destinadas a convertirse en sanadoras en cuanto
hubieran completado su curación.
Me gustaba viajar por el mundo y conocer a personas entregadas a su labor espiritual, que me necesitaban tanto como yo a ellas, y me encantó Findhorn, una
comunidad formada por unas trescientas personas que compartían una vida cooperativa, dedicada al cultivo de productos naturales, y un profundo respeto por todos los caminos espirituales. Algunos miembros de la comunidad residen en un edificio encantador de principios de siglo transformado en hotel; otros habitan en un
hermoso parque situado junto a la bahía de Findhorn. La agreste belleza de las tierras altas de Escocia, combinada con la dedicación espiritual de la comunidad,
convierten a Findhorn en un lugar extraordinariamente atractivo. Cada vez que lo
visito me parece recibir una carga energética que me produce fuertes intuiciones, y
la visita de 1988 no fue una excepción. Pero en esa ocasión las intuiciones se
produjeron de forma insólita.
Antes de iniciar el taller, que debía durar una semana, quedé para almorzar
con mi querida amiga Mary. Como llegué al comedor antes de lo previsto, me senté
a tomar un té con dos señores que estaban allí. Mary apareció al cabo de un rato y
cuando se acercó a nuestra mesa le presenté a mis acompañantes. Mary estaba extendiendo la mano para saludarlos cuando Wayne, otro miembro de la comunidad
de Findhorn, se acercó a ella y le preguntó:
— ¿Estás ocupada el ocho de junio, Mary? Necesitamos que alguien acompañe a un invitado que viene a pasar el día en Findhorn.
El tono de !a respuesta de Mary fue tan revelador como su extensión.
— ¿El ocho de junio? —Replicó con brusquedad—. ¿Has dicho el ocho de junio? —Roja de indignación, Mary continuó—: ¡Ni pensarlo! El ocho de junio tengo la reunión del grupo de apoyo para victimas de incesto y nunca, nunca faltaría.
Cuentan con mi presencia. Las víctimas de incesto nos apoyamos mutuamente. Si
no ¿quién más lo hara?
Mary continuó protestando durante unos minutos, pero eso es lo que recuerdo con precisión. Me chocó la elaborada respuesta que había desencadenado en Mary una pregunta tan simple como si estaba ocupada en determinada fecha. Wayne pareció no darse cuenta de la curiosa reacción de Mary, simplemente; le dio las gracias y se marchó. Pero yo me quedé estupefacta. Mas tarde, mientras almorzábamos, pregunté a Mary:
—¿Era preciso que, al responder a la pregunta de Wayne, informaras a esos tres hombres que, de joven, habías sido víctima de un incesto, que sigues resentida contra todo el género masculino y que intentaras controlar el tono de la conversación con tu ira? Lo único que te ha preguntado Wayne era si estabas ocupada el ocho de junió, y, como respuesta, les das a esos tres hombres un mini cursillo de terapia. Habría bastado con un sí o un no.
Mary me miró como si la hubiera traicionado. Se puso tensa y repuso con frialdad y en un tono claramente defensivo:
—He respondido de esa forma porque soy una víctima de incesto.
A continuación dejó de comer, se apartó de la mesa y lanzó la servilleta sobre el plato, para indicar que el almuerzo había concluido; al igual que nuestra amistad,
aunque en aquellos instantes no me percaté de ello.
—Mary, cielo —contesté, suavizando un poco mi tono—, sé que has sido víctima de un incesto, pero lo que intento comprender es por qué te ha parecido necesario contar a dos extraños y a Wayne tu historia, cuando lo único que él quería saber era si podías ayudarle el ocho de junio. ¿Es que pretendes que esos hombres te traten o te hablen de una forma especial? ¿Por qué se te ocurrió mostrar tus heridas a unos extraños que acababas de conocer?
Mary me contestó que yo no podía comprenderlo porque no había soportado lo que ella y otras muchas víctimas de incesto habían padecido, pero que esperaba que una amiga se mostrara más comprensiva. Yo repuse que lo que le pedía no tenía nada que ver con su supuesta falta de comprensión. De pronto noté la separación de energía entre nosotras y comprendí que para salvar nuestra amistad tenía que hablarle en «el lenguaje de las heridas», observar unas reglas específicas sobre cómo debe comportarse una amiga comprensiva, y tener siempre presente que Mary se definía a sí misma a través de una experiencia negativa.
Además de ese doloroso episodio de su infancia, Mary arrastraba también una historia de dolencias crónicas. Padecía un dolor constante, algunos días emocional, otros físico. Aunque era amable y siempre estaba dispuesta a ayudar a sus amigos, prefería la compañía de personas que hubieran sufrido algún trauma en su infancia.
Aquel día, durante nuestro almuerzo, comprendí que Mary necesitaba estar con gente que hablara su mismo lenguaje y compartiera la misma mentalidad y conducta. Se trata de una acritud que denominé «heridalogía». Desde entonces, me he convencido de que cuando nos definimos mediante nuestras heridas perdemos nuestra energía física y espiritual, y corremos el riesgo de enfermar.
Aquel día tuve la sensación de que me habían catapultado fuera del ambiente sanador de Findhorn y de su movimiento de toma de conciencia psíquica, y lo contemplara como una extraña. Aunque no había observado con anterioridad esa mentalidad y esa conducta ni en Mary ni en ninguna otra persona, curiosamente, el día siguiente se produjo en mi taller una versión en miniatura del incidente ocurrido con Mary en el comedor.
Llegué con veinte minutos de antelación para preparar mi presentación y vi a una mujer sentada sola. Me senté junto a ella y le pregunté:
— ¿Cómo te llamas?
Es lo único que le pregunté. Pero la mujer, sin mirarme, respondió:
—Soy una víctima de incesto, pero he cumplido cincuenta y seis años, y he superado el trauma. Formo parte de un grupo de apoyo maravilloso y algunos nos reunimos una vez por semana como mínimo, lo que me parece esencial para nuestra curación.
La mujer aún no me había dicho su nombre, así que le pregunté de nuevo:
— ¿Cómo te llamas?
Pero ella no me contestó directamente. Parecía como ausente. Me dio la sensación de que llevaba mucho tiempo preparándose para decir algo en público, y ahora, que tenía oportunidad de hacerlo, no era capaz de oír ninguna pregunta que no estuviera relacionada con su tema. En lugar de decirme su nombre, me explicó que le encantaba asistir a talleres como los míos porque la gente se sentía libre de
hablar sobre su pasado, y que confiaba en que yo permitiera a los asistentes compartir sus historias personales con los demás. Le di las gracias y salí de la
habitación: necesitaba unos momentos a solas para poner en orden mis pensamientos.
Conocer a esa mujer al día siguiente del incidente con Mary no fue una coincidencia. Yo creo que ocurrió para obligarme a tomar conciencia en que medios son en los que confiamos para sanar nuestra vida, sientos éstos por medio de la terapia y los grupos
de apoyo. Según pude comprobar, muchas personas que se hallan en un «proceso» de curación se sienten al mismo tiempo bloqueadas. Se esfuerzan por hacer frente a
sus heridas valientemente, tratan de dar un significado a experiencias traumáticas
anteriores y profesan un compasivo entendimiento hacia las personas que comparten sus heridas. Pero no se curan. Han redefinido su vida a partir de sus heridas y del proceso de aceptación. No se esfuerzan en superar sus heridas. De hecho, se hallan bloqueadas dentro de ellas. Después de haber oído a tanta gente hablar en heridalogía, creo que estaba destinada a poner en tela de juicio ciertas suposiciones que muchos otros y yo creíamos a pies juntillas, en especial la de que
todas las personas que están heridas o enfermas desean recobrar la salud.
En aquellos momentos, me pareció como si me hubieran dado unas gafas mágicas con las que contemplar la conducta de las personas que asistían a mi taller.
No tardé en constatar que el lenguaje de la heridalogía también se hablaba fuera de
Findhorn. Existen muchas personas en el mundo que confunden el valor terapéutico
de expresar sus traumas y necesidades con el derecho de manipular a otros con sus
heridas. En lugar de considerar el hecho de poner sus heridas al descubierto como
una primera etapa del proceso de curación, las utilizan como una bandera; y a sus
grupos, como familias y naciones.
¿Cómo hemos llegado a esta situación? Hace poco más de una generación, nuestra sociedad estaba estructurada de tal forma que a la gente le resultaba difícil expresar sus necesidades psicológicas y emocionales más inocentes. Hoy en día, la
gente luce sus heridas más profundas como una medalla al valor. ¿Cómo hemos llegado a este punto? Para explicarlo, debo retroceder un poco en el tiempo.

LA REVELACIÓN DEL MUNDO INTERIOR
Inicié mi trabajo como intuitiva médica en 1983, cuando empecé a intuir enfermedades en otras personas. En aquella época, carecía de una formación profesional, pero había fundado, con otra gente, una editorial dedicada a libros relacionados con la conciencia psíquica, la salud y la medicina alternativa o complementaria. La editorial publicaba relatos en primera persona sobre curaciones junto a obras de autores con una orientación científica que escribían sobre las últimas novedades y hallazgos en tratamientos médicos que entonces se consideraban alternativos. Esos años en que trabajé como editora e intuitiva médica me proporcionaron una educación complementaria tan rica, que ahora pienso que esta formación personal debía de estar dirigida por una fuerza superior.
Los innumerables manuscritos que recibíamos relatando historias personales revelaban el profundo temor que sienten las personas al enfrentarse a una enfermedad terminal. Pero muchas historias mostraban, al mismo tiempo, el poder del espíritu humano para catalizar un proceso de sanación capaz de restituir la fuerza vital, otorgar significado a una dolencia y curar una enfermedad crónica o presuntamente terminal. De vez en cuando, llegaba a mis manos el manuscrito de un paciente que había perdido la batalla por la vida física pero había conquistado una profunda paz interior, la sensación de haber completado su vida y estar dispuesto a pasar al estado siguiente: la muerte del cuerpo.
Nuestra cultura, a principios de los años ochenta, estaba ávida de métodos curativos y buscaba la experiencia o estado anímico que encendiera un fuego sanador. Cuando yo inicié mis talleres, en 1984, el campo de la medicina alternativa había establecido un nuevo vocabulario para describir la curación psicológica y emocional. La gente hablaba abiertamente sobre su salud física, mental y espiritual.
Compartir los detalles del pasado de uno se convirtió en una práctica habitual, y la
gente comentaba sin recato sus experiencias de incesto y abusos sexuales. Los límites sociales que, con anterioridad, habían delimitado lo que era aceptable socialmente, se habían disipado dando paso a una nueva forma de intimidad instantánea.
Esta nueva intimidad surgió de la cultura terapéutica de los años sesenta. Con anterioridad, los secretos de familia, informes financieros, afiliación política,
problemas laborales y rumores sobre quién se acostaba con quién eran considerados una información «íntima», compartida sólo por miembros de la familia y allegados. Hasta el hecho de preguntar a alguien a qué candidato presidencial había votado era considerado una pregunta extremadamente personal. Se consideraban temas difíciles de comentar abiertamente, incluso con amigos de confianza: antes de los años sesenta carecíamos de vocabulario para compartir con otros el contenido más íntimo de nuestra vida emocional. Las necesidades emocionales personales aún no se habían introducido en nuestra cultura. No estábamos acostumbrados a hablar de nuestras experiencias psicológicas más profundas, y creíamos que bastaba con cumplir con nuestro trabajo y nuestras responsabilidades familiares para satisfacer nuestras necesidades físicas y emocionales básicas.
Además, con anterioridad a los años sesenta la sociedad consideraba que las personas que acudían a un psiquiatra padecían trastornos psíquicos. La noción de superar un
trauma por medios terapéuticos no se había impuesto en la sociedad, por lo que la
gente creía que cualquier trastorno no físico equivalía a una enfermedad mental. Las
personas temían hurgar en las regiones recónditas de la mente y el corazón, y se
resistían a explorarlas. Quienes lo hacían adquirían fama de rebeldes, excéntricos,
misticos, eremitas o marginados. La mayoría de la gente no quería saber nada de sus fuerzas internas y vivía convencida de que si su mundo externo era estable, su mente y su corazón alcanzarían de forma natural un cierto grado de satisfacción.
La era terapéutica generó una nueva dimensión de pensamiento: nos reveló nuestro mundo interior. Cada paso que dábamos nos aproximaba a nuevas percepciones sobre nosotros mismos, las cuales derribarían las barreras que habíamos erigido en torno a nuestra psique y nuestras emociones. El concepto de «nosotros creamos nuestra realidad» se puso de moda. La fascinante idea de que poseemos un poder decisivo, personal y espiritual arraigó en la imaginación popular, y la «auto responsabilidad» se convirtió en un nuevo término de poder. Aplicábamos esos criterios a cada aspecto de nuestra vida, y muy especialmente al proceso de curación.
La gente anhelaba «levantarse y proclamar» no sólo que estaba enferma sino que era responsable de su enfermedad, como si esa confesión pública tuviera en sí misma un poder que garantizara la curación. En mis talleres y otros a los que asistí, las personas, tras describir la enfermedad que padecían, se apresuraban a añadir:
«Sé que es mi responsabilidad.» Si antes se consideraba tabú comentar en público
nuestras emociones, en ese momento había pasado a ser un requisito imprescindible para curarnos.
Animada por la noción de que sus dolencias físicas eran consecuencia de una herida emocional, la gente se ponía a hurgar en su vida interior a fin de exorcizar toda actitud, recuerdo o pensamiento negativo. Creía que si lograba rescatar ese impulso emocional secreto, o liberar esa experiencia infantil negativa, su sistema biológico le recompensaría restituyéndole la salud. Prácticamente todas las personas que conocí durante esos años estaban convencidas de que les bastaba con profundizar en las zonas recónditas de su psique para recuperar la salud.
Curiosamente, todos los asistentes a mis talleres que llevaban a cabo ese rito
espontáneo de confesión pública irradiaban entusiasmo y esperanza. En ocasiones, cuando su pasado era extremadamente dramático, su confesión arrancaba encendidos aplausos del resto de participantes.
Yo también creía, al igual que los asistentes a mis talleres, que la clave de la
curación física se ocultaba en la psique. Estaba convencida de que poseíamos una
energía interior que contenía el combustible necesario para reorganizar nuestra
bioquímica y reconstruir nuestro cuerpo.
En ocasiones una persona que había logrado superar una enfermedad —que no sólo había conseguido que la enfermedad remitiera sino que se había curado por completo— se convertía, en nuestros talleres, en una celebridad. Durante las pausas, todos nos congregábamos en torno a la persona que se había curado a sí misma para preguntar:
«¿Cómo lo has conseguido?» Yo también estaba pendiente de su respuesta, impaciente por averiguar un nuevo y extraordinario tratamiento, programa nutricional o psicoterapia, que garantizara la curación.
Esos auto sanadores atribuían su éxito a múltiples factores, entre ellos: cambio
de dieta, terapia de vitaminas, baños de lodo, hipnosis, recuerdos de experiencias
anteriores, ejercicios físicos y limpieza del colon. En la mayoría de los casos,
describían unos tratamientos que afectaban conjuntamente al cuerpo, la mente y el
alma. Al margen del tratamiento o programa nutricional que describieran, el mayor
regalo que esos auto sanadores hacían al resto del grupo era la esperanza. Los que
lograban recuperar la salud eran considerados una prueba viviente de que el esfuerzo
personal encaminado a descubrir los secretos de la psique y a sanar — asistiendo a talleres, leyendo libros y aprendiendo a expresarse—llevaba invariablemente a una total curación.

EL PUNTO DE INFLEXIÓN
Por razones que tal vez jamás llegue a entender, en 1988 se produjo un cambio súbito en las creencias y los criterios sobre la curación, por lo menos entre los grupos en los que yo me movía. En aquella época, yo dirigía talleres en varios países, pero aquel año me encontré con la misma reacción en todas partes: los asistentes a los talleres no sólo deseaban sanar, sino que querían saber por qué no se curaban.
Habían probado numerosos tratamientos alternativos, pero seguían sin tener éxito. El entusiasmo que despertara la búsqueda personal del tratamiento adecuado, la mágica combinación de tratamientos de cuerpo y mente, había dado paso a una terrible frustración y a una persistente pregunta: « ¿Qué ocurre? ¿Por qué fracasan todos los tratamientos?» La desesperación que sentían era enorme. No recuerdo las veces que alguien me preguntó: « ¿Crees que se trata de un castigo divino?» En aquel entonces, yo no tenía la respuesta adecuada, sólo la socorrida: «Ten fe y persiste con el tratamiento.No te conviene adoptar una actitud negativa.» Sin duda eso les resultaba tan útil como si yo les hubiera dicho: «No pienses en los peces de colores.» Quizás incluso aumentara el sentimiento de culpabilidad que tenían respecto de su enfermedad.
Ciertamente, la fe y el optimismo son factores importantes a la hora de resolver
cualquier crisis vital, incluso una enfermedad. En cualquier caso, en 1988 la gente
había comenzado a perder la fe en la medicina holista y en la auto-responsabilidad,
y comenzaba a recurrir a las supersticiones de lo que yo denomino la mentalidad
tribal. Sospechaban que eran víctimas de un castigo por alguna falta terrible que
habían cometido; consideraban su enfermedad o su sufrimiento como una condena divina. Debo reconocer que yo me sentía tan perpleja como ellos. Mientras observaba sus denodados esfuerzos por sanar, empecé a pensar que quizá se estaban equivocando en algo, que tal vez, no debían curarse, o que aún no se había descubierto el tratamiento adecuado...

EL PODER SEDUCTOR DE LAS HERIDAS
A raíz del fatídico almuerzo con Alary en Findhorn, y posterior encuentro con la
víctima de incesto en mí taller, empecé a vislumbrar en dónde residía el problema.
Durante ios años siguíentes, me centré en mi idea de la heridalogía. Aprendí a leer
entre líneas en lo que decían los asistentes a mis talleres. Empecé a discernir cuando una persona se hallaba en un estadio concreto del proceso de curación, en
el cual requería un testigo, cuando alguien había descubierto el valor «comercial» de
su herida, es decir, su valor manipulador.
—Cuantío aprendas una nueva palabra, escucha con atención —me había dicho mi tía favorita, siendo yo niña—, porque comprobarás que todo el mundo la utiliza.
Mi tía tenía razón, y en cuanto empecé a comprender la heridalogía, constaté que la mayoría de asistentes a mis talleres conversaba en ese nuevo lenguaje, mientras compartían abiertamente sus historias personales con otros participantes.
En ocasiones, esos intercambios asumían un cariz competitivo y daba la impresión de que una persona trataba de eclipsar las experiencias dolorosas de otra.
El hecho de compartir experiencias traumáticas y heridas se había convertido en un nuevo lenguaje en la intimidad, el medio de desarrollar confianza y comprensión.
El intercambio de revelaciones íntimas, que en principio había servido para establecer el necesario diálogo entre terapeuta y cliente, se había convertido en un
rito de unión para personas que acababan de conocerse. En cierta ocasión, conocí a
una mujer que, tras el saludo de rigor, se apresuró a explicarme que para ella las
«normas» de la amistad se basaban en que la gente «respetara sus heridas-.
Cuando le pedí que me aclarara el significado de sus palabras, respondió que había
comenzado a procesar todas las violaciones que había padecido de niña, y que durante el proceso de curación experimentaba frecuentes cambios de ánimo y crisis depresivas. El «respetar sus heridas» significaba que los demás respetaran sus altibajos emocionales en lugar de criticarlos. En definitiva, esa mujer reclamaba el
derecho a imponer el tono de cualquier acto soda] en el que participara. Si se
hallaba en un «momento bajo», confiaba en que su grupo de apoyo no introdujera una nota de humor en el ambiente sino que se adaptara a su estado anímico. Cuando le pregunté cuánto tiempo creía que iba necesitar ese nivel intensivo de ayuda, repuso:
—Quizá varios años, en cuyo caso espero que mi grupo de apoyo me conceda ese tiempo.
Este tipo de autoritarismo social puede ser muy poderoso, incluso crear adicción; la curación no requiere esa exhibición de autoridad. Cuando pregunté a esa mujer qué motivos tenía para curarse, dado «lo bien que llevaba su mal», por así decir, se sintió ofendida por mi pregunta y mi incapacidad de «respetar sus heridas». Aunque traté de explicarle que trataba sinceramente de comprender su proceso de curación, no respondió a mi pregunta.
La gente utiliza la heridalogía para entablar intensas relaciones románticas.
Muchas personas me han confesado que asisten a mis talleres más por el deseo de contacto social que por una necesidad de sanar. Dada la soledad que invade nuestra
cultura, cuando dos personas solteras y sin compromiso se conocen en un taller, a
menudo confunden la intimidad de la información que intercambian con un vínculo
romántico. Algunas personas, que yo denomino «las del paso trece», utilizan los
grupos de apoyo que siguen un programa terapéutico de doce pasos para -«ligarse»
a posibles compañeros sentimentales, cuando éstos atraviesan una fase anímica que les hace extremadamente vulnerables.
Muchos asistentes a mis talleres describen a su «alma gemela» como la persona que comprende el dolor emocional que han experimentado de niños. Ese lazo puede parecer romántico en las primeras fases de una amistad, pero lo cierto es que se basa en un hecho traumático, en dolor y temor. En estos casos, el dolor se convierte en un factor indispensable para mantenerse unidos y necesitarse mutuamente, y la curación constituye una amenaza para ese lazo. Inevitablemente, la relación corre un serio peligro cuando uno de los dos decide que ha llegado el momento de liberarse del pasado y seguir adelante.
No me mal interpreten:todo tipo de grupos de ayuda, desde los AA hasta los programas de doce pasos, pasando por la gente que ayuda a las personas que perdieron a su padre o su madre de niños, proporcionan un apoyo vital. El hecho de compartir heridas, evidentemente, establece un clima de liberación entre los miembros del grupo —en ocasiones, por primera vez en sus vidas— y les permite evocar recuerdos dolorosos y explorar sus sentimientos y temores junto a unos compañeros comprensivos que les apoyan sin juzgarles.
El ambiente cálido y comprensivo, que constituye prácticamente una consecuencia automática de este nivel de intercambio de experiencias, ofrece, asimismo, a los miembros del grupo una vida social que antes de asistir a sus talleres no tenían. Otra amiga mía, Jane, me dijo en cierta ocasión: —Las personas de mi grupo de apoyo se han convertido en mi nueva familia. No me juzgan como lo hace mi familia biológica. Ahora ya no necesito acudir a mi familia.
Ciertamente, la intención que anima a esos grupos de apoyo es honrosa y merece nuestro aplauso; muchas personas se han beneficiado y siguen beneficiándose de su participación en ellos.
Sin embargo, aparte del apoyo que ofrecen, existe otra dinámica que me hace cuestionar su valor terapéutico. Las personas para quienes el grupo de apoyo se ha
convertido en una parte importante de su vida social desea, naturalmente, continuar
formando parte del mismo indefinidamente. Pero debido a que el criterio implícito
para seguir siendo miembro del grupo es que se debe necesitar continuamente su
apoyo, es preciso aceptar el mensaje; no explícito que el grupo transmite: -». Es decir, para seguir formando parte de un grupo de apoyo uno debe «permanecer separado» de otros amigos y de su familia.
Esta dinámica me recuerda un célebre dicho de Buda:
—Mis enseñanzas son una balsa destinada a ayudarte a cruzar el río. Cuando alcances la otra orilla, abandónala y sigue adelante con tu vida.
La «otra orilla» era la metáfora que empleaba Buda para describir la iluminación, la meta de todas sus enseñanzas, Una vez iluminado, sigue adelante con tu vida, no cargues constantemente con la balsa.
No tenemos por qué cargar continuamente con nuestras heridas. Debemos ir más allá de nuestras tragedias y desafíos, y ayudarnos mutuamente a superar los numerosos episodios traumáticos que jalonan nuestra vida. Si permanecemos atrapados por el poder de nuestras heridas, impedimos nuestra transformación.
Pasamos por alto los grandes dones inherentes a nuestras heridas: la fuerza de
superarlas y las lecciones que podemos aprender mediante ellas. Las heridas
constituyen el medio a través del cual penetramos un el corazón de otras personas.
Nos enseñan a ser compasivos y prudentes.
¿Qué ocurriría, por ejemplo, si los miembros del grupo de Jane le dijeran que su papel sólo consistía en procurarle la fuerza necesaria para resolver sus problemas con su familia, en lugar de convertirse ellos mismos en su familia sustitutiva? Supongamos que le dijeran que mientras Jane se empecinara en no tener tratos con su familia lo que hacía era huir en lugar de curarse, y que disponía de un plazo limitado durante el cual, el grupo le ayudaría a desarrollar las técnicas necesarias para resolver sus diferencias con su familia. Al término de ese plazo, Jane debería incorporarse de nuevo a su familia biológica para valorar su fuerza y su energía, para ver si le era posible relacionarse con ellos sin esperar ni necesitar su aprobación. Si era capaz de conseguirlo, habría curado su mayor herida.
Yo se lo sugerí Jane, pero ella se puso de inmediato a la defensiva. Para ella,
abandonar a su nueva familia significaba caer en un agujero negro emocional.
Estaba tan unida a su grupo de apoyo que no creía ser capaz de seguir adelante sin él. Su grupo representaba mucho más que una reunión semanal: era el centro de su vida social. Jane no concebía «acabar» con ellos, aunque ellos le exigieran seguir
«activamente herida» y en necesidad de curación.

SU «CUENTA CORRIENTE CELULAR»
Para comprender las peligrosas implicaciones de la heridalogía, en primer lugar debemos examinar la naturaleza de la energía que anima nuestra vida en la tierra. Cada uno de nosotros posee centenares de circuitos de energía conectados entre sí, una energía que diversas culturas han denominado de forma diferente: el aliento divino de la vida que late en cada uno de nosotros. Lo que los indios llaman prona y los chinos chi'i, los cristianos lo denominan llama del Espíritu Santo, y los
secularistas, vitalidad o fuerza vital. Podemos pensar que esta energía penetra en
nosotros desde el universo, desde Dios o desde el Tao y, a medida que fluye a
través de nosotros, nos proporciona la savia que precisamos para alimentar nuestro
cuerpo, nuestra mente y nuestras emociones, además de para controlar nuestro
medio exterior. Todo en nuestra vida —cada pensamiento, cada acción en la que
participamos—• requiere esta energía. Aunque todos poseemos esa fuerza vital, que
fluye a través de nosotros, seamos conscientes de ello o no —al igual que Dios
«hace salir el sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia sobre justos e injustos»
(Mateo 5,45)—, podemos maximizar nuestra cantidad de energía y el uso que hacemos de ella. En efecto, potenciar nuestra conciencia psíquica significa ser conscientes del flujo de fuerca vital que fluye a través de nosotros, y de nuestra capacidad de dirigirla hacia determinadas zonas del cuerpo, sin por ello retirarla involuntariamente de otras.
Imagine este flujo de energía como una asignación equivalente a cien dólares
diarios. Su labor consiste en aprender a invertir bien ese capital, porque sus inversiones pueden proporcionarle grandes intereses o hacer que se endeude.
Evidentemente, unas inversiones positivas le rendirán unos ingresos positivos, no
sólo incrementando su energía sino creando una energía adicional. Las inversiones
negativas, por el contrario, le ocasionarán deudas. Si la deuda es mayor que su
asignación diaria, tendrá que pedir un préstamo. En términos energéticos, deberá tomar energía prestada.
Esta cantidad adicional de energía puede obtenerse de dos fuentes. Una es la
energía de otras personas, con las cuales usted se comporta de forma parasitaria a
fin de obtener la energía necesaria para alimentar su sistema físico y emocional.
Esta utilización de la energía de los demás crea adicción, y hace que usted se vuelva cada día más incapaz de valerse por sus propios medios y más dependiente de los demás. Necesita de los demás para potenciar su autoestima y para que le indiquen cómo debe vivir, comportarse o pensar, porque carece de la energía necesaria para crear su propia vida. Esta fuente de energía suele ser de corta duración, porque las personas que se la proporcionan no tardan en darse cuenta de que el hecho de estar con usted les hace sentirse agotadas, faltas de energía, y le rehuirán.
La otra fuente de capital energético adicional son los recursos energéticos que usted posee en sus tejidos celulares. Todas las células de su cuerpo deben cargarse
de energía diariamente para sobrevivir, al igual que también necesitan agua todos
los días. Debe emplear su asignación diaria de capital energético en alimentar su
sistema físico y emocional. Si mantiene su cuerpo en perfectas condiciones puede
alimentar su creatividad, sus relaciones su necesidad vital de optimismo. Pero cuando extrae demasiada energía de su cuenta corriente celular, se endeuda.
Cuanto mayor es la deuda más se debilita su tejido celular. Si no modifica este esquema, saldando sus deudas con la asignación diaria de energía, corre el riesgo
de enfermar.
El seguir aferrado a los acontecimientos negativos de nuestro pasado resulta caro, prohibitivamente caro. Es como tratar de mantener vivos a los muertos, y exige una tremenda cantidad de energía. Cuando experimentamos un trauma, la naturaleza nos proporciona unos fondos adicionales, por así decir, para protegernos durante ese período de crisis, pero se trata de un «préstamo» limitado. Ningún préstamo dura eternamente, y la señal de que debemos saldar el préstamo es que comenzamos a sentir que el tiempo se ha detenido, que nuestra vida se ha estancado.
Cuando nos negamos a librarnos del dolor que albergamos en nuestro sistema, caemos en la depresión. La energía tóxica de la depresión alimenta nuestras actitudes negativas hacia los demás y agota nuestros recursos energéticos. Comenzamos a proyectar las causas de nuestro fracaso sobre los demás y les achacamos la culpa de nuestra desgracia. Esta respuesta irresponsable a nuestros problemas se convierte en una actitud rutinaria. Nos aferramos a las relaciones ya los hechos negativos del pasado y del presente, porque así podemos considerarnos las víctimas y a todos los demás la fuente de nuestras desgracias.
La única forma de modificar ese esquema es librándonos de la carga del pasado, saldando esa deuda energética que ya no podemos mantener. El perdón es un medio de conseguirlo. Perdonar no significa restar importancia a lo ocurrido, o decir que no importa que alguien te haya violado. Significa librarnos de los sentimientos negativos que albergamos sobre ese hecho y sobre la persona o las personas que lo realizaron. Evidentemente, se trata de un proceso psicológico difícil y complicado. Pero existe una clara referencia al valor del perdón en el Evangelio cristiano: cuando Jesús perdona a sus asesinos mientras se halla en la cruz, como acto previo a
liberar la energía necesaria para que se cumpla la resurrección. Y al referirse a la
oración, que para Jesús consumía la clave de la comunión con lo Divino, dijo claramente: «Y cuando estéis orando, si tenéis algo contra alguien, perdonadlo para
que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone vuestros pecados»
(Marcos, 11:25). La energía divina no penetrará en nosotros mientras no estés dispuesto a perdonar y a seguir adelante con tu vida.
El perdón posee un valor extraordinario, pero no es el único medio de liberar energía. Algunos acontecimientos del pasado de los que debemos librarnos no son
hechos negativos sino episodios placenteros. Quizás no pueda usted librarse del hecho de que ya no tiene veinte años, de que ha cumplido cincuenta, u ochenta.Quizá no pueda librarse del recuerdo del aspecto juvenil que tenía antes, o de sus dotes atléticas, o de su agilidad mental. Esta incapacidad es otra forma de malgastar energía en el pasado. Una de mis mejores amigas era incapaz de librarse del recuerdo
de sus años en el instituto. En aquella época de su vida, creía tener el mundo
a sus pies y ser capaz de lograr lo que se propusiera. Pero después de dejar el
instituto, cada vez que se le presentaba una oportunidad, mi amiga hallaba un
pretexto para no aprovecharla. De hecho, temía no querer hacer nada en realidad.
Esa combinación de temor a participar en la vida y de aferrarse a un momento del
pasado, aparentemente lleno de posibilidades, llevó a mi amiga a la quiebra
energética y contrajo una enfermedad terminal. Veinte años después de la época del
instituto, seguía obsesionada con ella y era incapaz de avanzar. Hace unos años,
contrajo lupus —una enfermedad relacionada directamente con el temor a desprenderse del pasado— y murió.
Muchas mujeres que han cumplido los cincuenta o los sesenta se aferran a sus treinta, luciendo un estilo juvenil en lugar de reconocer que han alcanzado la edad
madura, o anciana, o senil. Los hombres de cierta edad hacen lo mismo: se compran un coche deportivo rojo y persiguen a mujeres de veinte años. Esas conductas son lógicas y tan nocivas para la salud como el no querer desprenderse de los hechos;
negativos del pasado. Se debe aceptar la etapa de la vida en la que se uno
encuentra y ser consciente de ello. Si es usted una persona de edad avanzada, no
tiene por qué pensar que esa etapa equivale a un deterioro, pero no puede vivir
lamentándose por haber perdido la juventud.
El rechazo a librarnos del pasado, ya se trate de hechos negativos o positivos,
significa el desperdicio de una parte de su cuota diaria de energía. Si comienza a
perder energía y no hace nada para recuperarla, su cuerpo físico se debilitará
inevitablemente. El problema puede comenzar de manera muy simple: usted empieza a sentirse decaído o nota que está falto de energía. Si no presta atención, eso puede llevarle a contraer una infección vírica, gripe, jaqueca, migrañas o náuseas. Si sigue perdiendo energía sin tomar medidas para evitarlo, esas pequeñas dolencias pueden degenerar en una enfermedad grave. Y, aunque es una idea que muchos rechazan, yo creo que la propensión a sufrir accidentes se debe añadir a este conjunto. La persona propensa a sufrir accidentes está endeudada energéticamente. Su sistema está descompensado y puede sufrir desde pequeñas desgracias hasta un accidente mortal. Esas personas deben aprender a reconocer sus días malos, o épocas —al igual que notamos que nos hemos resfriado y procuramos descansar más o tomar vitaminas—, porque, por ejemplo, no son el momento adecuado para acudir a una entrevista de trabajo o tomar una decisión importante.
Como intuitiva médica, yo distingo con más facilidad que otras personas un déficit de energía, aunque, tal como explico en Anatomía del espíritu, con un poco de práctica es posible aprender a diagnosticar esa pérdida de energía en uno mismo. Las lecturas diagnósticas que realizo consisten en la observación de los circuitos energéticos que fluyen a través de una persona y la «interpretación» de lo que me dicen. Observar un circuito energético es un poco como leer un electrocardiograma, donde uno busca algún blip que indique peligro. Yo retrocedo en el tiempo y, cuando observo un blip en el circuito, espero hasta obtener alguna impresión sobre lo ocurrido, que me revele en qué circunstancias la persona perdió parte de su espíritu.
Hace unos años, hice una lectura a una mujer que padecía un dolor crónico.
Cuando retrocedí once años en su pasado, sentí que había perdido a su hija en un
accidente de carretera. Esa es una desgracia y una herida totalmente legitima; de
hecho, nuestra sociedad probablemente la colocaría en terreno sagrado por considerarla la más grave de las heridas sociales.
Mientras yo observaba su circuito energético, la imagen de la herida cambió y
se convirtió en un bote de salvamento con numerosos pasajeros a bordo. La observé
durante unos minutos, hasta que de golpe comprendí que tenía ante mi a una mujer
extremadamente manipuladora que, por primera vez en su vida, había recibido una
herida legítima y no estaba dispuesta a renunciar a ella. ¿Lloraba la pérdida de su
hija? Por supuesto. Pero otra parte de su personalidad pensaba: «Esto no está mal.»
Esta mujer utilizaba la herida para legitimar el aspecto manipulador de su carácter.
He conocido a muchas personas que utilizan un trauma de su infancia y lo convierten en el derecho a manipular a los demás, a mostrarse amargadas o enojadas con el mundo entero. Esta mujer acabó reconociendo que era una persona carente de principios eticos en lo tocante a su negocio, y que cada vez que alguien le plantaba cara, ella esgrimía su herida para obligar a la otra persona a pedirle disculpas: «¡Dios mío! Perdóneme si la he contrariado.» Sinceramente, ¿quién es capaz de renunciar a ese tipo de poder?
De modo que yo le dije; —Sin duda la muerte de su hija representó para usted un dolor muy intenso y grave. Pero usted se ha beneficiado de esa trágica situación, y le ha sacado el máximo partido y no está dispuesta a renunciar a ella. Esta herida le ha proporcionado un poder que nunca tuvo antes.
La mujer reconoció que yo estaba en lo cierto. Pero pese a confesarlo, observé en su rostro que deseaba seguir aferrándose a su herida.
¿Por qué es tan difícil renunciar a una herida? Yo creo que todos nacemos con una serie de percepciones sobre «lo que creemos que es cierto». Una de esas percepciones es que si renunciamos a ciertas cosas nuestra vida cambiará. Y lo cierto es que tememos más el cambio que la muerte. En cierta ocasión, ofrecí una charla sobre ese tema en la Universidad de New Hampshire. Ante un público de unas seiscientas personas. Una mujer, de aspecto muy pacífico e incluso sumiso, me pidió que aclarara lo que estaba diciendo sobre renunciar a nuestro lenguaje de heridalogía. Yo repuse que nos negamos a renunciar a él porque se ha convertido en nuestro principal lenguaje de intimidad, y que todo lo demás —nuestras relaciones sentimentales, nuestra vida social— lo hemos creado en torno a nuestras heridas.
Para la mayoría de la gente, añadí, la idea de renunciar a ello es insoportable. En
ese momento, la mujer se levantó de un salto, como si hubiera recibido una descarga eléctrica, y gritó: —No me gusta lo que dice. No me gusta porque si renuncio a este lenguaje de heridas no tendré nada que decirle a nadie. ¡No me gusta ni pizca!

LA HERIDA SOCIAL
Los casos como el de esta mujer y el de Jane no son raros. La heridalogía se ha convertido en un fenómeno social que se extiende por todo el mundo, y representa un cambio en la conciencia global. Durante las cuatro últimas décadas, la sociedad americana se ha afanado en sensibilizarse ante la necesidad que tiene la gente de resolver sus traumas, pérdidas y violaciones personales. Nuestra cultura es más consciente de los trastornos emocionales postraumáticos, y del impacto de unas
violaciones emocionales y sexuales que, con anterioridad a los años sesenta,
eran prácticamente invisibles. La revolución sexual, el movimiento holista y la cultura Terapéutica han logrado que la mente tribal reconozca la magnitud criminal de esas violaciones personales, anteriormente consideradas menos traumáticas que los
daños físicos.
Una vez que la mente tribal —el nivel de conciencia social más primitivo, orientado hacia la supervivencia, identificado con la etnicidad, la nacionalidad y la realidad consensual— hubo reconocido las consecuencias psicológicas y emocionales de esas violaciones, reaccionó con la formación de grupos de apoyo para ayudar a las personas heridas emocionalmente con la promulgación de leyes que criminalizaban las violaciones psicológicas y emocionales. Estas y otras medidas terapéuticas eran correctas y muy necesarias.
Pero, seguramente debido a que las heridas emocionales son muy poderosas, las actitudes culturales han ido más allá de la adopción de medidas terapéuticas
adecuadas hasta llegar a una híper sensibilización ante las demandas y reivindicaciones de las víctimas. Maestros, médicos, sacerdotes, empresarios e
incluso miembros de la familia se ven, de pronto, obligados a andarse con extrema
cautela a la hora de tratar con niños o miembros del sexo opuesto, por temor a ser
acusados de conducta «impropia».
Yo misma, como organizadora de talleres terapéuticos, recibí un contrata que
contenía una cláusula sobre «una nueva política de acoso» en la que se identificaban nueve métodos de conducta reconocidos oficialmente como ofensivos (esto es, causantes de heridas). Esas conductas eran «sutiles y menos sutiles, y van desde contar chistes hasta tocar a otra persona, pasando por una conducta verbal ofensiva y por no informar sobre la conducta ofensiva de otra persona».
Evidentemente, las personas que fueron objeto de abusos sexuales y traumas en su juventud necesitan ayuda para hacer frente a su pasado y valorar sus actos.
Pero estos adultos tienen otras alternativas, aparte de asesinar a sus violadores.
Este tipo de medidas, aunque bien intencionadas, animan a “buscar” la herida en
encuentros sociales y «buscar» la conducta ofensiva en circunstancias totalmente
inocentes. Una sacerdote episcopaliana me explicó hace poco que se había llevado
un gran disgusto al enterarse de las nuevas medidas adoptadas por su iglesia, que
prohíben a los miembros de la parroquia abrazarse. —Como directora espiritual, con frecuencia toco a mis clientes para infundirles ánimo —dijo—. Ahora no sólo me prohíben tocarlos sino que debo dejar la puerta abierta durante las sesiones de dirección espiritual o confesión, que son totalmente privadas.
Su reacción ante esas medidas fue sacarse el titulo de masajista terapéutica para estar autorizada, por así decirlo, a tocar a sus clientes.
No pretendo decir que debamos pasar por alto los efectos de nuestras heridas en nuestra conducta cotidiana. Pero sí debemos evitar recrearnos en traumas
pasados, hasta el extremo de agotar las reservas energéticas que posee nuestro
cuerpo al utilizar la energía que deberíamos invertir en el presente. El propósito de
una «toma de conciencia», según el significado que damos a ese término, es ser
conscientes de los sutiles desarrollos energéticos que se producen en nuestro
cuerpo y en nuestro espíritu, y obrar en consecuencia.
El desarrollo de esta conciencia psíquica conlleva implicaciones muy variadas con respecto a la manera en que vivimos. El intercambio de ondas vibratorias o
energéticas que se produce cuando nos hallamos en el exterior, por ejemplo, es
distinto del que se produce cuando estamos dentro de un edificio, o cuando estamos
al sol en vez de alejados del sol. Cuando estamos al sol, no sólo sentimos calor y
nos bronceamos, sino que un campo de ondas vibratorias se une al nuestro y potencia la calidad de la energía que fluye a través de nuestro cuerpo. Dicho de otro modo, el efecto del sol sobre nuestro sistema energético es semejante a cargar una batería. Desarrollar la conciencia psíquica significa asimilar unos comportamientos
que cargan nuestras células energéticas y mantienen nuestra vitalidad.
Por el contrario, cuando nos despreocupamos o abusamos de la energía y de la vida, pagamos una deuda energética. Tomar en cuenta un trauma o una tragedia que afecta a otra persona exige de nosotros una respuesta compasiva, puesto que la compasión es una carga de energía que ayuda a la persona que sufre. Si respondemos sin compasión, o nos mostramos indiferentes, contraemos una deuda kármica. Cuando nos percatemos del poder de la energía—constituye el núcleo de la vida, no sólo una medida de vigor— descubriremos el poder contenido en nuestros pensamientos, no sólo con respecto a nosotros mismos sino a los demás.
Una de las historias más impresionantes que he oído jamás en un taller fue relatada por una mujer que había resultado gravemente herida en un accidente de carretera, teniendo una experiencia cercana a la muerte. La llamaré Maggie.
Maggie sufrió una conmoción tan brutal que abandonó su cuerpo y, mientras flotaba
sobre la escena del accidente, oyó las distintas reacciones de los conductores de los
coches que iban detrás de ella. Algunos se mostraban profundamente impresionados por el accidente, mientras que otros protestaban, pensando tan sólo en el retraso que el atasco les iba a causar.
Pero del quinto coche detrás del suyo, Maggie vio brotar un maravilloso remolino de luz que se alzó hacia el éter y luego penetró en su cuerpo. « ¿Qué ocurre?», se preguntó Maggie. Y en aquel instante se encontró sentada junto a la conductora del quinto coche, que estaba rezando una oración por Maggie. En aquel estado energético, en aquella experiencia cercana a la muerte, Maggie se fijó en la matrícula del coche y la grabó en su memoria. Al cabo de unos momentos penetró de nuevo en su cuerpo y la trasladaron al hospital. Cuando se hubo recuperado del accidente, Maggie localizó a la mujer que había rezado por ella y se presentó en su casa con un ramo de flores para darle las gracias.

viernes, 12 de diciembre de 2008

LA MEDICINA DE LA ENERGIA - CAROLINE MYSS


¿En qué consiste la medicina energética?
Mi intención al escribir este libro es ofrecer al lector una nueva perspectiva
sobre la salud, específicamente: por qué no nos curamos y cómo podemos
conseguirlo. Quizá dé la impresión de que abordo el tema de la curación como si
fuera secundario, puesto que dedico una gran parte del libro a los motivos que nos
impiden sanar, pero creo que muchos de nosotros sentimos casi tanto miedo a sanar
como a estar enfermos. Confío en que el lector, al percatarse de que el temor y otras
emociones nos impiden sanar, identifique con más facilidad la forma en que dificulta,
consciente o inconscientemente, el proceso de su curación.
Dar por sentado que todo el mundo desea curarse es a la vez erróneo y
peligroso. Por ejemplo, la enfermedad puede convertirse en un potente instrumento
para reclamar atención; como forma de influir en los demás, la enfermedad hasta
puede resultar atractiva. Por otra parte, la enfermedad puede transmitir el mensaje
de que la forma de vida debe modificarse drásticamente. Puesto que el cambio
constituye uno de los aspectos más aterradores de la vida, quizás el temor al cambio
sea mayor que el miedo a la propia enfermedad y, como consecuencia, los cambios
necesarios son aplazados continuamente.
Uno de los errores de la cultura holista de hoy en día consiste en la creencia
de que la enfermedad es el resultado de una actitud personal negativa, ya sea
debida a trágicas experiencias pasadas que contaminan nuestras mentes y nuestros
cuerpos, o al mal karma de una vida anterior.
Pero la actitud negativa no es la única fuente de enfermedad. Esta también
puede ser la respuesta a una plegaria; y guiarnos físicamente hacia un camino de
percepción y conocimiento que de otro modo nunca habríamos recorrido. La
enfermedad puede convertirse en un catalizador que nos impulse a ampliar nuestra
conciencia psíquica y comprender el profundo significado de la vida.
A pesar de ser aterradora, la enfermedad constituye, al mismo tiempo, una
invitación a penetrar en la naturaleza del misterio. La vida está llena de misterios que tenemos que explorar pero que no debemos esperar resolver. Debemos vivir con las
preguntas que nos formulamos sobre nuestra vida, incluso considerarlas nuestras
compañeras y permitir que nos guíen hacia las regiones más recónditas de nuestro
ser, donde descubrimos lo sagrado. Confío en que este libro le ayude a hallar
nuevas formas de abordar el significado de la enfermedad y otros desafíos que se
plantean en la vida, a profundizar en los misterios de su ser y a avanzar en el
camino personal que conduce a las regiones de lo espiritual.
Si bien la enfermedad puede ayudarle a hallar su esencia sagrada, su unión
con Dios, con la humanidad y con todas las criaturas, no es preciso que enferme
para entrar en contacto con su espíritu y sanar su vida. He comprobado que las
personas empiezan a comprender la naturaleza sagrada de su ser al investigar lo
que yo llamo medicina energética. Existen siete centros de energía en nuestro
cuerpo que, según el sistema hindú, se denominan chakras. Cada chakra
corresponde, más o menos, a una zona de nuestro cuerpo. Yo concibo esos chakras
como unos discos informáticos o unos bancos de datos «energéticos» en los que se
almacena todo tipo de información. En el curso de mi trabajo, he constatado que
esos siete centros de energía se corresponden con los diversos problemas y desafíos
que nos plantea la vida, los mismos que los siete sacramentos del cristianismo y los diez sefirot del Árbol de la Vida de la tradición cabalística judía también nos ayudan a resolver.
Nuestro espíritu alcanza la madurez y comprensión de nosotros mismos en
siete estadios de desarrollo espiritual. A medida que superamos esas etapas
adquirimos distintas formas de poder interior. Los chakras —y sus homólogos en los
sacramentos y el Árbol de la Vida— marcan una senda de evolución interior.
Constituyen los hitos de nuestro camino personal, que nos conduce hacia una conciencia psíquica superior. Aprender el lenguaje de los chakras y fomentar estas
cualidades espirituales refuerza nuestro cuerpo físico al mismo tiempo que nos
ayuda a sanar o a conservar la salud.
Un hombre llamado Ben, que asistió a uno de mis talleres terapéuticos mientras seguía un tratamiento contra un cáncer de próstata, reaccionó de inmediato
cuando le expliqué la correspondencia entre los chakras, los sacramentos y el Árbol
de la Vida. Para él, constituían un nuevo lenguaje de curación. Ben comenzó a usar
el lenguaje simbólico que enseño en mis talleres —y que explico en este libro— para
su curación. Cada vez que iba a visitar a su médico para recibir tratamiento,
pronunciaba antes una oración o mantra, mediante la cual invocaba el poder de los
chakras, los sacramentos y el Árbol de la Vida a fin de «activar» su cuerpo. Al cabo
de seis meses su cáncer remitió.
Como «intuitiva» médica, describo a las personas la naturaleza de sus enfermedades físicas y las distinciones energéticas que presentan en su cuerpo. A partir de la observación de los campos de energía que impregnan y rodean el cuerpo, obtengo información sobre experiencias importantes de la infancia, comportamiento y supersticiones, todo lo cual incide de forma decisiva en la salud física de la persona. Basándome en la información que percibo intuitivamente en sus campos energéticos, inclusive los chakras, les recomiendo la forma de tratar su dolencia tanto física como espiritualmente.
El propósito de utilizar la medicina energética es tratar simultáneamente el
cuerpo y el espíritu. A medida que usted se adentre en el lenguaje de los chakras,
aprenderá a identificar los factores emocionales, psicológicos y espirituales
estresantes que afectan a su salud de un modo negativo y que se corresponden con
sus síntomas físicos. Asimismo, en su salud incide su grado de autoestima y su
relación con los demás, su respuesta a experiencias o recuerdos traumáticos y la
forma en que administra su energía en las situaciones cotidianas.
La medicina energética es una ciencia muy antigua; sus principios y sus técnicas eran conocidos por los antiguos hindúes, los chinos y los sanadores chamanes. Lo que representa una novedad es la correlación que he establecido entre las ideas espirituales orientales de los chakras y la ética y las verdades espirituales occidentales, afín de crear un nuevo lenguaje de la energía. La palabra energía ha asumido recientemente distintos significados, pero yo la utilizo para referirme tanto a la energía física como espiritual. La metafísica oriental y la teosofía
occidental han descrito una serie de envoltorios o capas energéticas que rodean e
interactúan en el cuerpo. Cuando los místicos nos dicen que somos infinitamente
más vastos de lo que nos imaginamos, en parte se refieren a este campo energético. Todos lo poseemos y en él se halla valiosa información sobre nuestras circunstancias y necesidades físicas, psicológicas y espirituales.
En mi realidad de intuitiva, interpreto este campo y veo la relación entre, pongamos por caso, una pérdida de energía en el páncreas y la aparición de diabetes o hipoglucemia. Asimismo, puedo observar la evolución de determinados aspectos de la vida de una persona, por ejemplo, el estrés debido al exceso de responsabilidad o al temor a ésta. Al aprender el lenguaje de los chakras, usted podrá darse cuenta de la interacción entre la energía física y la energía espiritual, y utilizar esa percepción para prevenir o curar una enfermedad realizando ciertos cambios en su vida.
Asimismo, puede aprender a utilizar la visión simbólica a fin de interpretar
intuitivamente los símbolos de poder en su vida, averiguar en qué ha invertido su
energía personal, descubrir el auténtico significado de los desafíos que se plantean
en su vida, al margen de los hechos tangibles y comprender de qué forma incide
todo ello en su salud.
Este libro le ofrece una guía del lenguaje de los chakras, más breve que mi libro anterior, Anatomía del Espíritu, a fin de que se familiarice con el lenguaje de la
energía y emprenda su propio proceso de curación. Si ha leído Anatomía del Espíritu
o The Creation af Health, puede utilizar esta revisión de los chakras para refrescar la memoria.
Los chakras están alineados verticalmente desde la base de la columna hasta la coronilla, para indicar que ascendemos hacia lo Divino a medida que aprendemos a dominar el influjo seductor del mundo material. En cada estadio, adquirimos una
mayor comprensión de nuestro poder personal y espiritual, puesto que cada chakra
representa una lección espiritual o un desafío común a todos los seres humanos.
Aunque el sistema de chakras se desarrolló en Oriente y constituyó la base para
ciertas enseñanzas hindúes, budistas y racistas, los tipos de energía que describen
se corresponden con la energía definida por los sefirot cabalísticos y por los
sacramentos cristianos.
Al principio del libro, y de forma más exhaustiva al final, reviso el lenguaje de
los chakras. Describo diversas formas de utilizar su energía para sanar, y técnicas
para el desarrollo de la visión simbólica. Asimismo, presento un contexto simbólico
más amplio orientado a la curación. Aunque no he escrito antes sobre este concepto,
lo utilizo desde hace tiempo en mis talleres. Dicho en pocas palabras: veo la historia de nuestra evolución espiritual como una sucesión de culturas de poder (o energía) que se corresponden aproximadamente con diferentes eras astrológicas. Una era astrológica dura unos dos mil años, durante los cuales la conciencia humana se
desarrolla de nuevas formas. En cada una de esas eras existió un determinado tipo
de energía dominante, la cual influía en la vida, la salud y la espiritualidad de las
personas. Cada era ha aportado al conocimiento humano determinadas concepciones
sobre la naturaleza de la realidad y el poder del espíritu, unas concepciones que
aún hoy influyen en nuestra salud y en nuestra alma. A fin de ayudar al lector a
comprender el tipo de poder o energía característico de cada una de esas eras,
recurro al simbolismo de la astrología.
La era de Aries se extendió aproximadamente desde el 2000 a. C. hasta el nacimiento de Jesús, que inició la era de Piscis. Y como cualquiera que conozca la obra musical Huirl sabe, estamos entrando en la era de Acuario. Aries, un signo de fuego, representa el fuego que se enciende, la creación inicial, el comienzo del zodíaco y, a mi entender, el despertar de numerosas culturas y civilizaciones. Durante
la era de Aries se inició una unidad tribal de culturas, pensamiento y leyes que
reemplazó al tribalismo más primitivo de la precedente era de Tauro. La de Aries fue
la era del dominio del medio físico por parte del hombre, de las leyes —desde el
Código de Hammurabí hasta las tablas de Moisés—, de la colocación de los
cimientos sociales y culturales sobre los que se basó el desarrollo emocional,
psicológico y espiritual de la siguiente era.
La era de Piscis fue una época de dualismo en que la conciencia humana se polarizó radicalmente entre la cultura occidental y la oriental, la iglesia y el estado, el
cuerpo y el espíritu (en una división que tuvo en el maniqueísmo su máximo
exponente), la ciencia del magnetismo, incluso la polaridad entre la izquierda y la
derecha. Al mismo tiempo, nos alejamos de la mentalidad tribal para desarrollar un
claro sentido del yo: el Renacimiento ensalzaba al individuo, los artistas y los
compositores comenzaron a firmar sus obras y la gente empezó a escribir diarios. El
concepto de ley pasó de basarse en códigos tribales a basarse en los derechos del
individuo, representados por la Carta Magna, la Constitución norteamericana y otras
leyes más recientes destinadas a suavizar las restricciones sociales y religiosas.
Mientras entramos en la era de Acuario, a finales del siglo XX, nos estamos
alejando de eras astrológicas representadas por peces y animales, y avanzamos
hacia una era representada por un ser humano: el aguador. Si el tema de Piscis era
la división, el tema de Acuario es la integridad, en la cual aspiramos a descubrir una unidad espiritual. Las religiones del mundo han comenzado a tratar de adaptarse
unas a otras en formas sin precedente, y hemos desarrollado un mercado global,
una tecnología global, y una conciencia global de la justicia social y de la necesidad de preservar el medio ambiente, pese a las evidentes violaciones de ambos. El cántico que se dejó oír por primera vez en la convención democrática de Chicago en
1968: « ¡Todo el mundo nos observa!», se ha convertido en un canto tan profético
como la descripción de Marshall McLuhan de la cultura mundial emergente como
una «aldea global». Esta nueva unidad tribal mundial suplantará el tribalismo, mucho
más limitado, de la era de Aries. Con cada era astrológica, la conciencia espiritual ha madurado y se ha producido una mayor toma de conciencia de nosotros mismos, del
espíritu inherente a otra vida y del gran poder que nos rodea. Es preciso que examinemos el papel que cada una de esas eras ha desempeñado a fin de comprender
cómo hemos asimilado sus actitudes y criterios y de qué manera éstos están
obstaculizando nuestros esfuerzos para curarnos individual, física y espiritualmente.
Con el paso de las diferentes eras astrológicas, se han sucedido diversas mentalidades y distintos tipos de poder físico y espiritual. A estas actitudes y poderes, yo los he denominado tribal, individual y simbólica. La comprensión de las
características del poder propio de cada era astrológica nos permite reconocer que
poseemos múltiples capacidades de percepción: la percepción tribal es sensorial, la
individual abarca interpretaciones emocionales y psicológicas, y la simbólica penetra
en los dominios impersonales de la visión arquetípica.El poder tribal, característico
de la era de Aries, es esencialmente una conciencia de grupo, la cual tiene su
manifestación más importante en la pertenencia a una familia, grupo étnico, religión
y nación. Los puntos fuertes del poder tribal: seguridad, orden, lealtad, sentido de la identidad, se convierten fácilmente en sus debilidades; rigidez, conformismo,
patriarcalismo, xenofobia. La conciencia tribal se centra en los elementos externos
con exclusión de numerosos imperativos individuales y espirituales internos, y, por
tanto, es un sistema de percepción esencialmente sensorial.
El poder individual, por el contrario, está relacionado con nuestra identidad
emocional y psicológica, simbolizada por la era de Piscis, durante la cual la ciencia y las artes florecieron, y el valor del genio individual aumentó. Los puntos débiles del poder individual son un foco excesivo en el yo, el narcisismo y la tendencia a polarizar el bien y el mal, lo masculino y lo femenino, Oriente y Occidente, el conocimiento y la intuición, el hemisferio cerebral izquierdo y el derecho.
Por ultimo, el poder simbólico nos permite ver las cosas en términos impersonales; contemplar la historia y nuestras vidas bajo la visión global y unificadora característica de la era de Acuario, la cual nos impulsa a descubrir el poder interior de la conciencia. La energía de esta era astrológica emergente nos
conduce hacia la creación de una cultura en la que el espíritu y la energía ocupan un
lugar prioritario frente a la materia y el cuerpo, y a la comprensión de que la energía que anida en nuestra mente, cuerpo y espíritu es la misma que la energía de Dios o de una divinidad superior. Sin embargo, mientras entramos en la era de Acuario, mantenemos la conexión con la energía evolutiva contenida en todas las eras
anteriores.
La capacidad de entender el poder y la energía de esas tres formas nos facilita
una nueva percepción de las elecciones que hacemos a lo largo de nuestra vida,
comprender cómo éstas influyen en nuestro espíritu y nuestra salud, y cómo podemos ayudamos a recobrar la salud y a recuperar nuestro espíritu.
En el desarrollo de la historia vemos un reflejo de nuestra propia evolución espiritual y nuestra necesidad de adaptarnos al cambio. Las dificultades y la
enfermedad forman una parte integrante de nuestro desarrollo espiritual. De igual
forma que, al analizar la historia del mundo, creamos un significado a partir de unos
hechos aparentemente inconexos, también podemos crear un significado a partir de
los problemas y los desafíos de nuestra vida cotidiana.
Mi intención, y esperanza, es que toda esta información procure al lector un
medio a través del cual abordar la enfermedad sin temor y afrontar los cambios con
coraje. Espero que este libro le ofrezca unos métodos novedosos y útiles de verse
asimismo, los factores que amenazan su salud y su capacidad de sanar. Mi deseo
es que se vea a sí mismo en el contesto de la cultura actual, a fin de desarrollar la
visión simbólica. De este modo, confío en que logre encender el fuego sanador que
reside en lo más profundo del espíritu humano, el cual le guiará a lo largo del camino de su curación.
El fuego sanador, que se ha apoderado de nosotros como individuos, se halla
también presente en todos los rincones del planeta; una fuerza mucho más poderosa que nosotros nos impulsa a curarnos a nosotros mismos, a nuestra cultura y a
nuestro entorno; a convertirnos, en definitiva, en una especie consciente. Por este
motivo muchos de nosotros deseamos estar sanos y tener plena conciencia propia, y
no sentirnos frustrados por nuestra incapacidad de alcanzar esa meta. Quizás al
comprender la dinámica de esta nueva cultura de la que formamos parte seamos capaces
de convertirnos en unos seres humanos más sanos y empezar a cumplir nuestro destino.
Mientras enseño a las personas que asisten a mis talleres con el afán de sanar
el lenguaje simbólico de los chakras, los sacramentos, el Árbol de la Vida y el
contexto cultural que conduce a la curación personal, veo cómo ese lenguaje
refuerza la creencia en la guía divina. Aprender a manejar esos símbolos metafísicos
les ayuda a ponerse en contacto con la energía sanadora inherente a su espíritu.
Conocí a Ellie hace cuatro años en un taller terapéutico en Europa, durante
una época en que yo estaba concentrándome en las similitudes entre los sacramentos, el Árbol de la Vida y el sistema de chakras. No sabía que Ellie sería la primera persona con la que compartiría esta información. Durante una conversación privada, Ellie me contó que desde hacía ocho años había tenido reiteradas experiencias con el cáncer. El primer tumor había aparecido en su pierna izquierda.
Era un tumor pequeño y maligno, pero después de extirpárselo los médicos le
aseguraron que habían frenado su desarrollo. Cuatro años más tarde, Ellie
descubrió otro tumor en su brazo. Fue operada de nuevo y los médicos le dijeron
que habían logrado frenar el desarrollo de ese tumor, al igual que el primero, pero su médico personal le recomendó que vigilara muy de cerca cualquier síntoma anómalo
en su cuerpo. En la época en que nos conocimos, Ellie estaba recibiendo tratamiento
para curar un tercer tumor, que había aparecido otra vez en su pierna, tres años después del segundo. Ellie sabía que este tumor también era maligno y se sentía
aterrorizada puesto que, por más que procurara llevar una vida sana, no lograba
evitar que se le reprodujeran los tumores cancerosos. Además, Ellie estaba
obsesionada por el temor de que cada pequeño dolor, al margen de dónde estuviera
localizado, pudiera ser un síntoma de otro tumor.
Ellie estaba profundamente confusa, porque sabía que hacía cuanto debía hacer para mantener limpio su organismo. Si la dieta, el ejercicio, la terapia, el yoga
y diversos tratamientos holistas no daban resultado, ¿qué le quedaba por hacer?
¿Existía un Dios que realmente nos escuchara? Y de ser así, ¿dónde estaba ese Dios en su vida?
Ha habido varios momentos en mi trabajo que no he sabido encontrar las palabras adecuadas, y éste fue uno de ellos. Como no sabía qué decir, expliqué a Ellie que yo también me había hecho a menudo esas preguntas y nunca había recibido la respuesta de la manera en que la esperaba. Le dije que mientras trabajaba con mis clientes, utilizando el sistema de chakras como mi único punto de referencia, con frecuencia había pensado que el modelo, aunque antiguo y sagrado, era incompleto. Entonces un día, cuando impartía clase a un grupo de alumnos, contemplé el modelo de siete círculos que había dibujado en la pizarra y en lugar de ver el sistema de chakras, me puse a pensar en los siete sacramentos cristianos. Poco después tuve una intuición parecida sobre el Árbol de la Vida según aparece descrito en la cabala judía. Me maravilló la unión de esas tres tradiciones sagradas y el hecho de que la voz de lo Divino me mostrara el caudal de energía sagrada que pasa a través del cuerpo.
Describí a Ellie la unión de esas tres tradiciones espirituales y añadí que, para
beneficiarse de su poder, debía contemplar su unión a través de una lente simbólica.
Le pedí que interpretara el bautismo, el primer sacramento, como la representación,
de su capacidad de contemplar su vida y las personas que formaban parte de ella,
junto a su relación con la tierra, como un don que le había pedido que aceptara. Le
propuse que añadiera no sólo el significado de Shekhinah, que representa una unión
con la comunidad de la humanidad, sino la energía de Gaia, la fuerza vital de la
naturaleza. Mientras yo hablaba Ellie cerró los ojos, y comprendí que escuchaba mis
palabras con gran atención. Le pedí que sintiera esta conexión con la tierra y con su
vida, y que la dirigiera hacia su primer chakra, con la imagen de que se estaba
reconectando totalmente al sistema vital.
Continué esta descripción a través de los chakras restantes, y cuando terminé,
Ellie se había sumido en un profundo estado de meditación. Al cabo de media hora
abrió los ojos y dijo con calma:
—No me había percatado de que mis experiencias con el cáncer estaban destruyendo más que mi cuerpo. No era consciente de que había perdido todo contacto con la energía vital, y que ninguna dieta podía sustituir ese déficit. Debo restablecer mi conexión con la vida, no sólo preocuparme de sanar mi cáncer.
Ellie repitió esa visualización constantemente. Permaneció en contacto conmigo y, cada vez que me llamaba, me informaba de que sentía que su sistema físico se iba regenerando. Me explico que había dado una estructura a sus visualizaciones en la que pretendía incorporar el significado de las lecciones inherentes a cada chakra, sacramento y Sefirá del Árbol de la Vida. Me dijo que había decidido aplazar su intervención quirúrgica porque deseaba comprobar si su labor interna era capaz de producir un cambio en su cuerpo. En caso afirmativo, significaría que había conseguido romper el ciclo de tumores cancerosos.
Al cabo de un mes, el tumor empezó a dar muestras de disminuir; la señal que Ellie aguardaba. Se lo hizo extirpar, totalmente convencida de que el cáncer no volvería a reproducirse.
Aunque la de Ellie es una historia particularmente impresionante de la curación
de una enfermedad física, se pueden curar muchas dolencias, tanto emocionales y
espirituales como físicas. Las historias que relato en este libro abarcan episodios
cotidianos y casos excepcionales con numerosos grados intermedios; es posible que
el lector vea reflejada, en alguno de ellos, su situación personal o su crisis vital.
Deseo asegurarle que aquí hallará algo que le facilite la curación.
Una de las principales convicciones que deseo que usted adopte, a fin de sanar su vida o su dolencia, es la importancia del perdón. El perdón libera la energía necesaria para sanar. Le ofrezco varias formas de perdonar el pasado, o dejar de aferrarse a él, y le propongo nuevos ritos e invocaciones que le ayudarán a
contemplar su vida actual simbólicamente, a potenciar su energía personal, a tomar
contacto con la energía divina y a sanar.
Si bien la primera parte de este libro está dedicada a abordar en profundidad los motivos que impiden sanar, en la segunda parte muestro detalladamente la forma
de conseguirlo. Empezaremos hablando del principal obstáculo de nuestra cultura
que impide sanar a la gente.

TEXTO EXTRAIDO DEL LIBRO DE CAROLINE MYSS - LA MEDICINA DE LA ENERGÍA.
ENCUENTRO TAN INTERESANTE E INSTRUCTIVO ESTE LIBRO, QUE SEGUIRE REPRODUCIENDO EL MISMO PARA GENERAL CONOCIMIENTO DE TODOS.

martes, 9 de diciembre de 2008

SINCRONICIDAD (COINCIDENCIAS)


Cuando, en apariencia sin aviso previo, un hecho extraño atrae nuestra atención, ya que podemos pensar en un viejo amigo que no se nos cruzó por la mente durante años; más tarde, cuando ya lo olvidamos por completo, al día siguiente, nos encontramos con esa persona. Del mismo modo, podemos ver en el trabajo a un individuo que nos gustaría conocer y ese mismo día encontrar a la mismísima persona sentada frente a nosotros en un restaurante.
Las coincidencias pueden implicar la llegada oportuna de una información especial que queremos pero no tenemos idea de cómo conseguir o la repentina toma de conciencia de que nuestra experiencia con un hobby o interés anterior era una preparación para llevarnos a una nueva oportunidad o un nuevo trabajo. Más allá de los detalles de una coincidencia en particular, sentimos que es muy poco probable que haya sido producto de la suerte o una mera casualidad. Cuando una coincidencia atrae nuestra atención, nos quedamos asombrados ante el hecho, aunque sea nada más que un instante. En algún nivel, sentimos que esos hechos estaban destinados de alguna manera a ocurrir, que debían ocurrir en el momento en que ocurrieron para orientar nuestras vidas en una dirección nueva y más inspiradora.
Es casi imposible que al mirar hacia atrás no veamos un esquema de sincronicidad en los hechos misteriosos que pasaron para hacernos llegar a nuestra carrera actual, nuestro cónyuge o la red de amigos y alianzas en las que confiamos. Mucho más difícil es la percepción de esos hechos tan importantes en la vida en el presente, cuando ocurren. Las coincidencias pueden ser impactantes, pero también pueden ser muy sutiles y fugaces y por lo tanto fácilmente pasadas por alto -tal como nos lo indicaba la vieja visión materialista- como si fueran obra del azar o simple casualidad.
Nuestro desafío personal consiste en superar el condicionamiento cultural que nos lleva a reducir la vida a lo ordinario, al lugar común y a lo carente de misterio. La mayoría de nosotros hemos aprendido a ir por la vida sólo con nuestro ego, a despertarnos a la mañana y pensar que debemos tener un control total sobre nuestro día. Creamos listas mentales inflexibles de proyectos que pensamos llevar a cabo y perseguimos esos fines con una especie de visión de túnel. Sin embargo, el misterio sigue estando, bailando en las orillas de nuestra vida, dándonos visiones fugaces de posibilidades. Debemos tomar la decisión de desacelerarnos y modificar nuestro punto de atención, y empezar a actuar de acuerdo con las oportunidades que se presentan en nuestro camino.
Otro tipo de sincronicidad es el encuentro puramente casual, que puede involucrar a amigos, conocidos o absolutos extraños. En el caso de alguien a quien conocemos, veremos que nos encontramos con esa persona de una manera que va más allá de lo que podríamos suponer como pura casualidad.
Otra sincronicidad de este tipo se produce cuando vemos de manera reiterada a alguien que no conocemos en un breve período. Hay enormes probabilidades de que esos casos no se produzcan, y sin embargo ocurren con suma frecuencia. Vemos a una persona una vez y normalmente no pensamos nada. Pero cuando vemos al mismo individuo de nuevo, o incluso una tercera vez el mismo día, la coincidencia en general atrae nuestra atención. Por desgracia, muchas veces notamos el hecho, lo consideramos curioso y seguimos nuestro camino sin actuar.
Nuevamente, el desafío consiste en encontrar una forma de entablar una conversación con ese individuo. Ya resulta difícil cuando conocemos a la persona, mucho más cuando se trata de un extraño. En primer lugar, se plantea el problema de la postura defensiva que la mayoría asumimos frente a los extraños. En las culturas occidentales, el contacto visual y el iniciar una conversación en muchos casos fueron tenidos por una invasión a la privacidad o incluso un avance sexual. Es una suposición poco feliz en nuestra sociedad, por ejemplo, el suponer que, si una mujer establece un contacto visual con un hombre, le envía una señal de que está abierta a sus avances sexuales. Esto crea todo tipo de confusiones: las mujeres que desvían la mirada cuando van por la calle por temor a que un hombre agresivo saque falsas conclusiones o los hombres que, sensibles al problema, ni siquiera tratan de establecer un contacto visual directo con las mujeres por temor a ser tildados de agresivos.
Si bien esto sigue constituyendo un problema, nuestras intuiciones, por suerte, en general no nos abandonan en este sentido. Si prestamos atención y aprendemos a percibir el flujo de energía, sabremos a quién debemos abrirnos y de quién debemos apartarnos. Tan importante como esto es analizar en forma consciente qué pasa con nuestra energía sexual, si es oportuna o no.
Creo que estamos descubriendo que actuar de una manera intencionalmente amigable es lo que mejor resulta. Podemos decir algo específico como: "¿No nos hemos visto antes?" y seguir con la descripción de nuestra situación de vida específica. Si estamos en un negocio, podemos decir: "Vine a comprar ropa para una fiesta que tengo". Con suerte, la otra persona responderá diciendo por qué se encuentra en ese local, y encontraremos un tema de vida común. Recuerde que el objetivo es discernir la razón de la sincronicidad.
Parecería que las personas mayores se hallan en una situación mucho mejor en cuanto a este tipo de conversación espontánea, pero todos podemos romper con esa sensación de torpeza si nuestra intención es muy sincera. Sea como fuere, lo único que podemos hacer es intentarlo, y si nos rechazan, tomarlo con buen humor. Como me dijo un día mi abuelo: "El secreto de la vida está en aprender a hacer el ridículo con gracia. Obviamente, siempre deberíamos tomar precauciones al conocer a extraños (reunirnos sólo en lugares públicos hasta conocernos mejor, por ejemplo). Pero si procedemos como corresponde, las recompensas pueden ser un flujo de sincronicidad más rico.

INFORMACIÓN QUE LLEGA EN EL MOMENTO JUSTO
Otro hecho sincrónico importante es la experiencia de recibir en el momento indicado una información que necesitamos. Esta experiencia comienza a veces con una repentina sensación de expectativa aumentada. Podemos estar en cualquier parte, en una situación de trabajo o de ocio, cuando empezamos a sentir que algo importante está por ocurrir. Al analizarlo más tarde, de vez en cuando percibimos cierta levedad en nuestro cuerpo o una sensación de que todo lo que nos rodea se vuelve más luminoso y liviano. Algo nos dice que nuestra vida está a punto de tomar un rumbo importante.
Cómo llega la información es siempre un misterio. En general, nos llega a través de otro ser humano, ya sea en sus palabras o por medio de sus acciones. También puede venir en un libro, una revista o una noticia. Pero siempre es la perspectiva, la investigación o la idea de un ser humano sobre el mundo que nos llega justo en el momento indicado para ampliar nuestra conciencia.
Nuestra sensación de que la información nos está llegando quizá derive de que hemos integrado todos los pasos de crecimiento necesarios para establecer nuestra aptitud al siguiente capítulo en la historia de nuestra vida. Tuve una experiencia de este tipo referida a mi comprensión de las luchas humanas de poder. Hasta ese momento, entendía con claridad que los seres humanos competían entre sí de maneras irracionales, pero sabía que las luchas de poder podían llegar a comprenderse mejor. En cierto momento tuve la intuición de que estaba a punto de dar un paso en ese sentido.
Durante un tiempo no pasó nada. Entonces, un día iba conduciendo mi vehículo y me di cuenta de que una librería en especial me había llamado la atención. Entré y empecé a recorrerla. Sentía que aumentaba mi expectativa. En ese preciso instante, por lo menos a dos metros de donde estaba, vi un libro. Aun a esa distancia, el color y el diseño gráfico se destacaban de entre todos los demás libros apilados alrededor. Me acerqué con rapidez para encontrar Escape from Evil, de Ernest Becker, un texto que aborda la forma en que los seres humanos tienden a fortalecerse a expensas de los otros para sentirse más a salvo y adquirir un mayor sentido de autoestima y bienestar. Ése fue el paso clave que me faltaba en mi comprensión de las luchas de poder.
En suma, las claves más importantes para aprender a aprovechar las distintas sincronicidades de nuestras vidas son estar atentos y tomarnos el tiempo necesario para analizar lo que está pasando. Para hacerlo, cada uno de nosotros debe crear en su vida una cantidad suficiente de lo que llamo tiempo de deriva: tiempo en el que no hacemos nada más que dar vueltas, pasar canales de televisión, echar un vistazo al diario o caminar por la calle atentos al mundo que nos rodea. Si piensa en un amigo, pase a verlo y vea qué sucede. Internet también es una fuente interesante de información en este sentido. Debemos tener presente, no obstante, que cualquiera puede poner cosas en Internet. No hay correctores ni nadie que verifique la exactitud de los hechos y ningún editor es responsable del contenido.

LA RESPUESTA AL ESCEPTICISMO
Tal vez el mayor desafío para los que empezamos a vivir la nueva conciencia espiritual sea relacionarnos con los escépticos. Una vez que nos abrimos a la realidad de la sincronicidad, a todos nos pasa a veces que hablamos con alguien que reacciona de manera negativa a nuestras creencias y cuestiona directamente la validez de nuestras experiencias. Si bien el número de escépticos disminuye, todavía hay montones de seguidores de la vieja cosmovisión materialista para los cuales las conversaciones sobre lo místico son ridículas e infundadas. Estas discusiones amenazan sus creencias lógicas sobre lo que es real y racional en el mundo natural.
Los escépticos que encontramos se dividen en dos grandes categorías. El grupo más amplio es el de los que adoptan una posición escéptica no porque hayan investigado en forma exhaustiva la amplia gama de encuentros místicos sobre los cuales oyen hablar, sino porque no lo han hecho. No tienen el tiempo o la voluntad para analizar esas experiencias, y entonces adoptan la postura que les resulta más segura sobre el tema: calificarlo de absurdo. En general, estos escépticos viven y trabajan entre muchas personas que dudan, que critican cualquier creación o afirmación nueva y que usan el ridículo como medio para adquirir poder personal sobre los demás. En ese tipo de ambiente, la mayoría de las personas adopta una posición estrictamente convencional para evitar el conflicto.
El otro tipo de escéptico que encontramos es el verdadero seguidor del materialismo científico. Ésta es una persona que puede llegar a investigar hasta cierto punto el terreno de la experiencia mística pero que siempre retorna a las barricadas del materialismo, exigiendo una prueba objetiva de dichas afirmaciones. Los argumentos que indican que las experiencias místicas han tenido carácter coherente durante largos períodos de la historia o que miles de personas sin ninguna relación entre sí señalan lo mismo o que los estudios estadísticos han mostrado reiteradas veces que la capacidad intuitiva y psíquica es un hecho natural, todo cae en oídos sordos.
Varios enfoques han demostrado ser eficaces para enfrentar a los escépticos. En primer lugar, debemos recordar que un grado de escepticismo es, de hecho, importante. No hay que tomar una idea de moda al pie de la letra y todos debemos contemplar con ojo crítico cualquier afirmación sobre la naturaleza de la realidad.
Sin embargo, no debemos olvidar que este principio tiene un corolario igualmente importante que a menudo se olvida: mantener la mente lo bastante abierta para considerar el fenómeno en cuestión. Mantener este equilibrio entre escepticismo y apertura resulta en especial difícil cuando el fenómeno involucra nuestra psicología o espiritualidad interior.
Hay otros dos puntos importantes para mantener las conversaciones en un tono amistoso y avanzar hacia áreas de coincidencia. Me atrevería a decir que casi todos los que ahora experimentan percepciones de naturaleza espiritual o mística fueron escépticos extremos en algún momento. En este sentido, todos somos ex escépticos, y tal vez sea importante que recordemos una vez más que el proceso de apertura al lado místico de la vida está produciéndose sobre todo a través de la interacción personal; vemos a otro que toma seriamente la idea de la experiencia espiritual y entonces decidimos investigar la cuestión nosotros también.
Por eso debemos tomar en serio cada conversación. Nuestra comunicación franca puede llegar a ser el testimonio que haga ceder la posición afianzada de otra persona. Y ¿sabe una cosa? También puede ocurrir lo contrario: es posible que el escéptico con el que hablamos tenga razón en determinado tema. Los que analizamos los potenciales de la experiencia humana no estamos haciendo nada si no estamos comprometidos con un proceso bilateral de desarrollo de consenso. Todos debemos escuchar para aprender. Lo que asegura un punto de vista debatido con amplitud y mantiene nuestra perspectiva amplia es el diálogo abierto.

TOMAR EN SERIO LA SINCRONICIDAD
Vislumbrar las coincidencias, entonces, y empezar un diálogo abierto sobre ellas sin caer en interpretaciones negativas constituyen los primeros pasos para vivir nuestra nueva conciencia espiritual. Sin embargo, enseguida aparecen nuevos interrogantes. Si la sincronicidad que percibimos es prueba de que en nuestra vida actúa una fuerza espiritual, ¿por qué en la cultura occidental ignoramos estos hechos misteriosos durante tanto tiempo? ¿Y por qué la conciencia de la sincronicidad está saliendo a la superficie ahora, en esta época? ¿Cuál es el panorama histórico más amplio de lo que nos está pasando?
Éstas son las preguntas que nos llevan al siguiente nivel de conciencia.
TEXTO EXTRAIDO DE LA NUEVA VISION ESPIRITUAL DE JAMES REDFIELD

lunes, 8 de diciembre de 2008

NUESTROS CAMBIOS DE HUMOR


El obstáculo más grande que podemos encontrar si queremos resolvernos a tomar la dirección de nuestra evolución (sea referente al desarrollo de nuestros conocimientos o transformación de nuestras emociones) consiste en nuestras variantes disposiciones del alma, a las que a menudo nombramos “nuestros cambios de humor”. Esos son raros y curiosos porque parecen cambiar toda nuestra actitud frente a las cosas que más profundamente estamos seguros; raros, por el poder que tienen sobre nosotros.
En una mañana de abril, cuando las nubes empujadas por la rapidez del viento velan a menudo el sol, el paisaje nos parece a veces triste, a veces luminoso; una parte está llena de luz, la otra en la oscuridad. La alteración de las nubes y del sol muda todo el aspecto de las cosas iluminadas o sumergidas en la sombra. El riachuelo limpio transcurre bajo los rayos del sol como reflejos de plata; pálido y gris bajo las nubes.
Nosotros constatamos estos cambios y sabemos que son debido a las nubes, a los rayos del sol y a sus relaciones que mudan y crean esta enorme diferencia de aspecto. Una cosa análoga nos pasa a nosotros; tales disposiciones del alma que tienen sobre nosotros tanto poder, que nos influyen tan poderosamente, no son más que las nubes mutantes de los efectos del sol de nuestros temperamentos intelectuales y sobre todo, de nuestros temperamentos emocionales que no son de naturaleza intelectual.
Cuando queremos dominar los cambios de humor que pasan sobre nosotros debemos subir a la fuente sobre el plan de las emociones, y allí aprender la manera de combatirlos. Poner lado a lado los luminosos con los tenebrosos, ya que los unos como los otros no son sino cambios de humor; y proceden juntos como cada par de opuestos.
Estudiándonos con atención no tardaremos en ver que a cierta fase de profunda y completa depresión, corresponde otra en proporción de felicidad y de luz. Los que no sufren muy hondamente, no se elevan tanto en el gozo; lo que por el contrario, sienten momentos de intenso gozo tienen horas de profunda depresión.
Eso depende de las oscilaciones de nuestras emociones que se parecen bajo todos los puntos, a las del péndulo; cuanto más se eleve éste de un lado empezando desde el punto del medio, más subirá del otro. Esta oscilación de nuestro temperamento es una de las más marcada particularidad de los pueblos occidentales.
Se puede observar que estos cambios de humor desaparecen a medida que nos vamos acercando al Oriente; no completamente, pero lo suficiente para que la diferencia sea percibida, si los comparamos con los cambios que atormentan la naturaleza de los occidentales.
Por lo que a mí atañe encontré muy difícil, y tuve que luchar mucho para llegar a tener un carácter siempre igual, lo que parece ser una condición natural de la mentalidad oculta del hindú. No conozco bastante los pueblos de las otras naciones orientales, pero por lo que he oído, creo que tal uniformidad de carácter existe también en los pueblos del otro lado de la península india. Esta uniformidad de humor es muy ventajosa, porque impide nuestras continuas pérdidas de equilibro en un sentido u otro, y quién la posee queda fiel y devoto a su propio ideal particular en cualquier momento de su vida que lo considere.
Nosotros, contrariamente, vemos continuamente cambiar “nuestra actitud frente a nuestro ideal” por lo menos en lo que concierne a nuestras emociones, y no solamente en esta ocasión cambia nuestro humor. Esto me lleva a hablar de ciertas disposiciones del alma que no nos influyen tan profundamente como ciertas otras y que desde ahora podemos distinguir.
Ante todo los nervios son causa, en nosotros, de ciertos cambios de humor. Muy a menudo pasa que la desmoralización o la elevación del carácter, la irritabilidad o la calma, dependen en gran parte del estado del sistema físico.
Los que estudian de cerca su propio carácter deberían buscar la separación de esos cambios de humor de otros de naturaleza más profunda. Debemos vencerlos y librarnos de ellos por medio de la razón, del criterio y de la comprensión.
Empecemos por examinar hasta qué punto nuestro sistema nervioso está en la base de nuestras alteraciones del carácter; ¿una tensión más grande de los nervios, un poco de falta de sueño, puede todo eso ser la causa de esas alteraciones?... Reconocemos entonces que es vergonzoso para criaturas responsables, ser esclavos de estas cosas. Por eso mismo, esforcémonos en dominarlos, devolviendo la salud a nuestro cuerpo, porque este es un deber para nosotros y los demás; y es seguro que la enfermedad siempre reacciona sobre el carácter, a menos que poseamos mucha fuerza de voluntad.
Es más fácil prevenir el mal que encontrar en sí la fuerza de luchar contra cada reacción nerviosa; y de aquí la absoluta necesidad de medir la extensión de nuestras fuerzas y de adaptar a ellas todo lo que hacemos. No se trata de cumplir una gran cantidad de trabajo, sino que éste sea proporcionado a los medios que poseemos para cumplirlo.
Nuestra facilidad para el trabajo puede ser muy diferente de la de otros; por eso no se puede juzgar a quien quiera que sea por la cantidad de trabajo que hace, sino por el poder que tiene de hacerlo sin cansarse. Aquí están en juego el criterio y el conocimiento; así es, pues, cómo, por mi parte, limito mi trabajo: escojo entre las innumerables cartas que me llegan de todas partes las que puedo contestar según el poder que dispongo. Trazada esta línea de conducta, me conformo con ella aunque pueda inculparme alguien que piense que yo debería ocuparme de él. Y no creáis que eso es fácil. Trazado tal límite, se necesita una firme resolución para no trasponerlo y para resistir a las solicitudes.
Sin duda esa es la manera en que ha de obrar el estudiante de ocultismo, no solamente porque no tiene el derecho de ponerse enfermo en el servicio que ofrezca al Maestro, sino también porque no es su deber hacer más de lo que puede.
Dejando esto a un lado, detengámonos un momento sobre otra clase de humor que es muy a menudo triste, y no lo sería tanto si fuese considerado en su verdadera luz. Intento hablar de la clase de humor que proviene de nuestra creciente susceptibilidad en las condiciones del mundo superfísico, antes de estar lo suficientemente evolucionados para reconocer la naturaleza de tales influencias.
Mientras que nuestro cuerpo astral evoluciona, recibe del mundo astral un número mayor de impresiones, y las transmite al cuerpo físico, de manera que experimentamos grandes desmoralizaciones de las cuales no podemos reconocer la fuente. Tales disposiciones del alma son a menudo sombras del plano astral con las que tenemos que ver mucho más que el riachuelo obscurecido por las nubes.
Ellas nos vienen del plano astral, algunas veces porque alguien a quien queremos sufre lejos de nosotros; otras veces porque alguna desgracia nos amenaza y su sombra la precede, la hemos visto y sentido en el plano astral antes de que se manifieste en el plano físico. Acaso la dolencia no esté en relación directa con nosotros, que provenga de nuestros vecinos con los cuales estamos inconscientemente en vibración de simpatía; y como es natural, nuestro sufrimiento es proporcionado a nuestra simpatía. Los que, por ejemplo, se sienten turbados, agitados sobre cuestiones de interés general, que piensan mucho en el bienestar de un gran número de sus hermanos, sienten profundamente las amenazantes calamidades públicas o personales. Muchas personas por nada afectadas físicamente por una huelga importante, pueden verse entre nubes de desmoralización por la depresión de los que sufren efectivamente por la huelga; y así pasa en todo lo que sucede o puede suceder. ¿Qué debemos entonces hacer cuando estos sentimientos se manifiestan en nosotros? La mejor manera de luchar con ellos es a mi parecer, el conocimiento claro y definido de la Ley, el sentimiento de que nada nos puede pasar o a los demás que no sea en la Ley, que todo lo que pasa obra por una buena intención y un buen fin; la convicción íntima, profunda, con la que debemos luchar contra tales cosas vagas y oscuras, de la misma manera que luchamos con la dificultad que vemos y comprendemos.
No debemos dejarnos dominar por lo vago o lo indefinido, ni permitir que la oscuridad nos rinda ciegos al mecanismo de la Ley, y debemos tomar la costumbre de cultivar en el mental aquella disposición que afronta sin temor todo lo que sucede, recordándonos la gran verdad que nos llega de Oriente. “Brahman no tiene temor y los que participan de su Naturaleza, deben también participar de su valor”.
Cultivar la mentalidad sin temor es una de las cosas mejores que podemos hacer; mirar al mundo cara a cara sabiendo que está lleno de luz y de nubes; pasar alternativamente de una experiencia a otra sin permitirnos perder el valor cuando la desmoralización nos envuelve; reconocerle como una sombra proyectada sobre nosotros de lo externo e impedir que aquella sombra tenga la menor acción sobre la Luz interna. Reconocer que la mayoría de aquellas nubes llegan simplemente del plano astral; tratarlas como empujes que nos golpean de aquellas alturas; considerarlas bajo esta luz calma y reflexión será bastante, generalmente, para alejarlas de nuestro camino, dejando sólo su sentido de sencillos hechos psicológicos a los que no permitimos que perturben nuestra serenidad.
Estos son los que podemos llamar los estados del alma menos importantes; los que provienen del sistema nervioso y descienden del mundo astral.
Los que de vosotros ansiáis ser más sensitivos y desarrollar las facultades psíquicas internas, considerad, cuando se trata de estas desmoralizaciones, cómo afrontaréis las cosas que proyectan estas sombras!... Cómo procedería la vida física, por ejemplo si tuviéramos continuamente en el pensamiento todos los incidentes del mundo astral ya que sólo sus sombras son bastante para producir tales depresiones...
Hasta que quedéis liberados de esta falta de confianza en la Ley (falta de confianza que es la única causa de estas profundas depresiones) seguramente es preferible que vuestros ojos queden cerrados... no tendríais ya un solo instante de calma y de paz si en la vida pudiéseis ver más allá todas las dificultades del porvenir sin la certeza de vencerlas, y todos los gozos con todos sus entusiasmos y la impaciencia que su espera suscitaría...
Pasemos ahora de los cambios de humor de menor importancia a los de más importancia. ¿Qué es lo que nos deja a veces indiferentes, o llenos de entusiasmo? ¿Por qué nuestro trabajo teosófico es la única cosa que ilumina nuestra vida y nos la hace amar, mientras que otras veces (hablando con el corazón abierto) no nos ocupamos de él y casi sentimos haberlo emprendido?... Me expreso algo fuertemente, lo sé; pero creo no exagerar, ya que yo misma experimento a menudo estos momentos... Es un sentimiento difícil, hasta doloroso porque nos hace creer que hemos cometido una gran falta. Nada de eso... Y diré más; esos sentimientos de indiferencia, de descuido, de apatía, no significan nada por sí mismo. Lo que tiene importancia es nuestra conducta en estos momentos, ¿qué importa lo que nosotros sentimos o experimentamos? Lo que importa mucho es la manera de portarnos bajo el impulso del sentimiento.
Cuando ya no nos queda más que la indiferencia ¿podemos continuar portándonos como antes?... Cuando sentimos que todo ha muerto ¿podemos todavía obrar con fuerza como si ardientes pulsaciones hicieran vibrar nuestro ser?... ¿Podemos aun obrar con la misma energía, servir con esmero, dedicarnos enteramente al ideal tenebroso y vago, como cuando es brillante y luminoso y llena nuestra vida de luz?... Si podemos actuar de esa manera, entonces nuestra devoción tiene un cierto valor; si no, es seguro que nos quedan muchas cosas que aprender.
Quisiera despertar e imprimir en todos estos pensamientos, ya que es imposible evitar esos cambios de humor antes de llegar a mayor altura, y quién sabe hasta dónde tenemos que subir para dominar para siempre estas horas de depresión cuando el ideal querido cambia y nos deja.
¿Cómo afrontar estos momentos?... Recordemos ante todo la Ley del Ritmo. H.P.B. en la “Doctrina Secreta” dice que es una de las verdades fundamentales, sin embargo es una de las Leyes que muy pocos demuestran comprender cuando les toca. ¿Qué son esos entusiasmos y esas indiferencias sino el inevitable operar de la Ley de Periodicidad? Las diferentes maneras de ser de nuestra vida intelectual y emocional son también inevitables y necesarias como el día y la noche.
El teósofo que no pasase por esos cambios, sería como el que viviese en una noche o en un día perpetuos. El sabio debe esforzarse en hacer penetrar el día en la noche y la noche en el día; lo que por fin resulta de lo que a menudo llamamos “la más grande indiferencia” es una uniformidad de carácter que se mantiene en todas las condiciones.
No es que acaben el día y la noche; no es que la oscuridad sea ¿menor o mayor? sobre el alma, o que la luz no la inunde más con sus rayos; el alma los reconoce; pero no se deja influir más por ellas; los siente, pero rehúsa ser agitada por ellos; los experimenta, pero no los confunde con ella misma. Reconocemos entonces esta Ley de periodicidad; conocemos que estos cambios sucederán, y preparémonos a combatirlos. Cuando la depresión nos invada, nos diremos con calma: “He tenido mucho entusiasmo durante un cierto tiempo, es natural que ahora yo experimente lo contrario”. Tan pronto como podamos hablarnos de esta manera y pensarlo, el poder de la noche sobre nosotros disminuirá; la oscuridad existe siempre como antes, pero nosotros estamos separados de ella y la vemos como una cosa externa, que no puede invadir la profundidad del alma; la realizamos como un no sé qué, que pertenece al cuerpo astral inferior y mudable.
Este acto de separación, este conocimiento de la Ley en acción (y que, como lo sabemos es buena acción) nos permite acordarnos del día durante la oscuridad de la noche, y de la noche durante la luz del día. Hay muchos que no se preocupan de acordarse de la noche durante el período luminoso; tienen todavía que recordarlo, si quieren conquistar el poder de dominar el uno y el otro. Ellos tienen que moderar sus momentos de gozo extremo, como también los de extrema depresión.
Las horas luminosas son más peligrosas que las de la noche, porque esconden mayores peligros, pues siempre en el momento de nuestros mayores entusiasmos hacemos cosas que deseamos no haber hecho nunca, y perdemos aquella vigilancia que practicamos bajo la depresión de la noche.
El centinela pone menos atención bajo el resplandor del sol que durante la noche, y así arriesga ser más fácilmente sorprendido. Por esto la mayor parte de nuestros descuidos suceden durante el período luminoso más bien que durante la oscuridad.
El segundo paso que debemos dar es intelectual; éste consiste en reconocer definitivamente que el ideal, que ha sido hermoso en cierto momento, debe ser hermoso aun cuando haya perdido el encanto que tenía para nuestros ojos.
La hermosura no cesa de ser porque nosotros cesemos de verla. Lancemos sobre las nubes la clara luz del intelecto y veremos que lo que fue bueno antes de que nuestros ojos se velaran, es bueno sea cual fuere la densidad de las nubes que lo rodean. El marinero hace su punto de referencia cuando puede ver el sol o las estrellas, pero cuando las nubes los esconden a sus ojos, y el cielo se obscurece, dirige el buque según el camino antes trazado. Hagamos lo mismo; cuando las nubes de las emociones estén ausentes, tracemos nuestro camino por medio de la contemplación de las estrellas, de la hermosura y de la verdad; y que nos sirvan para guiar nuestra dirección cuando las nubes nos las ocultan, acordándonos de que aquellas luces eternas no cambian solamente porque las nubes las oscurezcan o porque la noche las rodee...
Comprender la Ley de periodicidad con el intelecto y no con las emociones (ya que el intelecto nos queda cuando las emociones nos dejan) son las dos cosas mejores para quedar tranquilos y en paz en medio de nuestros cambios de humor.
Después sigue el esfuerzo resuelto y constante para realizar lo que somos: lo Eterno y lo inmutable, y para prescindir de todo lo que en nosotros es mutable.
Estos son los medios prácticos que nos sobreponen a nuestros cambios de humor, en la calma y la paz, y deben ser parte de nuestros pensamientos diarios.
Dediquemos uno o dos minutos cada mañana para definir bien este conocimiento.“Yo soy el Inmutable, el Eterno Ser”. Repitámoslo a menudo, pensándolo largamente, hasta que este pensamiento llegue a ser en nuestra vida como una música constante que podamos oír tan pronto nos alejemos del ruido y tumulto de las calles. Hagámonos un pensamiento dominante, de manera que las vibraciones de esta idea “Yo soy el Inmutable, el Eterno Ser” no cesarán ya de formarse en nosotros. ¡Cuánta fuerza hay en eso! ¡Cuánta hermosura! ¡Cuánto esplendor!
Nadie que no lo haya realizado un solo momento en sí mismo lo puede imaginar. Si pudiéramos vivir con este pensamiento, seríamos como Dioses que anden sobre la tierra. Un solo rayo sería suficiente para conseguir la paz y la belleza de Dios en nuestras pequeñas y tontas existencias.
¿Acaso es tan difícil pensar en eso todas las mañanas? ¿Acaso no vale la pena pensarlo? En lo que pensamos de continuo, en aquello nos convertimos.
Todos los Sabios lo han dicho, todos los escritos del mundo lo proclamaron “El hombre es lo que piensa” Y entre los pensamientos, este es el más verdadero, el más absolutamente verdadero que puede penetrar en la mente. “Nosotros somos el Ser, el Eterno, el Inmutable”.
Este es el pensamiento que significa Paz. El pensamiento que impide durante todos nuestros cambios de humor producir en nosotros un mal profundo, cambiar la dirección de nuestros pasos. No quiero decir que cesen de visitarnos, quiero decir que cesaremos de engañarnos identificándonos con ellos. Ya no sentimos “Yo soy feliz. Yo soy infeliz.
Yo estoy en la Luz. Estoy en la oscuridad”.
Entonces sentiremos que este vehículo inferior, este mental inferior está en la oscuridad o en la luz, feliz o infeliz, triste o glorioso y diremos: “A ver qué puedo aprender de esta experiencia mutable, a través de la cual pasa esta parte inferior de mí mismo”. Ya que después de todo, estamos aquí para aprender lo que debemos aprender de estos vehículos inferiores, tan mutables, tan volubles. Los retenemos porque tienen un valor para nosotros en las lecciones que pueden transmitirnos. ¿Cómo podríamos ayudar a las víctimas de esos cambios de humos, si no los experimentamos nosotros mismos y no sentimos también los efectos cuando estamos libres

ANNIE BESANT

INTUICIÓN

INTUICIÓN

DAR

DAR

DAR

DAR TODO EN LA VIDA
ES SENTIR LA PLENITUD,
DEMOS LO BUENO DE NOSOTROS,
SIN ESPERAR GRATITUD.

NADA SE PIERDE EN EL MUNDO
NI UNA MIRADA DE AMOR,
TODO VUELVE A NOSOTROS,
CON EL MISMO CALOR.

UNOS DAN AMOR SINCERO,
OTROS ALGO MATERIAL.
AMBAS COSAS SON NECESARIAS
PUES VIENEN DEL MANANTIAL.

DESPRENDERSE DEL EGOÍSMO
DE TENERLO TODO ASÍ,
AYUDEMOS A LOS OTROS,
AYUDÉMOSLE AQUÍ.
¿PARA QUE TENERLO TODO?
SIN PODERLO COMPARTIR
DIOS NOS DIO A TODOS ALGO
PARA PODER CONTRIBUIR.

AYUDEMOS AL QUE PIDE,
PUES LE DAMOS SALVACIÓN
DIOS TAMBIÉN NOS OYE SIEMPRE
Y NOS DA LA SOLUCIÓN.

AUTOR: VLADIMIR BURDMAN


¿QUE PASA EN NUESTRO MUNDO?

¡¡¡CELEBRA LA VIDA!!!

ELIMINA TODOS LOS MIEDOS "SI ...........

¿Qué es lo que causa stress y tensión?
Es el vivir en el pasado o tratar de penetrar en el futuro y temer lo que imaginas que puedes ver. ¡Que gran tontería! ¡Que completa pérdida de tiempo! Todo lo que YO le pido a cada uno de vosotros es que viva plenamente en el AHORA, en este preciso momento, tanto así como para que toda su vida sea un gran ahora sin pensar en el ayer, en el hoy o en el mañana, sino simplemente en este momento inmediato. Esta es la única manera de vivir, porque ningún hombre sabe lo que le puede traer el mañana.
Sé como un niño pequeño, disfrutando cada momento y la vida se volverá algo gozoso. No tiene que preocuparte de dónde vendrá el próximo aliento. Acéptalo y sé agradecido por él a cada momento. Porque vivir completamente en el momento es uno de MIS regalos más grandes y ¡que pocos de MIS hijos están deseosos de aceptar!
Elimina todos los miedos "Si....... Vive en el ahora, haciendo lo que es necesario hacer y disfrutándolo por completo y quiero decir "por completo". Vive, Hijo Mío, como si este momento fuera el único momento de tu vida y disfrútalo plenamente.
YO estoy contigo siempre, aún hasta el final de los tiempos.

NO ESTAS DEPRIMIDO, ESTAS DISTRAIDO

TRATAMIENTO CON LA LLAMA VIOLETA

YO SOY invocando la ley del perdón y del olvido y a la llama

Violeta consumidora, transmutadora, y liberadora

Para que consuma, transmute y libere,

Toda energía invisible o visible, propia y ajena, consciente o inconsciente,

En el pasado, presente o en el futuro en su verdadera causa, efecto, record y memoria

La condición de:

Todo concepto de: rabia, escasez .tristeza enfermedad , fealdad, desaprobación, angustia, desesperación, incomprensión, pereza, discordia ,discusión.

Para que sea reemplazada por:

Amor, abundancia, opulencia, alegría, perfecta salud, belleza, autoestima,

Fe. Confianza, sabiduría divina, voluntad, poder divino, paz y armonía

¡Gracias Padre porque así es!

ABRIENDO PUERTAS

LOS DONES DEL ESPIRITU

He dotado a cada alma con Mis dones, dones del Espíritu. Depende por completo de cada individuo el cómo sean aceptados y usados. Recuerda siempre: no me engañarás y si usas mal esos dones te serán quitados. Cuando se usan bajo Mi guía, pueden ser una gran ayuda para muchas, muchas almas. Esto significa que los dones del Espíritu nunca deben ser tomados para uno mismo o para la propia glorificación, que no es necesario el reconocimiento personal.
Lo que es del Espíritu es Mío, así como el honor y la gloria. Aquellos que son usados para atraerlos no son sino instrumentos y como tales deben permanecer.
Mantente siempre sencillamente como un niño. Déjame usarte más y más de acuerdo a Mi voluntad, sin reservas ni restricciones. No rehúses nada: da todo y recibe todo. Es así de simple. Mantenlo así. Deja que todas las puertas se abran de par en par. Elévate a los mas altos reinos con el gozo más puro. No escondas nada. Deja que brille la luz de la Verdad. No hay nada que esconder cuando caminas Conmigo de la mano.
Sabed que la oscuridad no puede soportar la luz de la Verdad. No hay lugar para la oscuridad cuando la Luz resplandece. Otra vez os digo a cada uno de vosotros: "Encuentra tu camino verdadero y camina por él con serenidad y confianza".
Dejad que Mi paz y Mi amor os penetre y envuelva y que vuestras vidas se llenen de alabanza y agradecimiento.

EL PODER DEL PENSAMIENTO

¡Eres el imán más poderoso del Universo!
Tienes un poder magnético en tu interior que es más fuerte que ninguna otra cosa de este mundo.
Un poder magnético insondable que se emite a través de tus pensamientos.
Puedes cambiar tu vida y puedes cambiar el mundo.
¿Te imaginas que pasaría si todos los seres humanos nos propusiéramos a un mismo tiempo emitir pensamientos positivos aunque sólo fuera cinco minutos al día?
Hazlo. Propóntelo cada día. Propónselo incluso a tus amistades y familiares y observad qué sucede en esos minutos del día en que todos pensáis en positivo a la vez.
Verás como aumenta tu sentido de poder personal.

MEDITACION Y EXPLICACION CHACRAS








MADRE UNIVERSAL

MADRE UNIVERSAL

DESPIERTA A LA VIDA

ILUMINACION


VIDA

VIDA

LA VIDA

Uno de los aspectos de Dios, o de “aquello que llamamos Dios”, es vida. Dios es vida; entre tantas otras cosas, Dios es nuestra vida y la de todo lo que existe

La vida toda es una sola, la tuya, la mía, la de las plantas, el insecto, el ave, etc. No nos pertenece individualmente. Es una inmensa vida en la cual estamos nosotros flotando.

Somos cada uno una esponja en un océano de vida.

Estamos acostumbrados a pensar que cada uno aisladamente posee una cantidad de vida, y que esta, como el agua en un pozo, rodeado de tierra, se va evaporando y secando, y que le puede caer algo sucio o algo que le infecte y la contamine. No. A ella, a ese manantial inmenso, inagotable e indestructible, no le puede ocurrir absolutamente nada.

Ella no puede morir. Es un manantial de energía que fluye a través de nosotros, que nos penetra y que por lo tanto, nos mantiene vivientes; o sea que nosotros somos seres vivientes porque estamos en ella.

Como la raza íntegra cree que el ser humano es un pozo de vida separado y aislado, que es susceptible a la enfermedad, al desgaste por los años, y a la muerte, toda la raza manifiesta esa creencia; pero cuando se borre esa opinión, a fuerza de negarla y afirmar la verdad, dejarán de enfermarse, de envejecer y de morir. Mientras más se piense y medite la verdad, más pronto se librará el ser humano de esas falsas creencias, porque la verdad es acumulativa. “Conocer la verdad y ella os hará libres”, dijo Jesús; y también: “El reino de los cielos es semejante a la levadura, que una mujer tomó y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue fermentado”. Más claro no puede estar. El reino de los cielos no es aquello que nos han ofrecido para otro plano si nos portamos bien. (Es el estado de dicha, armonía y adelanto que estamos buscando aquí). Esta meditación que les está aclarando algo que ustedes no conocían; que les está removiendo células que estaban dormidas, es la levadura a la que Jesús se refiere.

Esta verdad que escuchan hoy continuará trabajando en ustedes, hasta que un día de pronto se les ilumine la idea como un todo. Porque habrá fermentado toda la masa.

Estamos habituados y tan endurecidos por la costumbre, a vernos los unos a los otros, que no nos asombra el milagro que representa un personaje que, habla, piensa, se mueve, oye y vive sólo por si mismo, sin ningún cable que lo conecte a una corriente eléctrica; sin que esté sembrando en la tierra; ¿y ese otro milagro que ocurre a cada minuto?, un niño que al ser separado de la madre que le comunica su vida, continua viviendo. Y nada de esto nos llama la atención. Cuando todo esto nos debería provocar constante asombro y contemplación. ¿Qué es eso?, ¿Cómo es eso?, ¿O es que ustedes creen que esa maravilla, ese milagro lo hace la taza de café con leche?. La comida y el comer son resabios que nos quedan del reino animal, son instintos animales.

Como estos no piensan ni reaccionan aún, no tienen intuición sino instinto. Aún los rige la célula aquella primitiva que era un estómago, o deseo rudimentario. Ellos obedecen ciegamente al principio de generación y a la ley de evolución que ordena la combinación de los elementos y la alteración paulatina de vibraciones.

El hombre ya es pensante, racional e intuitivo. Sus vibraciones se intensifican al pensar en las más altas. Al escuchar, comprender y aceptar la verdad de todas las cosas, acelera su frecuencia y por supuesto se eleva de plano.

La meditación, como es pensar profunda y determinadamente en estos altos conceptos, adelanta al ser rápidamente.

Por eso los estoy haciendo meditar.

Nosotros somos hijos de Dios, hechos de su propia sustancia. Somos esponjas en un océano de vida. No necesitamos alimento exterior. Cuando nos compenetramos bien de esta verdad y la realizamos, nos encontramos comiendo menos y menos, automáticamente sin hacer ningún esfuerzo ni sacrificio. La levadura de la verdad habrá penetrado toda la masa; las células del cuerpo estarán vibrando a altas frecuencias. La vida es ella misma alimento. Ella es salud, energía, belleza. Es vida.


RECOMENZAR


LAS RESPUESTAS ESTÁN EN TU INTERIOR

A medida que buscas, encontraras las respuestas en tu interior. No puedo enfatizar esto con la frecuencia o la fuerza suficiente. Mucho tiempo precioso se malgasta en la búsqueda de los misterios de la vida en lo exterior cuando están dentro de tu propio ser. Cuando te des cuenta plenamente de que
YO SOY dentro de ti y que YO SOY todo conocimiento, toda sabiduría y toda comprensión, dejarás de malgastar tu tiempo.
Considera que tienes una incesante fuente de vida que bulle dentro de ti. Todo conocimiento, toda sabiduría y comprensión, todo el Amor están allí en la fuente de ese manantial, esperando salir, esperando manifestarse cuando tú lo reconozcas y lo aceptes. No necesitas ningún maestro ni gurú. Todo lo que necesitas es una expansión de tu conciencia para que puedas aceptar estas verdades. Están ahí para que toda la humanidad las acepte cuando esté lista para ello.
Busca siempre la respuesta dentro de ti. No te dejes influenciar por aquellos que te rodean, ni por sus pensamientos, ni por sus palabras.
¡Que fácil es ser como un barco en un mar tormentoso, siendo agitado por una idea y luego por otra hasta que estás completamente desconcertado y perdido! No permitas que esto te suceda. Quédate muy tranquilo; entra al lugar más secreto dentro del centro mismo de tu conciencia. Allí encontrarás perfecta paz, la paz perfecta que sobrepasa toda comprensión.
Cada uno de vosotros tiene un trabajo específico que hacer.
No hay nada vago acerca de Mi plan para cada uno de vosotros. Búscalo, encuentralo y aférrate a él así sea profunda o superficialmente, de golpe o lentamente. Así que, sé como un diamante y observa esas diferentes facetas.
Tu trabajo espiritual es más importante que cualquier otra cosa. Es el latido mismo de tu corazón, tu propia sangre.
Cuando tu relación Conmigo no es la relación adecuada, nada es adecuado. "Busca primero el Reino de Dios"; ése es tu pan de vida, el latido de tu corazón, tu vida misma.
Busca dentro de ti y siempre encontrarás la Verdad. Eleva tu conciencia y mantente en calma. Serena todo tu ser, tu corazón, tu mente y tu alma. En esa calma encontrarás que tu conciencia se expande. Permítele que se expanda y no le pongas restricciones. Vive por el Espíritu, que está en el centro mismo de tu ser. Tú eres el único que tiene la llave, solamente tú puedes darle vuelta a esa llave, abrir la puerta y entrar. Si pierdes la llave, la puerta permanecerá cerrada hasta que la hayas encontrado. Nadie más puede hacer esto por ti.
YO SOY dentro de ti. Aquél que tiene un corazón puro me conoce y camina Conmigo. Que tu corazón se llene de Amor y Alegría.

TEMORES

Cuando a pesar de tener pensamientos positivos no fluimos con la Vida, lo que estamos haciendo, en realidad, es contrariarlos con nuestros temores. Ésa es la razón por la que a veces no se materializan las cosas que más deseamos, ya que ese deseo está enturbiado por la duda y el miedo. A veces, cuanto más nos empecinamos en conseguir algo, más lo alejamos de nosotros, porque pensar obsesivamente en algo demuestra que no confiamos en que el Universo nos lo brinde. Aprende a fluir: la vida puede ser sencilla y maravillosa. Presta atención a los sentimientos que acompañan tus pensamientos, porque son los que te dan la fuerza o te la quitan para que se haga realidad.

¿PORQUE ES QUE DIOS A VECES PARECE ATENDERNOS Y OTRAS NO?

La oración es el pensamiento más puro y más alto que se puede pensar. Es polarizar la mente en el grado más altamente positivo. Son vibraciones de luz que lanzamos cuando oramos, o sea, cuando pensamos en Dios. Esas vibraciones tienen que transformar instantáneamente, en perfecto y bello, todas las condiciones oscuras que nos rodean, como cuando se lleva una lámpara a una habitación que esté en tinieblas. Siempre que el que esté orando piense y crea que ese Dios a quien le pide es un Padre amoroso que desea dar todo lo bueno a su hijo. En ese caso, Dios siempre “atiende”. ¿Pero cómo, por lo general, la humanidad tiene la costumbre de pedir así: “Ay, Papá Dios, sácame de este apuro, que yo sé que vas a pensar que no me conviene porque tú quieres imponerme esta prueba”! En otras palabras, ya negó toda posibilidad de recibirlo. Tiene más fe en ese Dios que nos enseñaron, caprichoso, vengativo, lleno de mala voluntad, que no está sino atisbando a que cometamos la primera infracción para asestarnos castigos de una crueldad satánica! Pues el que así pide no recibe sino de acuerdo con su propia imagen de Dios. Es tan sencillo como te lo digo. Ahora no vuelvas a olvidar jamás que la voluntad de Dios para ti es el bien, la salud, la paz, la felicidad, el bienestar, todo lo bueno que Él ha creado. No vuelvas a olvidar jamás que Dios no es ni el juez, ni el policía, ni el verdugo, ni el tirano que te han hecho creer. La Verdad es que Él ha creado siete leyes. Siete Principios que funcionan en todo y siempre. No descansan un solo minuto. Se encargan de mantener el orden y la armonía en toda la Creación. No se necesitan policías en el espíritu. Aquel que no marcha con la ley se castiga él mismo. LO QUE PIENSAS SE MANIFIESTA, DE MANERA QUE APRENDE A PENSAR CORRECTAMENTE Y CON LA LEY PARA QUE SE MANIFIESTE TODO LO BUENO QUE DIOS QUIERE PARA TI.

AMOR

AMOR

LOS TRES MANDAMIENTOS PARA LA NUEVA ERA

VE AMOR
HABLA AMOR
SE AMOR

VE LUZ
ENVÍA LUZ
SE LUZ

VE VERDAD
HABLA VERDAD
SE VERDAD

Estos tres Mandamientos para la Nueva Era han sido concebidos en esta época específica, para ayudar a todos aquellos que buscan en el sendero que aspira a lo alto.
Contempla la perfección en su gran maravilla y gloria.

DIOS ES EL BIEN Y SOLO GENERA EL BIEN

DIOS ES EL BIEN Y SOLO GENERA EL BIEN

DIOS ES EL BIEN Y SOLO GENERA EL BIEN

Por lo tanto, todo aquello de la mala suerte o el destino fatal no existe. Entonces te preguntarás ¿Por qué a aquellas personas les va bien y a otras mal? Existen varios motivos que condicionan nuestras vidas y que no son siempre la Voluntad de Dios sino la voluntad del hombre, porque el ser humano tiene libre albedrío, esto es la libertad de escoger lo que desea hacer en la vida; bien o mal.
Todo lo que te ha pasado, te pasa y pasará en tu vida y la de los demás, está originado por cuatro factores:
1.- LA MENTE
2.- EL KARMA
3.- EL PERDÓN
4.- EL PLAN DIVINO
LA MENTE
Es la facultad de pensar y nos permite darnos cuenta que somos. Es lo que pone en acción la facultad de ser "YO SOY". La mente en nosotros es la que nos permite parecernos a Dios porque es creadora como EL.
Con la mente el ser humano ha creado grandes culturas y sistemas filosóficos, inmensas ciudades y fantásticos inventos, pero no se ha dado cuenta que también ha creado su mundo personal con sus felicidades e infelicidades, bienestar y malestar.
Desde el Centro Corazón de la Creación que se conoce con el nombre de "Sol Espiritual Central" desciende hacía todo ser humano la energía que le permite sostener su cuerpo físico, sentir y pensar.
Esta energía viene cristalina, sin calificación de ningún tipo, ni en bien ni en mal, poder o debilidad, sabiduría o ignorancia, ni siquiera en amor u odio.
La mente es el poder capaz de crear las cosas en las que se piensa. Si tú piensas en hacer una casa, la puedes manifestar. Igualmente si piensas en que todo el mundo te ama, el Planeto entero te amará. Como dice el axioma hermético
"TODO ES MENTE"
Este proceso de calificación de la energía sucede en la mente humana en tres niveles diferentes:
- Mente supraconsciente
- Mente consciente
- Mente subconsciente
EL CONSCIENTE
La Mente Consciente es aquella que se da cuenta de las cosas que están con nosotros en todo lo que vemos conscientemente.
Esta mente vive calificando todo lo que ve como bien o mal.
El odio, miseria, negligencia, fealdad, enfermedad que puedas ver en tu mundo o en el de otros no es otra cosa que la calificación mental tuya, de los demás o de todo el conglomerado manifestándose. Todas esas condiciones se pueden cambiar pensando y calificando lo contrario. Esto se logra a través del decreto.
EL DECRETO es una afirmación verbal o mental sentida de tal forma que es capaz de producir el efecto de lo dicho. Esto es, que si en algún lugar alguien está peleando, tú puedes decretar "YO SOY AQUÍ EL AMOR" y esto transforma la situación de inmediato en reconciliación.
Si vas a visitar a un enfermo puedes decretar "YO SOY LA SALUD" y traer a la manifestación la salud porque así lo estás calificando.
EL SUBCONSCIENTE
El Subconsciente es aquella parte de la mente donde pasan las imágenes mentales después que se han fijado muy poderosamente en la conciencia. En el subconsciente tenemos grabado todo lo que creemos que somos; nuestro estado de seguridad, inteligencia o incapacidad, amor u odio, belleza o fealdad, salud o enfermedad, riqueza o pobreza, perdón o rencor.
La manera de ir limpiando el subconsciente de todo lo que no deseamos en nuestra vida es, primeramente, rechazando lo negativo, diciéndole "LE QUITO PODER" y afirmando lo positivo para calificar en perfección todas las imágenes del subconsciente y del consciente.
LA SUPRACONSCIENCIA
La Supraconsciencia es aquello que vive en el estado de no calificación. Se conoce con el nombre del "Yo Superior". Se manifiesta en nuestras vidas cuando el consciente y subconsciente aprenden la lección de sólo grabar y proyectar perfección hacía cada partícula de vida. Cuando vivimos en la mente supraconsciente sólo manifestamos armonía, belleza, sabiduría y perfección en todos los sentidos.

GEA

GEA o Madre Tierra, era la gran diosa de los antiguos Griegos. Ella representaba a la Tierra y era adorada como la Madre Universal. En la mitología Griega, ella creó al Universo y dio a luz a la primera raza de los dioses (los Titánes) y los primeros humanos.
En la historia de la creación de los antiguos Griegos, el Caos precedió a todo. El Caos estaba hecho de Vacío, Masa, Obscuridad y Confusión.
Entonces surgió la Tierra, en la forma de GEA. De la Madre Tierra brotó el cielo estrellado, con la forma del dios del cielo Urano. De GEA también surgieron las montañas, los llanos, los mares y los ríos que constituyen la Tierra como la conocemos hoy.
GEA o Madre Tierra, era la más antigua de todos los dioses de los antiguos Griegos. Ella era conocida como la diosa suprema tanto por los humanos como los dioses. Ella presidía sobre los matrimonios y los juramentos y era honrada como una profetisa.

AUTOESTIMA

"Autoestima" ¡Cuantas veces habremos oído esa palabra! Aunque la palabra que utilizamos ahora sea nueva, es uno de los preceptos más antiguos de nuestra cultura y uno de los más olvidados. Está presente en la sabiduría de dichos populares como "La caridad bien entendida empieza por uno mismo" o en las máximas que tantas veces hemos oído: "Ama al prójimo como a ti mismo". ¿Por qué, entonces, nos queremos tan poco? ¿Por qué nos hacemos tanto daño" Lo peor de todo es que muchas veces anteponemos nuestro propio bien por el "bien" de otros. Pero ningún bien podemos hacer, si va en detrimento nuestro.
Os propongo que éste sea un año de autoestima, que es lo mismo que proponer un año de Amor, pero de Amor bien entendido. Propongo un año de ser conscientes de cada uno de nuestros actos y de las verdaderas razones que nos conducen a realizarlos. Uno de los grandes males de nuestros tiempos es que cada vez hay más personas que padecen falta de autoestima. Esto se debe por una parte, a que nuestra sociedad está muy estereotipada y obliga a sus individuos a ceñirse a unas normas de estética, de conducta, de pensamiento, etc., y cuando te sales de ellas ya no eres bien visto; entonces, o eres una persona transgresora por naturaleza o puedes sentirte mal por no "dar la talla". Por otra, también se nos ha enseñado a que no seamos "egoístas", porque "pensar en uno mismo" no está bien. No nos engañemos; nadie puede dar de un cesto vacío. Cuando te das a ti misma, estás dando a los demás, porque tú formas parte de ese "demás".

La Vida está llena de magia, de amor, de felicidad, pero la Vida eres tú. Cada día creas tu propia vida con tus pensamientos positivos y negativos. Acostúmbrate a pensar en positivo; es sólo una cuestión de costumbre y toda costumbre se adquiere a través de la constancia.
Tienes un pensamiento negativo respecto a ti misma: cámbialo por uno positivo. Alguien dice algo desagradable de ti: reflexiona para descubrir si hay algo de verdad en ello y lo puedes mejorar, luego cámbialo a positivo o sencillamente olvídalo si estás segura de que no es cierto. Tómatelo como una disciplina.
Los resultados serán sorprendentes. La Vida se te pondrá de cara; dejarás de nadar a contracorriente. Si tú te quieres, los demás te quieren y te respetan, y si no es así, desaparecen de tu vida. No es que debas creerlo porque te lo digo yo, sino por la Ley de la Atracción, la ley de que lo semejante atrae a lo semejante. Esta ley como todas las leyes, es infalible, como la ley de la gravedad.
Vive feliz y en paz contigo misma, independientemente de tus circunstancias. Actúa con sinceridad con los demás y sobre todo contigo misma. Obra de manera que si te fueras a morir hoy mismo pudieras hacerlo sin lamentar nada, sin dejar nada por hacer. No esperes los resultados: el fruto de tus acciones lo cosechas dentro, no fuera. Pero recuerda que lo que se cosecha dentro, siempre acaba manifestándose fuera.
Vive el Amor que hay en ti, entrégate ese amor y cuando sea tuyo podrás darlo a los demás.
Louis L. Hay

LA ORBITA MICROSCÓSMICA

LA ORBITA MICROSCÓSMICA

LA ORBITA MICROSCÓSMICA

La Órbita Microcósmica consiste en un ejercicio de circulación de energía a partir del punto HUI YIN, (situado en el pirineo) Chacra 1. Al contraer los músculos de ésta zona, cerramos la salida de la energía hacía el suelo e impulsamos dicha energía por la columna vertebral hasta el chacra Corona (chacra 7). Si a la vez colocamos nuestra lengua en contacto con el paladar, estamos cerrando un circuito. Al poner la punta de la lengua en contacto con el paladar, comunicamos dos meridianos: el DU MAI o Vaso Gobernador por el que circula la energía Yang (desde el cóccix, pasando por la columna vertebral y parte posterior de la cabeza hasta el punto BAI HUI, extremo superior de la cabeza y acabando en los dientes incisivos superiores) y el REN MAI o vaso de la Concepción por el que circula energía Yin (desde el punto HUI YIN sube por la parte delantera del cuerpo hasta los incisivos inferiores.
De hecho son los Nadis, IDA y PINGALA. IDA es femenino y circula hacía abajo; PINGALA es masculino y circula hacía arriba. Ambos están entrelazados alrededor de la columna vertebral o Sushumna que va del chacra Raíz (1) al Chacra Corona (7).
Al quedar comunicados los dos meridianos se cierra el circuito de circulación de energía y se forma la Órbita Microcósmica. Al principio realizaremos ciclos de 10 ó 12 respiraciones. Más adelante podemos alcanzar 20 ó mas ciclos.

UNIVERSOS PARALELOS





GLORIOSA PRIMAVERA

GLORIOSA PRIMAVERA

UNA GLORIOSA TOTALIDAD

Mantente en paz. Es el abrir el centro del corazón lo que te hace sentir todo tan profundamente ¿Encuentras que las lágrimas fluyen ahora más fácilmente? Estas son lágrimas de alegría; déjalas fluir. Son lágrimas de reconocimiento del Amor y Verdad divinos. Esto trae un sentimiento de relax, de gratitud, de un profundo y nuevo entendimiento.
Es como si hubieras dormido y ahora hubieras despertado para encontrar un mundo nuevo. Todo luce diferente y hermoso, como si hubieras ido a dormir en invierno cuando todo yace dormido y hubieras despertado en una gloriosa primavera. Los mismos árboles, el mismo jardín están allí, pero vibrantes con vida, crecimiento, color y belleza, porque todo es nuevo y tú te sientes nuevo en el proceso. Nuevos pensamientos, nuevos sentimientos, nueva comprensión -un Amor nuevo más profundo y más glorioso- están vibrando a través de todo tu ser. Regocíjate Hijo mio, regocijate. Anda delicadamente, alerta, de manera que no pierdas nada. Ve aún al insecto más pequeño en una nueva luz. Porque has elegido abrir los ojos, todo es sin duda nuevo.
Has dividido la vida, pero ahora es un Todo glorioso. La totalidad calma tu corazón, lo agranda, eleva tu conciencia. Esta innovación tiene que comenzar desde adentro y luego expandirse hacia afuera más y más. No hay límites para esta expansión; puede continuar para siempre

FUERZA ATRACCIÓN

FUERZA ATRACCIÓN

FUERZA DE ATRACCION DEL PENSAMIENTO

Ya sabe usted que el pensamiento crea. Aprenda ahora a conocer su poder de atracción. ¿Qué es la Ley de Atracción?
Es la Ley del Amor. Esta Ley del Amor nada tiene que ver con el instinto que lleva a un apuesto joven hacia una bella muchacha y recíprocamente (aunque forma parte, cuando el sentimiento es intenso y la atracción física es magnificada por afinidades profundas). Se puede definir así: “Las vibraciones idénticas se atraen, se unen y se fortalecen mutuamente”.
La ciencia reconoce que todo es vibración en el Universo. Comprende por lo tanto “cómo” tu atraes todo lo que deseas manteniendo tu pensamiento al mismo nivel de vibraciones que deseas obtener.
No en vano se dice de un ideal, de un sentimiento, que son “elevados” o “bajos”, el lenguaje traduce exactamente la verdad. Un pensamiento de esperanza, de amor despojado de todo egoísmo, la admiración, la generosidad, crean en nosotros vibraciones altas, rápidas, que juntándose a todas las vibraciones análogas forman con ellos una poderosa emisión.
¿Nos sentimos “deprimidos”? (también aquí el lenguaje es de lo más exacto). Es porque nuestras vibraciones bajan, se aminoran, y nada que sea feliz, armonioso, beneficioso, tiene cabida en nuestro campo de atracción.
Y así se escapan nuestras más caras esperanzas. Somos semejantes a imanes súbitamente desimantados. Nos es preciso un esfuerzo consciente para elevar nuevamente nuestras vibraciones al nivel de las hermosas realizaciones.
Los creyentes tienen una forma soberana de levantar las vibraciones desfallecientes: la oración, el llamamiento a un
Dios de bondad, el abandono a Su Voluntad, que es gozo y abundancia. El Padre-nuestro pensando y pronunciando las palabras, pone de acuerdo varias veces al día las vibraciones del creyente con aquellas que implican tanto el pan cotidiano como la iluminación espiritual. Los que no posean “una fe” deberán tener “una fe”, fe en un ideal que los supere y hacia el cual dirigirán todas sus fuerzas.
Aplicación: Observa cómo, cada vez que tú te sientes desanimado, es en desmedro de tu vitalidad, mientras que la esperanza parece elevarte y redoblar tus fuerzas.
Hoy, tiende hacia la esperanza y sentirás cómo sube el nivel de tus vibraciones. En tales momentos nada enojoso habrá de sucederte: tú atraes la dicha así como el imán atrae al hierro.
Para recordar:
Un pensador vive siempre en el mundo de su propia creación consciente.

MI AMADO AMIGO JESÚS

Creo que debo dedicar este blog a mi querido Maestro, Guía, mi Amigo Jesús. Durante toda mi vida siempre ha estado a mi lado, aún en los momentos más difíciles en los que le preguntaba ¿Señor estas dormido, no me oyes?. En mi vida he encontrado muchas piedras, muchos obstáculos, pero siempre he salido fortalecida de todos los contratiempos que he ido superando y aunque el crecer espiritualmente es un trabajo personal en el que debes ir buscando tú mismo las respuestas, QUE SIEMPRE ESTÁN EN TU INTERIOR, debo dar gracias a mi amado Amigo por no haberme dejado desfallecer. Lidia

MAESTRO JESÚS

MAESTRO JESÚS

UBICACION CHACRAS

UBICACION CHACRAS

CHACRAS

CHACRA es una palabra sáncrita que significa "RUEDA QUE GIRA". Son unos centros energéticos como pequeños remolinos o torbellinos que giran ingresando Energía al organismo.
Están ubicados a lo largo de la columbra vertebral y son siete los principales. Cuando se abren los Chacras, poco a poco la Energía entra y equilibra el organismo, liberando bloqueos y toxinas que en definitiva son las causas de las enfermedades.

UBICACIÓN DE LOS CHACRAS
CHACRA 7 Situado en la parte superior de la cabeza, coronilla
CHACRA 6 En el centro de la frente, 2 cm. encima cejas
CHACRA 5 En la séptima vertebra cérvical, a nivel hombros
CHACRA 4 En la vert4ebra dorsal, a nivel corazón
CHACRA 3 En la columna, a nivel cadera, detrás del ombligo
CHACRA 2 En el coxis
CHACRA 1 En la base del espinazo

ORGANOS QUE CORRESPONDEN A CADA CHACRA Y ENFERMEDADES QUE SE PUEDEN TRATAR

CHACRA 7: Gobierna el sistema nervioso de todo el cuerpo. Sirve para tratar dolores articulares, dolores musculares, enfermedades en los huesos y de la glándula mamaria. Sirve como tratamiento general de todas las enfermedades.

CHACRA 6: Gobierna el cerebro. Sirve para curar los vértigos y estimula la concentración y la memoria. No sobrepasar el tratamiento por más de seis días consecutivos.

CHACRA 5: Gobierna el aparato respiratorio (laringe, tráquea, bronquios, pulmones) órganos de los sentidos (ojos, oídos, nariz, boca) toda la piel y glándula tiroides. Se utiliza para tratar problemas de alergia, asma, resfríos, otitis, glaucoma, psoriaris, etc.

CHACRA 4: Este chacra se relaciona directamente con las emociones. Gobierna además el aparato circulatorio, el corazón, los vasos sanguíneos y los vasos linfáticos. Se utiliza para tratar problemas de colesterol, trombosis, presión alta o baja, ansiedad, depresiones, angustia, etc.

CHACRA 3: Gobierna el aparato digestivo (esófago, higado, páncreas, intestinos), el aparato urinario (riñones y vejiga) y se relaciona con la producción de glóbulos blancos. Se utiliza para tratar la diabetes, gastritis, infección urinaria, lupus, etc. Este chacra tiene que ver con la reserva de energía.

CHACRA 2: Gobierna los órganos sexuales en el hombre y en la mujer y se relaciona con la producción de glóbulos rojos. Se utiliza para tratar infecciones, impotencia, frigidez, problemas al útero, a los ovarios, anemia, etc.

SER INTERNO

SER INTERNO

EL SER

El Ser es la Vida Una, eterna y siempre presente, que están mas allá de las miles de formas de vida que están sujetas al nacimiento y a la muerte. Sin embargo, el Ser. no solo está más allá sino que también está profundamente dentro de cada forma de vida, constituyendo su esencia mas invisible e indestructible.
Esto significa que puedes acceder al Ser ahora mismo, porque es tu yo profundo, tu verdadera naturaleza. Pero no trates de asirlo con la mente, no intentes entenderlo. Solo puedes conocerlo cuando la mente se aquieta, cuando estás plena e intensamente presente en el Ahora.
Recuperar la conciencia de Ser y permanecer en ese estado de "sensación-realización" es lo que es la Iluminación.

MENSAJE DE LOS DELFINES